Análisis a Fondo
* Cuando la embarcación está hundiéndose
* Cuando al capitán casi nadie lo quiere ya
Por Francisco GÓMEZ MAZA
El destartalado barco del capitán Peña Nieto ya está muy
inundado y hundiéndose. Y las alimañas han comenzado a abandonarlo en los
momentos de más angosturas en el pecho del piloto. A la hora de las tempestades
intermitentes que balancean esa nave la suben y la bajan de las crestas del
oleaje, las ratas y las cucarachas
comienzan a irse inclusive nadando o en helicóptero como lo hará el
irresponsable gobernador del banco central – claro que más que servidor público
de los mexicanos es empleado de segundo nivel del Fondo Monetario Internacional
– Agustín Carstens Carstens.
Qué caradura. Precisamente cuando el presidente necesita de
sus amigos, éste gordito antipático lo manda al carajo. Cuando la política
monetaria es un desmadre, cuando la política cambiaria está llevando al peso al
hundimiento y la inflación y el estancamiento económico han producido una
galopante estanflación, que afecta a las mayorías de los trabajadores, el
señorito fondomonetarista – bueno, me consta que los empleados del FMI y del BM
son apátridas, no tienen bandera, ni himno nacional - abandona la nave y se va
a Suiza el señorito.
Y por qué a Suiza, la capital del dinero sucio depositado
bajo estrictas medidas de seguridad y secrecía. Pues porque ahí está otro de
los tentáculos del Fondo, el famoso e inútil Banco de Pagos Internacionales,
que debería dedicarse a ayudar a economías con graves problemas como la griega,
o inclusive la mexicana que pronto no podrá hacer frente a sus obligaciones
para servir su deuda pública principalmente con los bancos privados del
exterior, que no perdonan. Y que se cobran con grandes creces los retrasos en
el calendario de obligaciones.
Pues ahí se va el angelito. Y será el gerente. Obviamente su
sueldo será tres o cuatro veces más abultado que el que percibe como gobernador
del banco mexicano, aunque no es nada despreciable porque en muy pocos años el
señor se ha hecho multimillonario. Pero bueno. A mí me importa un píto lo que
el señor Mancera Aguayo; perdón, el señor Carstens Carstens haga con su vida.
Que se quede en Suiza. Tiene finta de lechero y quesero.
Sin embargo, no se vale que deje la nave en momentos en que
se está hundiendo en un mar proceloso, en el que viene detrás un tsunami que
arrasará con todo y cuyo nombre es Adolf Donald J. Trump, desconocido el otro
día con gran enojo por el Pato Donald, el maravilloso pato de los sueños infantiles
de aquellos años felices. Como las alimañas, como las ratas, abandona la
embarcación, cuando el axioma dice “Primero las Mujeres y los Niños”…
Pero bueno. Así es este mundo de los roedores. Y se los
había dicho. En el 2017 nadie, ni Peña Nieto, estará preocupado porque la
economía este estancada, porque la inflación se vaya a las nubes, porque los
salarios hayan perdido el 8º por ciento de su poder adquisitivo, porque
millones de personas, sobre todo niños, estén muriendo de hambre y de
enfermedades curables. Y después de Carsten Carstens, quién sigue, quién
abandonará la embarcación. Meade Kuribreña puede abandonar el barco.
El peso de
una economía fallida lo agobia. No es para él. Y de repente parece que no
supiera lo que dice. Ay dios mío. En qué país vivimos, Catilina. Ubinam gentium
summus, dijo en el Senado romano el gran Cicerón, cuando criminales como
Catilina pretendían hundir el barco de la res pública y asesinar al emperador.
Según él no está abandonando el barco en medio de la
tormenta, que todavía estará al frente del banco central siete meses. Y qué
cree, Que en siete meses se va a acabar esta crisis. Mentira. Se va agudizar,
se va a empeorar. Se los aseguro. Y al gordito, perdón por la expresión
popular, le vale madre.
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