Deslindes
Por Armando SEPULVEDA IBARRA*
Mientras el poder se les va escurriendo de las manos como
agua al paso de un tiempo político inclemente, a golpes de exitosos escándalos,
errores y fracasos, el clan empoderado y el nuevo PRI ya saben que carecen de
la fuerza necesaria y de cohesión y armonía social para abrirse camino entre el
abismo e imponerse en la sucesión presidencial de 2018, descreen que alguno de
sus malogrados y grises precandidatos conjunte virtudes y simpatías mínimas
para ofrecerse como opción atractiva o menos peor y, en una desesperante
realidad, acarician un abanico de buenas intenciones: alcanzar una alianza o
coalición con sus pares de la derecha panista y ponerle zancadilla sucia a su
rival más fuerte, soñar con una remota ocurrencia salvadora de la mancuerna Peña-Videgaray, esperar un
milagro de San Juan Pablo II, simpatizante del priísmo, o resucitar la salinista
caída del sistema, o en última instancia conseguir una asesoría de los
traviesos rusos del señor Putin para colgarse a su medallero otro fraude
electoral en las urnas ahora con la importación por vez primera de mapachería
cibernética a prueba, bendecida ya por un beneficiario, el señor Trump, según
filtraciones a The New York Times.
En la historia reciente se lee que, en cada ciclo o época,
siempre que personajes de la clase política caen en desgracia y desbarrancan
arrasados por sus ineptitudes, maldades, omisiones, arbitrariedades, abuso de
poder y otros latrocinios, simple cobro puntual del destino de las cuentas
pendientes de un pasado desastroso, encuentran distintas excusas y pretextos
para querer deslindarse de su ¨mala suerte¨
y apelan a la minucia, a la añoranza, al ruego y a exhibirse de
lacrimosa víctima para intentar contenerse en su caída a la impopularidad o
atenuarla. Cuando el juicio de la vox populi acaba con honras que llegaron a
sentirse virginales en su camino al limbo de los inmortales, salen eslóganes
ingenuos, ridículos y hasta ofensivos a la inteligencia común, interesados en
salvar al cliente de la fatalidad con frasecillas tales como “Contemos también
lo bueno”, “Fue el error de diciembre”, “Hay un malhumor social” e infinidad de
etcéteras con que alimentan más a la furia del circo.
Cuenta mucho decir, a propósito de enchiladas, que el germen
de la escasa popularidad y rechazo al clan en el poder salió a flote desde la
campaña presidencial y su compra masiva de votos como desprecio a la pobreza y
dignidad de la gente, creció con el siniestro ¨Pacto por México¨ que maridó en intereses al ¨nuevo PRI¨ con un domesticado y servil PRD, en su
arranque para golpear a la población y a los empresarios con el lesivo
mamotreto de la ¨reforma hacendaria¨ y
sus gravámenes y, un poco después, con el renovado amasiato con el PAN para
destruir el símbolo nacional de la Expropiación Petrolera de 1938, entregar los
recursos a los poderosos del mundo y despojar a la nación de su patrimonio.
Hubo más tarde entre los costos políticos adicionales para el PRI-gobierno, el
divorcio circunstancial de sus aliados con los pleitos y reclamos de las mafias
panistas contra los impuestos y de las mafias perredistas contra el malbarato
del petróleo, después de haber sido chamaqueados por cerebros priístas más
perversos que los suyos con el gancho de darles a cada uno, por separado,
aquello que pedían para sus ganancias a cambio de dañarlos con el cruce de
alianzas individuales del clan en el poder con las menguadas y dóciles
¨oposiciones¨ de derecha y de izquierda, que en su esencia deberían oponerse a
todo lo de los mandones del régimen hasta echarlos del poder. Más adelante el
mundo de los empoderados se les vino abajo con sólo desgranarse el rosario de
escándalos de las barbaries de Ayotzinapa y Tlatlaya, las corruptelas de ¨La
Casa Blanca¨ y otras hazañas de gran escuela y todo lo demás…
Una imparcial ojeada al pasado hasta 2012 y una proyección
hacia 2018 con la suma de los desgastes cotidianos y de todo lo que al clan del
señor Peña puede venírsele encima de aquí a las elecciones presidenciales,
dejaría al grupo indefenso, sin fuerza ni consenso siquiera entre sus
militantes como para sacar de la manga de algún mago genial una candidatura que
una a la desbandada e inconforme base y jerarquía priísta y salve a los
apoltronados en el gobierno de regresar a la triste oposición con todos los riesgos de que la
adversidad vuelta justicia alcance sus raleas para exigirles de su paso por los
tesoros de la nación cuentas claras y amistades largas…
Mucha gente espera, sin rencor de malosos sino por hallarse
todo a la vista de los oráculos, un
desplome más en la escuálida popularidad del señor Peña y el gobierno,
unos con alegría y otros, como los diputados que cobraron aguinaldos de 551 mil
pesos, con cierto pesar de que en breve acabará la fiesta y la parranda, para
cuando enero llegue con la sorpresa de una alza mayor en el precio de las
gasolinas y otros productos, después que habían jurado, como ¨bondad” de la
¨reforma energética¨, que bajarían las tarifas de los energéticos y
beneficiarían los bolsillos de los mexicanos y la economía nacional y nos
acercaría al primer mundo, oferta y nostalgia del tenebroso salinato. De allí
para adelante continuará el descenso, recto y veloz como flecha, de las mínimas
simpatías al huésped de Los Pinos y su partido, una bajada con pocas fortalezas
que corroerán más las bonitas intenciones de reestrenar el vetusto ¨dedazo¨ y
abrillantar con varita mágica la personalidad de alguno de sus fieles
cortesanos, ninguno de los cuales luce finta de ganador.
Vendrán tiempos en que la cautela aconsejará a los señores
en el poder alejarse de los desplantes y la soberbia, de evitar las alturas y
de ser en tiempos difíciles y riesgosos, como dice la Biblia, ¨sencillo como
paloma y prudente como serpiente¨, humildes ante los riesgos de escindir más al
país y ponerlo al borde de los extremos de la paciencia al calor de una
sucesión presidencial que pudiera traer conflictos si vuelven los usos y
costumbres del ´viejo PRI¨, empecinados
en conservar el poder, que se les va como el agua entre los dedos, a cualquier
costo.
En un panorama con indicios de vacío de poder e
ingobernabilidad, con instituciones corrompidas y frágiles y un pujante crimen
organizado que cogobierna vastas regiones del país, sobran los buenos deseos y
falta la virtud que cohesiona las fuerzas sociales y logra triunfar incluso
ante la adversidad. Entonces la prudencia debe abrir la senda a una transición
en paz.
*Premio Nacional de Periodismo de 1996
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