De la Mesa de Redacción Rafael Castilleja
De Arcano Político
Foto: Archivo. |
Mantiene la gestión de Enrique Peña Nieto un “resultado económico
mediocre”, con una posición 29 en economías de ingresos medios altos y la 62 de
109 países monitoreados establece el Informe sobre el crecimiento y el
desarrollo inclusivo 2017 del Foro Económico Mundial de Davos del 17 al 20 de
enero.
La agenda global tiende a dominar la cobertura de Davos. La
economía internacional, los mercados financieros globales o emergencias como la
desigualdad y el cambio climático seguirá ocupando la prensa este año.
En el Foro se expresó preocupación porque sólo ocho personas
poseen la misma riqueza que la mitad más pobre y vulnerable de la población
mundial, 3.600 millones de personas. Ya ni siquiera podemos hablar de
"personas", porque estos ocho afortunados son todos hombres.
En el renglón de Los países de ingresos medios altos, Méxicoocupa el 29 con una puntuación de 4,13.
Señala el documento: “Este resultado mediocre no ha cambiado
mucho en los últimos años, en parte impulsado por un crecimiento lento en el
PIB per cápita y la productividad laboral por desde 2011”.
La salvaje concentración de la riqueza es observada en este
documento: “La desigualdad sigue siendo alta, con el país ocupa el 62º entre
las economías en desarrollo. Estos y otros indicadores muestran que México
podría hacer más para lograr un proceso de crecimiento más inclusivo”.
El marco indica que el desempleo juvenil, en particular,
sigue siendo algo elevado en cerca de 10%, que es más del doble de la tasa para
la población general, señala el informe.
Añade que esto pone de relieve la necesidad de mejorar la
formación profesional y en el lugar de trabajo, así como, más en general, la
mejora del sistema educativo para garantizar una mayor equidad de los
resultados independientemente de su origen socioeconómico.
Sugiere que México también debe hacer más para impulsar sus
recursos para invertir en estas áreas, especialmente en lo que la base
tributaria sigue estando limitada por el gran tamaño del sector informal.
Además, la corrupción y las preocupaciones de seguridad socavan la confianza en
el sistema.
En el plano mundial, se indicó que en 2016, desde Oxfam
afirmamos que 62 personas poseían toda esta riqueza y ahora podemos afirmar que
son sólo ocho hombres. No es que estemos siendo grandilocuentes: los últimos
datos sobre la distribución global de la riqueza apuntan a que la mitad más
pobre de la humanidad posee menos riqueza de la que inicialmente se pensaba. De
haber contado con estos datos el pasado año, en lugar de 62 personas habrían
sido nueve; nueve hombres.
Las consecuencias de esta brecha entre una afortunada
minoría y el resto son perceptibles en todo el mundo, pero son las personas más
pobres quienes se llevan la peor parte. Y, sí, has acertado: la mayoría de
ellas son mujeres.
Mientras las fortunas combinadas de estos ocho hombres
equivalen a la riqueza de 3.600 millones de personas, una de cada nueve
personas se acuesta cada noche con hambre. El ritmo vertiginoso al que los más
ricos acumulan cada vez más riqueza podría dar lugar al primer
"billonario" del mundo en tan sólo 25 años y, sin embargo, una de
cada diez personas gana menos de dos dólares al día.
Estas cifras son algo más que estadísticas: son indicadores
de un modelo económico que ha olvidado a las personas y está acabando con las
perspectivas para lograr un futuro más justo y próspero, un futuro mejor.
Publicado en víspera del comienzo del Foro Económico Mundial
2017 en Davos, el último informe sobre desigualdad de Oxfam muestra cómo funciona
un modelo económico profundamente injusto y ofrece soluciones para
reequilibrarlo.
El informe describe cómo las grandes multinacionales,
dirigidas por "súper ricos" y con el respaldo de Gobiernos, eluden o
evaden el pago de impuestos, devalúan los salarios de sus trabajadores y los
precios que se pagan a los productores y reinvierten cada vez menos en sus
empresas con el único fin de maximizar los beneficios que van a parar a sus
adinerados accionistas. Nuestros líderes políticos parecen ser presa de los
intereses de esta afortunada minoría y son muchos los ejemplos que demuestran
cómo la élite millonaria se guía por su propio interés para obtener beneficios
a toda costa.
La riqueza no "gotea" hacia los pobres. Oxfam lo
sabe. El FMI lo sabe. El Banco Mundial lo sabe. Las personas pobres siempre lo
han sabido. Pero cuando los Gobiernos persiguen el crecimiento del PIB a toda
costa, promueven una economía exclusiva que desposee a cientos de millones de
personas afectadas por la pobreza, la enfermedad, los abusos laborales y la
miseria.
Y no parece que el botín que se embolsan los más ricos sea
fruto exclusivamente del trabajo duro. Existen pocas evidencias de meritocracia
en la fortuna que han acumulado los más ricos. Más de la mitad de los milmillonarios
del mundo ha heredado su fortuna o la ha acumulado gracias a su participación
en industrias en las que la corrupción y el nepotismo son prevalentes.
La buena noticia es que no tiene por qué ser así. Existen
soluciones innovadoras, razonables y prácticas para corregir estos errores. Es
posible lograr un modelo económico que funcione para el 99%. Ya hace tiempo que
se precisan estas soluciones y no cabe duda de que el año pasado esta necesidad
sacudió el mundo de la política. Del Brexit al triunfo electoral de Trump y
Duterte o la derrota del Congreso Nacional Africano (CNA) en Sudáfrica: la
ciudadanía está manifestando su frustración.
Hemos de romper este círculo vicioso en beneficio de toda la
humanidad. Habrá más que suficiente para todos y todas si logramos una economía
que funcione para todas las personas y no sólo para una minoría. Sin embargo,
si la actual tendencia continúa, los esfuerzos realizados para erradicar la
pobreza estarán en peligro y viviremos en un mundo cada vez más violento e
inestable en el que se considere menos valiosas a algunas personas (las más
pobres, las mujeres...) que a otras.
El tema principal del Foro Económico Mundial de este año es
“Liderazgo reactivo y responsable”. Los Gobiernos lideran el mundo, pero
también las personas más ricas, y muchas de ellas estarán presentes en Davos.
Juntos tienen un papel fundamental que desempeñar en la creación de un mundo en
el que todos seamos afortunados, y no sólo una minoría.
Sí, esto quiere decir redistribuir la riqueza. Los Gobiernos
deben frenar la concentración extrema de riqueza para acabar con la pobreza.
Esto implica abordar la evasión y elusión fiscal, pero también incrementar los
impuestos tanto a las grandes fortunas como a las rentas más altas de cara a
lograr un sistema más equilibrado que genere los miles de millones de dólares
necesarios para garantizar la inversión pública en sanidad, educación y
creación de empleo.
Pero la redistribución no será suficiente. Es sólo un
parche. Lo fundamental es cambiar nuestro modelo económico. Los Gobiernos deben
dejar de esconderse tras las fuerzas de mercado y el cambio tecnológico. Deben
gestionar nuestras economías proporcionando apoyo de forma activa a las
empresas que den prioridad al impacto social, gestionando de forma consciente
el desarrollo tecnológico, regulando los mercados con confianza y cooperando
para evitar la carrera a la baja en la tributación empresarial y los salarios.
La humanidad cuenta con el talento y el ingenio necesarios
para hacer un trabajo mejor. No tenemos que aceptar un modelo económico que no
funciona simplemente porque algunas personas se hayan enriquecido gracias al
statu quo. Eso no es democracia. Anteponer a las personas es posible y es lo
más lógico desde el punto de vista económico.
Existen soluciones para crear un mundo en el que todas las
personas prosperen y nadie quede atrás.
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