En las nubes
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
En Arcano Radio
(Perdón por el retraso. Acabo de regresar del hospital.
Creemos superar la hemiplejia en unos
meses. Dice el neurologo.Y nosotros tenemos fe. Gracias por su benevolencia).
El 14 de diciembre de 1850 se firmó el tratado McLane-Ocampo
por medio del cual se vendía a
perpetuidad el derecho de tránsito por el istmo de Tehuantepec a Estados Unidos
de América por un pago de cuatro millones de dólares.
Este compromiso fue rechazado por el senado estadounidense
con 27 votos de senadores del norte
contra 18 votos de los sureños.
Acabada la Guerra de Secesión en estados Unidos retornó la idea de la empresa del ferrocarril
de Tehuantepec.
En base del cumplimiento de los requerimientos mexicanos
relativos a la participación conjunta en la titularidad y dirección, así como
el libre tránsito para todas las naciones.
El sueño de vincular el Océano Pacífico con el Golfo de
México que venía desde la Colonia sólo se concretó hasta el periodo
gubernamental de Porfirio Díaz como resultado de la política del grupo de los
científicos.
Para ello se utilizó la inversión extranjera, pues era el
único medio posible, ya que el gobierno no contaba con los recursos necesarios
para sufragar los gastos y la iniciativa privada mexicana mostraba desconfianza.
Durante la primera década del gobierno de Porfirio Díaz la
concesión se traspasó cuatro veces a diferentes postores ingleses. El gobierno
tenía preferencia por los inversionistas extranjeros, especialmente si eran
europeos, ya que Díaz siempre tuvo un gran escepticismo sobre los
estadounidenses.
Porque los recursos del gobierno federal eran insuficientes,
en 1888 se obtuvo de Londres, Berlín y
Ámsterdam un empréstito de dos millones y medio de libras al cinco por ciento
de interés.
Así fue como diferentes empresas se hicieron cargo de todos
los tramos de la vía férrea, pero nuca se logró que fuera funcional en su
totalidad.
En 1896 se dio la concesión a un británico sumamente
eficiente, el ingeniero Weetman Pearson, y se completó la obra. Igualmente, a
Pearson Porfirio Díaz encargó la transformación de los puertos terminales en
Coatzacoalcos y en Salina Cruz.
Paralelamente, los estadounidenses decidieron construir el
Canal de Panamá para derrotar a sus competidores.
El 23 de enero de 1907 se inauguró el tráfico interoceánico
por Tehuantepec.
Díaz viajó al istmo
acompañado de los ministros José Yves Limantour y Justo Sierra, el
subsecretario de Relaciones y Fomento Leandro Fernández, los gobernadores
Rafael Pimentel, Teodoro Dehesa, Guillermo de Landa y Escandón y Pedro
Argüelles.
Lo acompañó el cuerpo
diplomático, Weetman Pearson, miembros del estado mayor presidencial, los
funcionarios principales del ferrocarril de Tehuantepec y los generales Julián
Jaramillo y Manuel Mondragón, así como una numerosa concurrencia.
Llegaron a Salina Cruz para recibir al buque estadounidense
S.S. Arizonian que llegaba de Hawái con un cargamento de azúcar.
Como dato interesante cabe mencionar que el propio Díaz puso
los sellos fiscales, mismos que se abrirían al llegar al otro extremo.
El costo del ferrocarril fue de más de cuarenta millones de
dólares, suma que según Miguel Covarrubias “se quedó en manos de los banqueros
de Londres y Nueva York, y de concesionarios y corruptos funcionarios
ferrocarrileros y gubernamentales”.
Cierto es que nuestro istmo quedó a los ojos del mundo como
un extraordinario punto geográfico con intereses comerciales y estratégicos,
situación que persiste hasta la fecha, y más ahora, de acuerdo con las
condiciones que se presentan en el desarrollo mundial.
Al poco tiempo de inaugurado el ferrocarril, la empresa
interoceánica comenzó a dar grandes frutos puesto que la ruta era menor en
distancia que la del Canal de Panamá.
Cada dos horas salía un convoy lleno de mercancías
provenientes de las partes más remotas del mundo.
Desde luego, la decisión de Díaz de otorgar la concesión a
los ingleses tuvo sus consecuencias, sobre todo con los estadounidenses.
Ocasionó, lo que Fredrich Katz denominó la lucha
norteamericana-europea en América Latina.
El ferrocarril de Tehuantepec fue un gran éxito. Realizaba
hasta veinte corridas por día en ambas direcciones.
Ocurrió lo que siempre pasa: algo se atraviesa en nuestro
desarrollo y bienestar.
En 1910 estalló la Revolución, pero aun así, el ferrocarril
mantuvo su actividad hasta 1914 cuando se abrió el Canal de Panamá y con su
apertura las esperanzas del ferrocarril de Tehuantepec se vinieron abajo.
Decayó totalmente y
acumuló por ello grandes pérdidas. Aún
faltaban cuarenta años para el vencimiento de su contrato y hubo de indemnizar a Pearson con siete millones y
medio de pesos.
Los ferrocarriles se quedaron con la vía.
Cuando el general Cárdenas expropio los ferrocarriles en
1937, nadie hizo reclamo alguno y se los entregó al sindicato de trabajadores
ferrocarrileros.
Pero como el ferrocarril istmeño continuó con las mismas
deficiencias y corrupción de esta empresa férrea, los sindicalistas devolvieron
con enorme gusto el ferrocarril al gobierno federal.
No debemos olvidar que el establecer un paso interoceánico
conlleva grandes riesgos para la integridad nacional ya que estaremos siempre
bajo la sombra de los estadounidenses.
Ellos que controlan el gran lago que es el Golfo de México y
con ello los canales de Florida y Yucatán impiden cualquier desplazamiento que consideren
inapropiado.
Ni tampoco que estamos rodeados de áreas en las que
también tiene influencia: Florida, Cuba,
Haití, República Dominicana, Nicaragua, Panamá, Guatemala y Filipinas.
Además, que ellos siempre buscarán la hegemonía y el control
de un poder naval que facilita el desplazamiento, la agrupación de divisiones
marítimas y el recíproco apoyo de las flotas del Atlántico y del Pacifico.
Para formar un cinturón de protección para la marina
mercante con Hawái, Filipinas y Cuba.
Siempre estarán muy atentos a seguir la Doctrina Monroe cuyo
propósito es la expansión comercial y que tiene como carburante la razón de la
fuerza, y mantener ellos siempre lo que les conviene como una expansión
estratégica dizque para su seguridad, además de creer obtusamente en el Destino
Manifiesto (Dios los puso para gobernar el mundo).
Volvemos a lo mismo.
Para desarrollar la idea de don Pepe Murat, hijo, su
ilusión, se necesitaría autorización y
ayuda del gobierno de la Republica en virtud del pacto federal. Como
préstamos extranjeros, socios ajenos a
México y dinero de otras partes del mundo. Insistimos: una utopía.
Inalcanzable, añadiríamos.
Todo eso generaría en un futuro problemas desconocidos.
El presidente Ernesto Zedillo en la última visita que hizo
al Istmo durante su periodo presidencial recordamos, coincide con nosotros don
Fernando, expresó “que en este espacio
geográfico privilegiado, convergen muchos intereses políticos,
socio-económicos, así como estratégicos que deben cuidarse rigurosamente a fin
de salvaguardar nuestra valiosa soberanía”.
¿El hijo de don José Murat, estará enterado de todo
esto? Ojalá y se lo comenten.
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