Cuento
Patentado
Por Mario Luis ALTUZZAR SUÁREZ
-“…qué brutos hemos sido! De tenerlo así, de cerca a los ojos, tan cerca que ¡se invisibilizó! Una gran pérdida económica que debemos subsanar”, expresa ese hombre de 65 años que viste con traje hecho a la medida su metro 77 centímetros en sus 70 kilogramos bien alimentados por esa fortuna cercana a los ciento veinte mil ¡millones de dólares!, y, ¡obvio!, se percibe mucho entusiasmo en sus ojos café claro que combina perfectamente con el color castaño de su pelo entrecano.
Su selecto auditorio entre iguales, se miran con desconcierto por ignorar a lo que se refiere esa perorata que, indirectamente, a los 300 poderosos del mundo y su gobierno secreto, les hace parecer tontos. Tanto esforzarse en estudiar, comprender y ejecutar la doctrina descubierta por el máximo Mesías de la economía, el Gran Adam Smith que publicó en 1777 la Biblia de todo buen empresario, conocido popularmente como La riqueza de las naciones y cuyo nombre real es “Una investigación sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones” y… ahora resulta que pecaron de inocentes. ¡Exigen una explicación satisfactoria al orador! Se acomoda los anteojos y dice:
-“Les pido de favor que no se sulfuren ni se sientan agredidos u ofendidos. Es cierto que aplicamos las teorías económicas sobre la división del trabajo, el mercado, la moneda, la naturaleza de la riqueza, el precio de las mercancías en trabajo, los salarios, los beneficios y la acumulación del capital, entre otras de nuestro sistema de libertad natural, que han sido perfeccionadas al paso de los siglos. Empero, en las líneas de producción soslayamos algo muy valioso y lo podemos subsanar: ¡Ser los propietarios de cada uno de los más de siete mil millones de seres humanos en el planeta!”
Le interrumpe un obeso personaje con puro una la mano derecha y una copa de whisky en la izquierda:
-“Difiero de nuestro amigo. Lo tenemos contemplado y atendemos para alimentar las cajas registradoras que abultan las cuentas bancarias. Por un lado, la industria de la trata de personas que representa el tercer negocio más lucrativo en el mundo, en donde tenemos políticos ambiciosos a nuestro servicio para que se invisibilice al pudor ético y moral social, y otra arista muy visible, los concursos de belleza, o el mercado de carne fresca en los deportes”, y alza un puzle a medio hacer del Futbol Club Barcelona, en donde sobresale el rostro del michoacano Rafael Márquez Álvarez, con un contrato en 2006 de 38,5 millones de dólares con el equipo español. Señala: “Por algo le llaman el Mercado de Piernas en cada compra-venta entre los diferentes equipos”. El de 65 años retoma la palabra:
-“Muy cierto, pero eso es ¡pecata minuta!” Le interrumpen casi en el paroxismo de la duda:
-“¡Vamos directo al tema! Recuerde que cada segundo implica perder o ganar dinero”.
El discursante toma dos zanahorias, una en cada mano, y las mueve como si estuviesen volando y con una sonrisa burlona, indica:
-“Los abuelos nos enseñaron una anécdota del burro y la zanahoria. En nuestra libertad natural, nuestros empleados que se sienten gobernantes, ofrecen a futuro el bienestar y prosperidad y se regula el avance, estabilidad y retroceso con las dos herramientas, inflación y los impuestos, y en los que se dicen socialistas, los dictadores los someten a la miseria y el hambre con el terror del adoctrinamiento de la Patria contra el salvaje imperialismo. ¡Y eso se terminó! Esos vividores avariciosos de lengua falaz en promesas que jamás incumplirán, cuestan caro en los balances financieros de nuestra riqueza. Y aplicaremos los conocimientos adquiridos militarmente”.
Aspira profundamente y prosigue: “Dejemos el absurdo sueño de soldados universales, de robots o de armas destructiva de seres vivientes sin tocar la infraestructura productiva. Tenemos algo mejor: ¡Serán de nuestra propiedad!”
-“¿Regresar a la esclavitud?”
-“¡No! No somos iguales. Un esclavo puede albergar cierto razonamiento con anhelos libertarios. En los laboratorios de la guerra bacteriológica encontramos fracaso como el SIDA, el ébola y otros, pero el éxito se construye de la suma de fracasos y desarrollamos una buena familia de virus SARS-COV2, con potencial de rápida propagación y con la confusión por exceso de información en los sistemas industriales de la comunicación, las primeras ganancias se obtendrán con ¡esto!” y alza una mascarilla o cubre bocas para mencionar: “Se propala la versión de cuales puede ser eficientes en el traslado o reuniones que serán controladas”. Le interrumpe un oidor:
-“Suena interesante. Esa es la primera zanahoria ¿y la segunda!” Responde:
-“Es la máxima gloria económica. ¡Creamos una vacuna con ingredientes de modificación de uno de los cuatro elementos del ADN! Lo primero que se gana es que serán de nuestra propiedad…” Es sorprendido por un grito:
-“¡Está loco! Cmo podrán ser de nuestra propiedad si acordaron nuestros ancestros de este Gobierno Secreto, la imposibilidad de registrar un organismo vivo…” corta su discurso:
-“Bueno, se refiere a un organismo vivo en forma natural pero, si modificamos ese principio, natural por creación técnica, en una vacuna, permite patentarla como patrimonio intelectual en el sector industrial y los seres modificados tendrán que pagar una cuota determinada o de lo contrario, podrían ser sujetos de embargo judicial”. Aspira profundamente y se carcajea:
-“Además, la modificación genética tiene la virtud de cambiar el razonamiento por la sumisión. ¡Somos los dueños de todo lo que esté sobre la faz de la tierra! ¿O se les olvidó como nos apoderamos del Reino Vegetal? ¡Con modificaciones genéticas conocidas como transgénicos!”
Sonrientes, todos alzaron sus copas llenas de whisky y coñac, sin percatarse que un gatito verde había visto cuando las botellas fueron inyectadas con químicos extraños, en lo que Charles Darwin llamó la "supervivencia del más apto" en su “El origen de las especies”, publicado el 24 de noviembre de 1859. Como dice el salomónico Eclesiastés: “No hay nada realmente nuevo bajo el sol” (nihil novum sub sole).
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