Un campo de cáñamo industrial en Pitomača,
Croacia.Unsplash/David Gabrić
De la mesa de redacciónDe nuestra asociada RNU
Siguiendo las recomendaciones de la Organización Mundial de
la Salud sobre los beneficios médicos y terapéuticos que los derivados de esta
planta tienen para el bienestar, 27 países de la Comisión de Estupefacientes de
la ONU han votado a favor de retirar la marihuana de sus listas de control de
estupefacientes, en una decisión que, no obstante, contó con 25 votos en contra
y una abstención.
La Comisión de Estupefacientes de la ONU ha retirado la
marihuana de su lista de narcóticos de riesgo liderando los cambios que
internacionalmente se están produciendo con respecto al cannabis.
Al revisar una serie de recomendaciones de la Organización
Mundial de la Salud sobre la marihuana y sus derivados, la Comisión de
Estupefacientes se centró en la decisión de eliminar el cannabis de la Lista IV
de la Convención Única de Estupefacientes de 1961, donde figuraba junto a
opioides adictivos y letales como la heroína.
Los 53 Estados miembros de la Comisión votaron sobre la
eliminación del cannabis de los programas de control de estupefacientes más
estrictos, donde había estado colocado durante 59 años, lo que había
desalentado su uso con fines médicos.
Con un histórico resultado de 27 votos a favor, 25 en contra
y una abstención, la Comisión de la ONU ha abierto la puerta al reconocimiento
del potencial medicinal y terapéutico de esta droga de uso común, pero aun
mayoritariamente ilegal.
Además, según distintas informaciones, la decisión también
puede impulsar la investigación científica adicional sobre las propiedades
medicinales de la planta y actuar como catalizador para que los países
legalicen la droga para uso medicinal y reconsideren las leyes sobre su uso
recreativo.
Larga espera
En enero de 2019, la Organización Mundial de la Salud dio a
conocer seis recomendaciones relacionadas con el cannabis y su retirada de los
tratados de control de drogas de la ONU.
La Comisión de Estupefacientes votó esas propuestas
originalmente durante su sesión de marzo de ese mismo año, donde muchos países
solicitaron más tiempo para estudiar su respaldo a la retirada del cannabis
como narcótico y definir mejor sus posiciones, según distintas noticias de
prensa.
Entre los muchos puntos que la Organización Mundial de la
Salud publicó con respecto a la marihuana aclaró que algunos de sus derivados
como el cannabidiol (CBD), un compuesto no intoxicante, no deben estar sujetos
a controles internacionales ya que ha asumido un papel destacado en las
llamadas terapias del bienestar en los últimos años al tiempo que ha creado una
industria de miles de millones de dólares.
Actualmente, más de 50 países han adoptado programas de
cannabis medicinal, mientras que Canadá, Uruguay y 15 estados de Estados Unidos
han legalizado su uso recreativo. México y Luxemburgo también están estudiando
esta posibilidad.
Pipas de vidrio utilizadas para fumar marihuana son vendidas
en Nueva York. ONU/Elizabeth Scaffidi
Distintas posiciones
Después de la votación, algunos países quisieron explicar su
voto. Así, Ecuador apoyó todas las recomendaciones de la OMS e instó a que la
producción, venta y uso de cannabis tenga “un marco regulatorio que garantice
las buenas prácticas, la calidad, la innovación y el desarrollo de la
investigación”.
Mientras tanto, Estados Unidos, que votó por eliminar el
cannabis de la Lista IV de la Convención Única, se inclinó por mantenerlo en la
Lista I, argumentando que es "coherente con la ciencia que demuestra que,
si bien se ha desarrollado un tratamiento derivado del cannabis seguro y
eficaz, el cannabis en sí continúa planteando riesgos importantes para la salud
pública que deben seguir estando controlados en virtud de las convenciones
internacionales de fiscalización de drogas”.
En contra se mostraron otros países como Chile que señaló, entre otras cosas, que afirma que “existe una relación directa entre el uso de cannabis y el aumento de la posibilidad de padecer depresiones, déficit cognitivo, ansiedad, y síntomas psicóticos”, entre otros aspectos, mientras Japón afirmó que el uso no médico de la planta “podría dar lugar a impactos sociales y de salud negativos, especialmente entre los jóvenes”.
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