Una mujer mayor y su nieta de seis años. La pandemia ha
hecho más pobres a los pobres, asegura la Alta Comisionada para los Derechos
Humanos, Michelle Bachelet. PMA/Al Bara Mansour
* En los últimos 11 meses, los pobres se han empobrecido
La COVID-19 se ha cebado en las fragilidades de nuestras
sociedades, exponiendo todos nuestros fracasos a la hora de construir
sociedades justas, asegura la responsable de la ONU para los derechos humanos,
que ha reprochado a los líderes mundiales haber politizado la pandemia, creado
la división y alentado teorías conspirativas. Para ella, un futuro mejor es
posible, pero solo si existe la voluntad política de poner nuestro dinero donde
más se necesita, no donde se quiere.
La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos ha hecho este miércoles un duro balance de una pandemia que ha expuesto
todas nuestras debilidades como sociedad. Al acabar de mostrar las fisuras de
nuestros sistemas, Michelle Bachelet ha advertido a la humanidad de que volver
a lo que se tenía antes de que el coronavirus hiciera irrupción en nuestras
vidas, será un fracaso.
“El 2020 es un año que ninguno de nosotros olvidará jamás. Un año terrible y devastador que ha marcado a muchos de nosotros de muchas maneras”, aseguró Michelle Bachelet antes de recordar que al menos 67 millones de personas han sido infectadas, y 1,6 millones han muerto por una pandemia que está lejos de haber terminado.
También indicó que la COVID-19 ha tenido un impacto
devastador en la economía de los países y en el empleo, en los ingresos, la
educación, la salud y el suministro de alimentos para cientos de millones de
personas, lo que ha supuesto un enorme retroceso en el desarrollo, en los
esfuerzos por aliviar la pobreza y en la mejora de la situación de las mujeres.
Para la Alta Comisionada, el año 2020 ha pasado factura no
sólo a todas las regiones y prácticamente a todos los países, sino también a
todos los derechos humanos, ya sean económicos, sociales, culturales, civiles o
políticos.
“La COVID-19 se ha cebado en las fisuras y fragilidades de
nuestras sociedades, exponiendo todos nuestros fracasos a la hora de invertir
en la construcción de sociedades justas y equitativas. Ha mostrado la debilidad
de sistemas que no han logrado dar centralidad a la defensa de los derechos
humanos”, dijo.
La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos,
Michelle Bachelet. ONU
Según la Alta Comisionada, nos enfrentamos a tres futuros
posibles muy diferentes:
Se puede salir de esta crisis en un estado aún peor que
cuando comenzó, y estar aún menos preparados para la próxima conmoción de
nuestras sociedades
Se puede luchar poderosamente para volver a la normalidad,
pero la normalidad es lo que nos ha llevado a donde estamos hoy
O se puede salir mejor
Las vacunas no previenen los estragos económicos
“En las últimas semanas se han producido avances
extraordinarios en el desarrollo de la vacuna. Esto es fruto del ingenio y la
determinación de las personas en un momento de crisis. Pero las vacunas por sí
solas no pueden resolver la pandemia, o curar el daño que ha causado”, declaró.
Bachelet hizo un llamado para que los Estados no sólo
distribuyan estas vacunas equitativamente, sino que también reconstruyan la
economía, reparen el daño causado por la pandemia y aborden las lagunas que
ésta ha expuesto.
La Alta Comisionada también reflexionó sobre el hecho de que las vacunas “no prevendrán ni curarán los estragos socioeconómicos resultado de la pandemia y que han ayudado a su propagación”.
“Pero hay una vacuna para el hambre, la pobreza, la
desigualdad y posiblemente - si se toma en serio - para el cambio climático,
así como para muchos de los otros males que enfrenta la humanidad. Es una
vacuna que desarrollamos a raíz de anteriores crisis mundiales masivas,
incluidas las pandemias, las crisis financieras y las dos guerras mundiales. El
nombre de esa vacuna es ‘derechos humanos’”, recalcó.
Para Bachelet, la COVID-19 ha puesto de relieve nuestra
incapacidad de defender esos derechos: “no sólo porque no pudimos, sino porque
no lo hicimos o decidimos no hacerlo”.
Agregó que la incapacidad de muchos países para invertir
suficientemente en la atención sanitaria universal y primaria, de conformidad
con el derecho a la salud, ha quedado expuesta como “algo extremadamente miope”
y, aunque reconoció que estas medidas preventivas vitales son costosas, razonó
que no hay nada tan costoso como no invertir en ellas.
Las vacunas no repararán los daños causados por la pandemia.
University of Oxford/John Cairns
Politización de la pandemia
Bachelet reservó duras palabras para quienes han politizado
la pandemia.
“Muchos gobiernos no actuaron con la rapidez o la decisión
suficientes para detener la propagación de la COVID-19. Otros se negaron a
tomarla en serio, o no fueron totalmente transparentes sobre su propagación.
Peor aún, en lugar de unirnos, la respuesta a la pandemia ha
llevado en algunos lugares a una mayor división. Se han descartado las pruebas
y procesos científicos, y se han sembrado teorías de la conspiración y de
desinformación y se ha permitido o alentado que prosperen”, dijo.
Otro efecto del COVID-19: la desconfianza
Todo ello ha tenido unas consecuencias que van más allá de
las cuestiones materiales: “Estas acciones han clavado un cuchillo en el
corazón del bien más preciado, la confianza. Confianza entre naciones, y
confianza dentro de las naciones. Confianza en el gobierno, confianza en los
datos científicos, confianza en las vacunas, confianza en el futuro”.
Por ese motivo, declaró que si queremos lograr un mundo
mejor tras esta calamidad, como se hizo tras la Segunda Guerra Mundial, hay que
“reconstruir esa confianza entre nosotros”.
Para la Alta Comisionada “ha sido chocante, pero
lamentablemente no sorprendente”, ver el desproporcionado número de víctimas de
la COVID-19 entre los individuos y grupos marginados y discriminados, en
particular las personas de ascendencia africana, las que pertenecen a minorías
étnicas, nacionales o religiosas, y los pueblos indígenas.
Agentes de policía de Nueva York durante las protestas
contra el racismo tras la muerte del ciudadano de origen afroamericano George
Floyd. ONU/Evan Schneider
Los pobres más pobres
Además, destacó que, en los últimos 11 meses, los pobres se
han empobrecido, los niños de hogares sin acceso o con restringida conectividad
a internet o con equipos informáticos limitados o inexistentes se han retrasado
en su educación, o la han abandonado por completo, y las niñas se han visto
especialmente afectadas.
Con respecto a la seguridad económica básica, el empleo, la
educación, la vivienda y la alimentación, “la pandemia está teniendo un impacto
negativo tan vasto y de tan amplio alcance que nos resulta casi imposible
comprender su enormidad”, continuó.
Todo esto no habría sucedido si se hubieran establecido
protecciones sociales y económicas adecuadas para una proporción mucho mayor de
la población mundial, en los países pobres y en los ricos.
En definitiva, “si hubiéramos aplicado la vacuna de los
derechos humanos” no estaríamos en tan mala situación como lo estamos hoy.
La mujer entre las más golpeadas por la pandemia
También resaltó que las repercusiones en las mujeres han
sido particularmente devastadoras y alertó de que, en algunas zonas, los
derechos de la mujer corren el riesgo de sufrir un retroceso de decenios,
incluso con respecto a un acceso más limitado a los derechos sexuales y
reproductivos.
Por ello, indicó que, para crear un futuro mejor, las
mujeres tendrán que desempeñar un papel mucho más importante en la toma de
decisiones y el establecimiento de prioridades. A este respecto, subrayó: “No
es una coincidencia que en un mundo en el que tan pocos países tienen mujeres
líderes, varios de los países que se considera que han manejado la pandemia de
manera más efectiva sean liderados por mujeres”.
A juicio de Bachelet, otros derechos como el de la libre
expresión o el de reunirse y a participar en la vida pública se han visto
afectados durante la pandemia no por las restricciones de movimiento
justificadas para limitar la propagación de la COVID-19, sino por las acciones
de algunos gobiernos que se han aprovechado de la situación para acabar con la
disidencia política y las críticas, incluso deteniendo a actores de la sociedad
civil y a periodistas.
“Algunos también parecen haber utilizado los temores y
restricciones de la COVID-19 como una forma de inclinar las elecciones a favor
del partido gobernante”, añadió.
Festival en las Islas Salomón para difundir un mensaje:
"No más violencia conta las mujeres y las niñas". ONU Mujeres
La esperanza es una verdadera voluntad política
Para Bachelet, la pandemia nos ha dejado expuestos,
vulnerables y debilitados. Sin embargo, en su devastación, también ha
proporcionado una clara visión de cómo podemos convertir el desastre en una
oportunidad para reajustar nuestras prioridades y mejorar nuestras perspectivas
de un futuro mejor.
“El principal ingrediente que necesitamos para construir ese
futuro es la voluntad política. La voluntad de poner nuestro dinero donde más
se necesita, no donde se quiere, sino donde se necesita. La voluntad de luchar
contra la corrupción, porque en muchos países, incluso en los más pobres, hay
más dinero disponible, pero se pierde cuando va directamente a los bolsillos de
unos pocos. Tenemos que abordar la desigualdad, incluso con reformas fiscales
que podrían ayudar a financiar importantes mejoras socioeconómicas”, afirmó.
Del mismo modo, consideró que los países más ricos deben
ayudar a los más pobres a superar esta crisis y a recuperarse mejor, y que se
debe reparar el sistema deshilachado del multilateralismo para gestionar la
recuperación.
El dibujo de niño italiano expresando su esperanza de que el
futuro será mejor. Genie
Una advertencia final
Bachelet se preguntó a continuación si ¿aprovecharemos este
momento para idear maneras de recuperar mejor?, si ¿aplicaremos adecuadamente
la vacuna de los derechos humanos que puede ayudarnos a construir sociedades
más resistentes, prósperas e inclusivas?, y si ¿tomaremos las medidas
necesarias inmediatas para combatir la mayor amenaza existencial de todas, el
cambio climático?
“Esperemos que así sea. Porque si no lo hacemos,
especialmente en lo que respecta al cambio climático, el año 2020 será
simplemente el primer paso en el camino hacia una mayor calamidad”, auguró
antes de sentenciar: “Hemos sido advertidos”.
Bachelet hizo todas esas reflexiones en una rueda de prensa celebrada con motivo de la celebración mañana, 10 de diciembre, del Día de los Derechos Humanos.
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