Temporada de ciclones en el Atlántico durante 2020, año en
que se ha registrado un récord con 30 tormentas. Instituto Meteorológico
Nacional de Costa Rica.
Por Danilo MORAOficial de comunicaciones del Sistema de las Naciones Unidas
en Costa Rica
Dos huracanes de las mayores categorías previstas, Eta e
Iota, barrieron recientemente Centroamérica, contribuyendo a que la temporada
de huracanes 2020 en la región haya batido todos los récords históricos. Pese a
su devastador impacto, la región y el mundo están cada día mejor preparados
para enfrentar y gestionar el riesgo ante los fenómenos climáticos extremos.
Contar con antelación con información precisa, certera marca la diferencia
entre la vida y la muerte de miles de personas.
Lo suyo no era la guerra, sino la paz, la ciencia y ayudar a
salvar la vida de las personas. De hecho, su carácter amigable, sonriente y muy
humano dan pocas pistas de su pasado militar.
Rodney Martínez dejó las fuerzas armadas de su natal Ecuador y luego de servir por 16 años en el Centro Internacional para la Investigación del Fenómeno de El Niño (CIIFEN) es hoy el representante para América del Norte, América Central y El Caribe de la Organización Meteorológica Mundial, la agencia de la ONU que coordina las predicciones de todos los servicios meteorológicos e hidrológicos nacionales a nivel mundial.
Su trabajo no es fácil pues esta región es quizá la más
expuesta y vulnerable en el mundo a eventos climáticos extremos, tal y como lo
vimos con la temporada de huracanes 2020 que batió todos los récords conocidos.
La meteorología tiene que ver más que con la predicción. Es
esa compleja cadena que empieza con la medición de una variable en el océano o
la atmósfera y termina con una persona tomando una decisión que podría salvar
su vida o mitigar la pérdida de sus medios de trabajo.
Rodney recuerda que comenzó a estudiar oceanografía y clima
cuando todavía era parte de las fuerzas armadas de su país, antes de trabajar
para la ONU. Se preparó en Colombia y empezó a mirar con angustia los posibles
impactos que tendría el fenómeno de El Niño en su país y en toda la región.
Su preocupación era justificada y los peores pronósticos se
cumplieron. Como jefe de Ciencias del Mar del Instituto Oceanográfico de la
Armada del Ecuador, le tocó enfrentar la devastación que causó su impacto en la
temporada de 1997 y 1998. Fue la peor de la historia para la región y las
pérdidas de vidas humanas y daños socioeconómicos eran inimaginables entonces.
“Esa experiencia, me marcó para siempre, porque me di cuenta
de que no bastaba la ciencia, ni los sistemas de monitoreo, ni la predicción.
Había mucho más que eso y tenía que ver con esa compleja cadena que empieza con
la medición de una variable en el océano o la atmósfera que termina con una
persona en una comunidad rural tomando una decisión basada en información
meteorológica que podría salvar su vida o mitigar la pérdida de sus medios de
trabajo y vida”, destacó.
Rodney Martínez, director regional de la Organización
Meteorológica Mundial para Amércia del Norte, Centroamérica y el Caribe observa
la evolución del tiempo atmosférico. ONU Costa Rica/Danilo Mora
Los avances de la ciencia y la tecnología al servicio de las personas
Hace unos años las entidades meteorológicas de la región
eran pequeñas oficinas, con severas limitaciones y muchas de ellas sin siquiera
una computadora o acceso a imágenes de satélites. Recibían la información por
correo postal o en el mejor de los casos una imagen blanco y negro, a veces
borrosa que salía del fax. Los pronósticos tenían que elaborarse “a mano”, con
regla, papel y lápiz, sobre información que quizá no estaba actualizada y
muchas oficinas no tenían el personal especializado necesario. En estos
contextos, los países tenían que enfrentar los eventos climáticos que muchas
veces les tomaban por sorpresa.
Pero la ciencia y la tecnología han avanzado
significativamente en el último par de décadas. Hoy tenemos oficinas
meteorológicas más preparadas, con personal calificado y acceso a tecnología
del más alto nivel. Podemos entonces predecir los eventos con mucha
anticipación y seguir en tiempo real los fenómenos climáticos a través de
imágenes de satélite. Nada de esto hubiese sido posible sin el trabajo de la
Organización Meteorológica Mundial.
Y es que el contar con información precisa, certera y con la
suficiente antelación marca la diferencia entre la vida y la muerte de muchos
miles de personas.
La meteorología no es un asunto de saber si tenemos que usar
abrigo y sombrilla al salir de casa. Se trata de una ciencia aplicada que nos
ha permitido dar seguimiento a fenómenos climáticos extremos, hacer
evacuaciones y reducir el riesgo para personas y comunidades enteras.
Explica la Organización Meteorológica Mundial que las
condiciones climatológicas están cambiando aceleradamente y el tiempo hoy es
más adverso.
América Latina y el mundo necesitan cada día más
profesionales especialistas en el clima para poder anticipar lo que va a
ocurrir y gestionar el riesgo. Esto contribuye significativamente a salvar
vidas.
Y es que un meteorólogo es útil para todos los usuarios,
desde el agricultor que vive en una zona alejada y que necesita saber cuándo
empezarán las lluvias, hasta el director de una central hidroeléctrica que
provee servicios a todo un país.
Uno de los grandes éxitos y avances de los últimos años, ha
sido el acercar más la ciencia de la meteorología a la gente, orientando sus
servicios y colocando a los usuarios en el centro de su acción.
La evidencia de su impacto en la vida de las personas es
clara. Centroamérica se vio afectada recientemente por dos fenómenos ciclónicos
de alta intensidad: los huracanes Eta e Iota. Con una trayectoria muy similar
golpearon a Nicaragua y Honduras principalmente, aunque también a Guatemala, El
Salvador, Costa Rica, Belice y Panamá.
Daños causados por los huracanes Eta e Iota en la ciudad
guatemalteca de San Pedro Carcha. Emiliano Tux Chub
“Tuvimos dos
huracanes que afectaron a Centroamérica. No se podía hacer nada para detenerlos,
pero lo importante era que sabíamos que venían, conocíamos el rumbo que
tomarían y los países pudieron prepararse. Eso es uno de los frutos de la
coordinación de la Organización Meteorológica Mundial con las instituciones y
centros especializados del mundo a lo largo de décadas”, destacó Rodney.
Si bien estos eventos de 2020 registraron lamentablemente
cerca de 200 muertos, además de daños a las infraestructuras y fuertes pérdidas
económicas, los impactos no son comparables a lo que vivió la región a fines
del siglo pasado con el huracán Juana en 1988 y el huracán Mitch diez años
después. Este último, por ejemplo, causó cerca de 10.000 muertos, igual número
de desaparecidos y cerca de 12.000 heridos, así como impactos socioeconómicos
que llevaron muchos años recuperar.
¿Por qué es importante la Organización Meteorológica Mundial?
La OMM está trabajando con los países para lograr cada día
mejores sistemas de previsión, entidades con más capacidades para contribuir en
la gestión del riesgo y la coordinación necesaria para que todos los países
tengan acceso a la mejor tecnología e información.
Hoy la Organización coordina con las agencias espaciales del
mundo para compartir información de alrededor de 200 satélites que, gracias a
los acuerdos alcanzados, están al servicio del estudio de la meteorología para
poder realizar mejores modelos y proyecciones.
Asimismo, su red de trabajo moviliza a “un ejército de paz y
ciencia” con más de 200.000 científicos, expertos y técnicos en todo el mundo
que se conectan para apoyar a los países a enfrentar los riesgos y prepararse
mejor.
En la actualidad la OMM tiene 193 países miembros y Costa
Rica es uno de ellos. El Instituto Meteorológico Nacional de Costa Rica es hoy
una de las instituciones científicas más reconocidas de su país y la región, y
sus pronósticos llegan a todos los extremos de la nación, no sólo a través de
los medios de comunicación tradicionales, sino a través de sus propios canales:
páginas web, redes sociales y hasta aplicaciones para teléfono celular.
Werner Stolz, director del Instituto, explica que el trabajo
con la Organización Meteorológica Mundial se ha traducido en la generación de
oportunidades para el país, pero también en la de facultad de contar con
información valiosa para hacer frente a los riesgos.
Werner Stolz, director del Instituto Meteorológico Nacional
de Costa Rica. ONU Costa Rica/Danilo Mora
Cambio de perspectiva
El funcionario costarricense explicó que quizá la gente no
se da cuenta que pulsar sobre una imagen satelital en internet es el resultado
de un gran esfuerzo, acuerdos e interpretación científica de información, que
hace posible su disponibilidad para todo el mundo.
Aseveró también que, con el apoyo de la OMM y su amplia red
internacional, van a lograr implementar en 2021 el sistema de pronóstico de
impacto, lo que implica por ejemplo pasar de informar de la cantidad de lluvia
que caerá en una zona al impacto que van a tener esas precipitaciones en las
comunidades.
El Instituto Meteorológico Nacional costarricense destacó
también que durante los próximos años esperan hacer más inversiones en
tecnología para seguir subiendo peldaños hacia el perfeccionamiento de los
pronósticos y su enfoque sobre cómo nos afectan como personas, en línea con el
nuevo enfoque que promueve la OMM a nivel internacional.
Desafíos para llegar a los más vulnerables
Rodney lo llama LA ÚLTIMA MILLA: las personas en condición
de exclusión, como pueblos indígenas y campesinos pobres que se enteran de la
tormenta cuando ya la tienen encima.
La comunidad internacional y los países todavía deben
recorrer ese difícil camino para asegurar que las personas que más lo necesitan
cuenten con la información a tiempo para tener la capacidad de tomar las
mejores decisiones.
Los responsables de la OMM están preocupados de que estas
condiciones se agraven en una región en donde la vulnerabilidad sigue
creciendo: aumento de la pobreza y la desigualdad, limitado acceso a la salud y
educación, aumento del desempleo y otros embates profundizados por la pandemia
del COVID-19.
Una imagen de Satélite de la NASA muestra al huracán Iota
tocando tierra en Centroamérica. NASA
Para el representante de la OMM los países no pueden darse
el lujo de descuidar sus instituciones meteorológicas en tiempos de pandemia.
“No podemos poner en riesgo la vida de las personas”, destacó Martínez.
También señaló la necesidad de profundizar más y más en un
enfoque integrado: suelos, ríos, mares, atmósfera y todo ello en función de los
impactos que causan, así también en la urgencia de seguir formando más
científicos especialistas en meteorología para asegurar que los países cuenten
con el recurso humano necesario para enfrentar los crecientes embates del clima
que vendrán por delante.
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