* El Ombudsman nacional, Luis Raúl González Pérez, participó en la 30ª Asamblea General de la GANHRI en Ginebra, Suiza, donde señaló que ese discurso pone en riesgo la dignidad humana y los derechos de toda persona
De la Mesa de Redacción Rafael Castilleja
De Arcano Político
Luis Raúl González
Pérez, Ombudsman nacional, destacó en la 30ª Asamblea General de la Alianza Global de Instituciones Nacionales de Derechos Humanos (GANHRI) en Ginebra. (Foto: Arcano Radio) |
Convocó este miércoles 8 de marzo en Ginebra, Suiza, la
Comisión Nacional de Derechos Humanos a más de cien organismos mundiales, a enfrentar
el resurgimiento del discurso de odio en Estados Unidos y en el mundo, en el
Panel “Factores que contribuyen al clima de violencia”, en el marco de la 30ª GANHRI.
Luis Raúl González Pérez, Ombudsman nacional, destacó en la
30ª Asamblea General de la Alianza Global de Instituciones Nacionales de
Derechos Humanos (GANHRI), que preside Beate Rudolph y se lleva a cabo en
Ginebra, que se trata de un asunto de gravedad, ya que pone en riesgo el
reconocimiento de la dignidad humana y los derechos iguales e inalienables que
corresponden a toda persona.
González Pérez compartió el panel, que fue presidido por
Chemuta Divine Banda, Presidenta Regional para África de la GANHRI y Presidenta
de la Comisión de Derechos y Libertades Humanos de Camerún, y moderado por
Félix Kirchmeier, Director de Estudios Políticos de la Academia de Ginebra, con
Magali Lafourcade, Secretaria General de la Comisión Nacional Consultiva de los
Derechos Humanos de Francia; Bongani Majola, Presidente de la Comisión de
Derechos Humanos de Sudáfrica, y Sima Samar, Presidente de la Comisión Independiente
de Derechos Humanos de Afganistán.
Ante representantes de más de 100 instituciones miembros de
la GANHRI, reunidos en el Palacio de las Naciones, el Ombudsman mexicano llamó
a retomar con vigor los postulados de “La Declaración y el Programa de Acción
de Durban” para que, desde las Instituciones Nacionales de Derechos Humanos se
impulse una plataforma para luchar contra la discriminación, xenofobia e
intolerancia, así como se promueva una cultura de respeto a la
multiculturalidad y mostrar la riqueza y valor de vivir y convivir en la
diversidad.
“El siglo XX se caracterizó por la intolerancia y el enorme
dolor que le causó a la humanidad; estamos a tiempo de revertir esta tendencia
y de hacer del siglo XXI el siglo de los derechos humanos. El respeto y el
reconocimiento a las diferencias no es una utopía, es una realidad posible y
también tenemos muestras de ello”, afirmó.
En su ponencia sobre “El rol de las Instituciones Nacionales
de Derechos Humanos ante el Discurso de Odio”, destacó que el discurso de odio
que se creía residuo del pasado, “cobra actualidad y vigencia como una renovada
retórica que degrada, intimida, promueve prejuicios e incita a la violencia
contra personas y colectivos, ya no sólo por motivos de raza sino,
fundamentalmente, por diferencias culturales basadas en la nacionalidad, la
condición social y económica, las preferencias sexuales o las convicciones
religiosas”.
Subrayó que la promoción del discurso transgresor de la
actualidad se ensaña con los grupos en mayor situación de vulnerabilidad, como
son los migrantes y refugiados, toda vez que, desde las más altas esferas del
poder, se promueve un rechazo extremadamente violento en su contra.
“Desde la lógica de los derechos humanos –enfatizó— hemos
aprendido que un prejuicio lleva a la discriminación; la discriminación, a la
persecución, y la persecución, al exterminio”.
Luego de referir que el racismo, la xenofobia y las nuevas
formas de exclusión y discriminación responden, como antaño, a la construcción
simbólica, que no real, de un “enemigo”, González Pérez recordó que el discurso
de odio dejó como dolorosas lecciones en el siglo XX dos guerras mundiales y
tres genocidios, como el ocurrido en Ruanda, donde la mitad de la población
exterminó a la otra mitad.
“No podemos volver al pasado, no podemos permitir que el
discurso de odio gane terreno, basado en un supuesto ejercicio de la libertad
de expresión y las libertades públicas”, aseguró.
Explicó que este problema se agrava cuando tales expresiones
emanan de las autoridades e instituciones del Estado, particularmente si
provienen de un mandatario con poder e incidencia en todo el mundo.
“Sabemos también –continuó— que este discurso es contagioso
al carecer de virtudes cognitivas o de argumentos racionales, pero sí cargado
de elementos emocionales y sensitivos que refuerzan la idea de una “supuesta
seguridad y protección”, garantizada en la medida que se excluye y discrimina a
los otros, los extraños, los extranjeros, los diferentes”.
González Pérez se pronunció, finalmente, por propiciar un
diálogo civilizatorio como sustento que da cuerpo y contenido a la Agenda 2030
sobre Desarrollo Sostenible, para que “nadie quede atrás, que nadie quede
excluido”, y señaló que la diversidad cultural debe adoptarse como
característica permanente que enriquece y recrea nuestra humanidad en lo
individual y a nuestras sociedades conformadas por la multiculturalidad.
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