De la Mesa de Redacción
Radio Vaticano
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El Papa y los líderes
de Europa. Foto: RV.
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Discurso del papa Francisco
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El encuentro se llevó a cabo la tarde del viernes 24 en la
Sala Regia del Palacio Apostólico, donde hace menos de un año el Papa acogió a
los líderes de los países europeos luego de la entrega del Premio Carlomagno,
que el Obispo de Roma aceptó dedicándolo a la paz.
El de este viernes es el tercer encuentro con representantes
de Europa de Francisco, que el 2014 visitó el Parlamento europeo en
Estrasburgo. Los jefes de Estado y de gobierno de la Unión Europea y sus
delegaciones presentes hoy fueron 27, además de los representantes de las
instituciones europeas: Antonio Tajani, Presidente del Parlamento Europeo;
Donald Tusk, Presidente del Consejo Europeo, y Jean-Claude Junker, Presidente
de la Comisión Europea. Antes del discurso del Papa, intervinieron el
Presidente del Consejo de ministros italiano Paolo Gentiloni, y el Presidente
del Parlamento Europeo, Antonio Tajani.
En su discurso el Papa observó que volver a Roma, “donde se
sentaron las bases políticas, jurídicas y sociales de nuestra civilización”,
sesenta años más tarde, no puede ser sólo un viaje al pasado, sino más bien el
deseo de redescubrir la memoria viva de ese evento para comprender su
importancia en el presente.
“Es necesario conocer bien los desafíos de entonces
para hacer frente a los de hoy y a los del futuro”, precisó, agregando que el
25 de marzo de 1957 fue un día cargado de expectación y esperanzas, entusiasmos
y emociones, una fecha única en la historia. “El recuerdo de ese día está unido
a las esperanzas actuales y a las expectativas de los pueblos europeos que
piden discernir el presente para continuar con renovado vigor y confianza el
camino comenzado”.
“Los Padres fundadores nos recuerdan que Europa no es un
conjunto de normas que cumplir, o un manual de protocolos y procedimientos que
seguir. Es una vida, una manera de concebir al hombre a partir de su dignidad
trascendente e inalienable y no sólo como un conjunto de derechos que hay que
defender o de pretensiones que reclamar”, puntualizó.
El Obispo de Roma se formuló las siguientes preguntas: ¿Cuál
es la herencia de los Padres fundadores? ¿Qué prospectivas nos indican para
afrontar los desafíos que nos aguardan? ¿Qué esperanza para la Europa de hoy y
de mañana?
“La respuesta la encontramos precisamente en los pilares
sobre los que ellos han querido edificar la Comunidad económica europea: la
centralidad del hombre, una solidaridad eficaz, la apertura al mundo, la
búsqueda de la paz y el desarrollo, la apertura al futuro. A quien gobierna le
corresponde discernir los caminos de la esperanza, identificar los procesos
concretos para hacer que los pasos realizados hasta ahora no se dispersen, sino
que aseguren un camino largo y fecundo”.
El Santo Padre volvió a insistir en que Europa encuentra de
nuevo esperanza cada vez que pone al hombre en el centro y en el corazón de las
instituciones. “Considero- añadió- que esto implica la escucha atenta y
confiada de las instancias que provienen tanto de los individuos como de la
sociedad y de los pueblos que componen la Unión”.
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