De la Mesa de Redacción
De Radio Vaticano
El Papa Francisco ante la
Asamblea General
de la ONU, el 25 de septiembre
de 2015.
Foto de archivo.
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El Mensaje pontificio fue leído por el Subsecretario para
las Relaciones con los Estados, Jefe de la Delegación de la Santa Sede, Mons.
Antoine Camilleri.
Reiterando lo que dijo ante la Asamblea General de la ONU,
el Papa recuerda que el 25 de septiembre de 2015, subrayó que «el Preámbulo y
el primer artículo de la Carta de las Naciones Unidas indican los cimientos de
la construcción jurídica internacional: la paz, la solución pacífica de las
controversias y el desarrollo de relaciones de amistad entre las naciones».
Y que «una ética y un derecho basados sobre la amenaza de la
destrucción recíproca – y potencialmente de toda la humanidad – contradicen el
espíritu mismo de las Naciones Unidas».
Por lo que, una vez más, el Papa Francisco señala que
«debemos comprometernos por un mundo sin armas nucleares, aplicando plenamente
el Tratado de no proliferación, en la letra y en el espíritu».
Considerando las principales amenazas contra la paz y la
seguridad con sus múltiples dimensiones, en este mundo multipolar del siglo
XXI, como por ejemplo el terrorismo, los conflictos asimétricos, la seguridad
informática, los problemas ambientales, la pobreza, el Papa señala que «emergen
no pocas dudas sobre la insuficiencia de la disuasión nuclear para responder
eficazmente a dichos desafíos».
Preocupación que el Papa Francisco destaca considerando «las
catastróficas consecuencias humanitarias y ambientales que se producen con el
empleo de cualquier tipo de arma nuclear, con devastadores efectos
indiscriminados e incontrolables en el tiempo y en el espacio».
En este contexto, el Mensaje del Papa hace hincapié también
con preocupación en el «despilfarro de recursos» para las armas nucleares y
objetivos militares: recursos «que, sin embargo, se podrían utilizar para
prioridades más significativas, como la promoción de la paz y del desarrollo
humano integral, así como la lucha contra la pobreza y la actuación de la
Agenda 2030 para el desarrollo sostenible».
La comunidad internacional está llamada a adoptar
estrategias de largo alcance para promover la paz para toda la humanidad
La paz y la estabilidad internacional no se pueden fundar
sobre un «falso sentido de seguridad, sobre la amenaza de un destrucción
recíproca», vuelve a reiterar el Papa, para luego recordar que «la paz se debe
construir sobre la justicia, el desarrollo humano integral, el respeto de los
derechos humanos fundamentales, la custodia de la creación, la participación de
todos en la vida pública, la confianza entre los pueblos, la promoción de
instituciones pacíficas, el acceso a la educación y a la salud, el diálogo y la
solidaridad».
«El objetivo final de la eliminación total de las armas
nucleares se vuelve un desafío y también un imperativo moral y humanitario»,
escribe el Papa Francisco, que alienta a la humanidad a aunar esfuerzos en un
diálogo inclusivo:
«Los estados que poseen armas, los países que no las poseen,
los sectores militares y privados, comunidades religiosas, sociedad civil,
Organizaciones internacionales. En este esfuerzo debemos evitar aquellas formas
de recriminación recíproca y de polarización que impiden el diálogo, en lugar
de alentarlo».
El Mensaje del Papa termina deseando que los trabajos de la
Conferencia de la ONU, para negociar un instrumento legalmente vinculante que
prohíba las armas nucleares y que conduzca a su total eliminación, «puedan ser
proficuos y puedan dar una contribución eficaz para avanzar en aquella ética de
la paz y de la seguridad cooperativa multilateral, que tanto necesita hoy la
humanidad».
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