Por Renato MARTÍNEZ
Periodista de Radio Vaticano
Plenaria de la Congregación
para el Clero.
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En su discurso, el Santo Padre agradeció a todos los
miembros de este dicasterio vaticano, por su generoso servicio en favor de los
sacerdotes y de su formación, a pocos meses de la promulgación de la nueva
Ratio Fundamentalis. “Este documento – afirmó el Papa – habla de una formación
integral, capaz de incluir todos los aspectos de la vida; y de este modo indica
la vía para formar al discípulo misionero. Un camino fascinante y al mismo
tiempo exigente”.
Reflexionando sobre estos dos aspectos, lo fascinante de la
llamada y las exigencias que esa comporta, he pensado – dijo el Pontífice – en
particular en los jóvenes sacerdotes, que viven la alegría del inicio de su
ministerio y el peso que sienten al empezar su misión. “El corazón de un joven
sacerdote vive entre el entusiasmo de los primeros proyectos y el ansia de las
fatigas apostólicas, en las cuales se inmerge con cierto temor, que es signo de
sabiduría. Él siente profundamente el júbilo y la fuerza de la unción recibida,
pero sus espaldas inician a ser gradualmente cargadas por el peso de la
responsabilidad, por los numerosos compromisos pastorales y las esperanzas del
Pueblo de Dios”.
Es necesario admitir, precisó el Obispo de Roma, que los
jóvenes muchas veces son juzgados de modo superficial, etiquetándolos como una
generación “liquida”, privada de pasiones e ideales. Pero esto, dijo el Papa,
no debe impedirnos de reconocer que los jóvenes son capaces de apostar
firmemente por la vida y de ponerse en juego con generosidad, mirando al futuro
con valentía y esperanza. “Esto es lo que quisiera decir a los sacerdotes
jóvenes: ustedes son elegidos, son queridos por el Señor, Dios los mira con
ternura de Padre y, después de haber enamorado a sus corazones, no dejará
vacilar sus pasos. Ante sus ojos son importantes y Él tiene confianza que
estarán a la altura de la misión a la cual los ha llamado”.
Por ello, pensando en la nueva Ratio, que habla del
sacerdote como de un discípulo misionero en formación permanente, deseo
subrayar señaló el Pontífice, algunas actitudes importantes: orar sin
cansancio, caminar siempre y compartir con el corazón.
Orar sin cansancio
Orar sin cansancio. Para que podamos ser “pescadores de
hombres” sólo si nosotros en primer lugar, dijo el Papa, reconocemos ser “pescados”
por la ternura del Señor. “Nuestra vocación ha iniciado cuando, abandonamos la
tierra de nuestro individualismo y de nuestros proyectos personales, y nos
encaminamos hacia el ‘santo viaje’, entregándonos a ese Amor que nos ha buscado
en la noche y a esa Voz que ha hecho vibrar nuestro corazón”. Recuerden,
advirtió el Sucesor de Pedro, cada día necesitamos detenernos, ponernos a la
escucha de la Palabra de Dios y permanecer ante el Tabernáculo. La oración, la
relación con Dios, el cuidado de la vida espiritual dan alma al ministerio
sacerdotal.
Caminar siempre
Caminar siempre, porque un sacerdote jamás termina, dijo el
Papa. Es siempre un discípulo, peregrino por las vías del Evangelio y de la
vida, entre el misterio de Dios y las personas a él confiadas. “Jamás podrá
sentirse satisfecho, ni podrá apagar la saludable inquietud que le hace
extender las manos al Señor para dejarse formar y llenar. Actualizarse siempre
y permanecer abiertos a las sorpresas de Dios. De hecho, en cada ámbito de la
vida presbiteral es importante progresar en la fe, en el amor y en la caridad
pastoral, sin enraizarse en las propias adquisiciones o fijarse en los propios
esquemas”.
Compartir con el Corazón
Finalmente, concluye el Papa Francisco, compartir con el
corazón, porque la vida presbiteral no es una oficina burocrática, ni un
conjunto de prácticas religiosas o litúrgicas por desarrollar. “Ser sacerdotes
es jugarse la vida por el Señor y por los hermanos, llevando en la propia carne
las alegrías y las angustias del Pueblo, donando tiempo y escucha para sanar
las heridas de los demás, y ofreciendo a todos la ternura del Padre”.
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