* Baja de 3 a 2.7 por ciento proyección de crecimiento en 2019
De la Mesa de Redacción Rafael Castilleja
De Arcano Político
Ajustó el Fondo Monetario Internacional (FMI) su perspectiva
de crecimiento económico de México en 2019, de 3 por ciento a 2.7 por ciento,
por las dudas generadas en los planteamientos económicos del virtual presidente
electo, Andrés Manuel López Obrador y la profundización de la guerra comercial
de Donald Trump con el mundo.
En un artículo de Maurice Obstfeld, para el blog Diálogo a
Fondo del FMI, se detalla: En medio de las crecientes tensiones que rodean el
comercio internacional, la expansión mundial general que comenzó hace más o
menos dos años ha perdido el ímpetu y el equilibrio. Seguimos proyectando tasas
de crecimiento mundial de apenas 3,9%, aproximadamente, para este año y el
próximo, pero estimamos que el riesgo de que los resultados sean peores se ha
acrecentado, incluso a corto plazo.
En términos generales, el crecimiento conserva el vigor en
las economías avanzadas, pero se ha enfriado en muchas; tal es el caso de
Japón, el Reino Unido y la zona del euro. Por el contrario, el PIB continúa
creciendo con más rapidez que el potencial y la creación de empleo sigue siendo
robusta en Estados Unidos, en gran medida gracias a los recientes recortes de
los impuestos y el aumento del gasto público. Ahora bien, las proyecciones
indican que incluso el crecimiento estadounidense se desacelerará en los
próximos años, una vez que la dilatada recuperación cíclica toque a su fin y
los efectos del estímulo fiscal pasajero se desvanezcan. En las economías
avanzadas, proyectamos un crecimiento de 2,4% para 2018; es decir, 0,1 puntos
porcentuales menos de lo previsto en la edición de abril de Perspectivas de la
economía mundial. Mantenemos invariable el pronóstico de 2,2% de crecimiento en
2019 para ellas.
En las economías de mercados emergentes y en desarrollo como
grupo, aún prevemos tasas de crecimiento de 4,9% en 2018 y 5,1% en 2019. Sin
embargo, estos porcentajes agregados ocultan cambios diferentes en las
evaluaciones individuales de los países.
China seguirá creciendo tal como preveíamos. En algunas
economías grandes de América Latina, en economías emergentes de Europa y en
Asia, prevemos ahora tasas de crecimiento inferiores a las de abril. Los
trastornos del suministro y las tensiones geopolíticas han contribuido al alza
de los precios del petróleo, lo cual beneficia a los exportadores (por ejemplo,
Rusia y los productores de Oriente Medio), pero perjudica a los importadores
(India, por ejemplo). Dentro del conjunto de las economías de mercados
emergentes, las revisiones al alza y a la baja en gran medida se compensan.
En general, el crecimiento de África subsahariana superará
el de la población en los próximos dos años, empujando al alza el ingreso per
cápita de muchos países, pero a pesar de la recuperación parcial de los precios
de las materias primas, el crecimiento no alcanzará los niveles observados
durante el boom de las materias primas de la década de 2000. En África, sucesos
negativos como el conflicto civil o los shocks meteorológicos podrían
intensificar la presión a la emigración, sobre todo hacia Europa.
La política de la Reserva Federal y las tensiones comerciales
Como de costumbre, la política de la Reserva Federal es
decisiva para la evolución de la situación financiera internacional. Dado el
vigoroso nivel de empleo y el avance de la inflación, la Reserva Federal se
prepara para continuar subiendo las tasas de interés durante los próximos dos
años, adoptando una orientación más restrictiva que la de otras economías
avanzadas y fortaleciendo el dólar de EE.UU. El dólar ya se ha apreciado
ampliamente desde abril, y las condiciones financieras que enfrentan las
economías emergentes y de frontera son ligeramente más constrictivas. Aun así,
esas condiciones continuarán siendo relativamente favorables en términos
históricos, y por el momento los mercados siguen diferenciando entre
prestamistas; las presiones en las cuentas de capital son particularmente
intensas para las economías con debilidades evidentes (por ejemplo,
incertidumbre política o desequilibrios macroeconómicos). Ahora bien, si la
Reserva Federal restringiera la política monetaria con más rapidez de lo
previsto ahora, un mayor número de países podrían sentir presiones más agudas.
Pero el riesgo de que las tensiones comerciales recrudezcan
—con efectos adversos en la confianza, los precios de los activos y la
inversión— constituye el peligro a corto plazo más grave para el crecimiento
mundial. Los desequilibrios mundiales en cuenta corriente probablemente se
profundicen debido al aumento relativamente elevado de la demanda en Estados
Unidos, exacerbando potencialmente las fricciones. Estados Unidos ha iniciado
medidas comerciales que afectan a una amplia variedad de países y se enfrenta a
represalias o amenazas de represalia por parte de China, la Unión Europea, los
socios del TLCAN y Japón, entre otros. Nuestro modelado hace pensar que, si las
amenazas actuales se hacen realidad y hacen caer la confianza de las empresas,
el producto mundial podría ubicarse alrededor de 0,5% por debajo de las
proyecciones actuales para 2020. Como centro de las represalias
internacionales, Estados Unidos está expuesto a la tributación de un porcentaje
relativamente alto de sus exportaciones en los mercados mundiales si el
conflicto comercial se generaliza, y por ende es especialmente vulnerable.
Incertidumbre política, mercados despreocupados
Otros riesgos son ahora más pronunciados que en el momento
de la publicación de nuestros pronósticos de abril. La incertidumbre política
ha recrudecido en Europa, donde la Unión Europea enfrenta dificultades
políticas fundamentales en cuanto a la política migratoria, la gobernanza
fiscal, las normas relacionadas con el Estado de derecho y la arquitectura
institucional de la zona del euro. Las condiciones en torno al brexit continúan
sin decidirse a pesar de meses de negociación. Las transiciones políticas que
vivirá América Latina en los próximos meses agudizan la incertidumbre. Por
último, aunque los peligros geopolíticos parecen estar en remisión, los
factores que los impulsan aún están en juego en muchos casos.
Los mercados financieros parecen estar más bien
despreocupados de estas contingencias; en muchos países, las valoraciones son
elevadas y los diferenciales están comprimidos. Con todo, el alto nivel de
deuda pública y privada representa al mismo tiempo una fuente general de
vulnerabilidad. Indudablemente, los precios de los activos están sustentados no
solo por las condiciones financieras favorables, sino también por un panorama
de crecimiento mundial que aún es, en general, satisfactorio. Por ende, son
susceptibles a una revaloración repentina si el crecimiento y las utilidades
empresariales previstas sufren un tropiezo. Para respaldar el crecimiento a mediano
plazo —teniendo en cuenta que las tasas de crecimiento tendencial serían más
bajas en las economías avanzadas y en muchos exportadores de materias primas—,
es necesario que las autoridades actúen ahora para incrementar el potencial de
crecimiento y afianzar la resiliencia a través de reformas, reconstituyendo al
mismo tiempo los márgenes fiscales de protección y guiando la política
monetaria con cuidado para mantener las expectativas de inflación bien ancladas
en las metas.
Equidad económica, cooperación internacional
Los gobiernos también deben prestar más atención a la
equidad económica entre los ciudadanos y, sobre todo, proteger a los más
pobres. El descontento político generalizado que alimenta muchos de los
actuales riesgos para la política económica, incluso en el ámbito del comercio
internacional, tiene sus raíces en las experiencias de varios países con un
crecimiento no incluyente y la transformación estructural, acentuadas por la
crisis financiera de 2007–09 y las dificultades que le siguieron. Es urgente
corregir las tendencias subyacentes a través de políticas que promuevan la
equidad y el crecimiento, cerciorándose al mismo tiempo de contar con
herramientas macroeconómicas para hacer frente a la próxima desaceleración
económica. De lo contrario, el futuro político no podrá sino ser más sombrío.
Al hacer frente a estos retos, los países deben resistir una
filosofía aislacionista y recordar que la cooperación multilateral es vital
frente a un abanico de problemas de interés común. Las cuestiones de interés
común —ante las cuales el accionar nacional no basta— abarcan el
fortalecimiento del sistema multilateral de comercio internacional, la
reducción de los desequilibrios mundiales excesivos, la política de estabilidad
financiera, la política tributaria internacional, el ciberterrorismo y otras
amenazas terroristas, el control de las enfermedades y el calentamiento del
planeta. Asimismo, se necesita un esfuerzo verdaderamente internacional para
reducir la corrupción, que socava la fe en el gobierno en tantos países. Por
último, los repetidos estallidos de presión migratoria internacional, que
últimamente resultaron tan desestabilizantes en términos políticos, no podrán
evitarse sin una actuación concertada encaminada a mejorar la seguridad internacional,
respaldar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y resistir el cambio climático
y sus efectos.
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