Por Christine LAGARDE
Directora Gerente del FMI
Para Arcano Radio
El artista Claude Monet dijo una vez, “Trabajé sin parar,
porque en este momento la marea está justo como la necesito”. Cuando los
ministros de Hacienda y vice gobernadores de bancos centrales del Grupo de los
Veinte se reúnan esta semana a orillas del Río de la Plata en Buenos Aires,
deberían inspirarse en estas palabras de Monet y aprovechar el crecimiento
mundial antes de que la marea cambie.
Este lunes, el FMI publicó la Actualización de Perspectivas
de la economía mundial que confirmó las proyecciones de la edición de abril: en
2019 el crecimiento mundial será del 3,9%. Pero esto podría indicar que la
marea ha llegado a su altura máxima. El crecimiento ya comienza a desacelerarse
en la zona del euro, Japón y el Reino Unido. A mediano plazo, se prevé que en
Estados Unidos el crecimiento impulsado por el reciente estímulo fiscal se
modere. En los mercados emergentes, el crecimiento ahora se muestra más
desigual que en abril, debido en parte al aumento de los precios del petróleo y
las presiones monetarias.
Por ende, los ministros de Hacienda y vice gobernadores de
bancos centrales del G-20 tienen una nutrida agenda de cara a su reunión en
Argentina. ¿En qué deberían concentrar sus esfuerzos? Hay tres principales
esferas en las que pueden avanzar esta semana: el comercio mundial, las
vulnerabilidades de las economías de mercados emergentes y el efecto de la
tecnología en el empleo.
El comercio mundial
Las tensiones comerciales ya están haciendo mella, pero la
magnitud del daño que puedan causar dependerá de lo que hagan ahora los
responsables de la política económica. En abril, el FMI advirtió sobre los
perjuicios que conllevan las medidas proteccionistas para quienes las adoptan.
Desafortunadamente la retórica se ha transformado en realidad y en el último
mes han entrado en vigor una sucesión de aranceles y represalias arancelarias.
Datos recientes de Europa y Asia señalan un descenso de los nuevos pedidos de
exportación y una disminución de la confianza en algunos países exportadores de
automóviles, por ejemplo Alemania.
La nota de supervisión del G-20 publicada hoy presenta una
simulación con cuatro hipótesis comerciales para la economía mundial. En una de
ellas, si todos los aranceles anunciados al día de hoy entraran en vigor, el
producto mundial se reduciría un 0,1% en 2020. Además, si la confianza de los
inversionistas se viera afectada por estos aranceles, nuestra simulación
muestra que el PIB mundial podría disminuir un ½%, es decir, unos USD 430.000
millones, con respecto a la proyección actual para el año 2020.
En nuestro análisis también examinamos las repercusiones por
región. Aunque en último término todos los países se verían perjudicados en
caso de conflictos comerciales, la economía estadounidense es especialmente
vulnerable porque gran parte de su comercio internacional será objeto de
medidas de represalia. Además, la pérdida del PIB no es el único costo.
En medio de la agitación provocada por las tensiones
comerciales, ahora corremos el riesgo de perder nuestro norte. Como dije hace
poco, “el futuro del comercio es el futuro de los datos”. El debate sobre el
comercio se debería centrar en la modernización de las normas comerciales y
abordar las cuestiones de los derechos de propiedad intelectual y la adopción
de acuerdos innovadores sobre comercio electrónico y servicios digitales. Los
responsables de política económica pueden aprovechar esta reunión del G-20 para
dejar atrás represalias arancelarias contraproducentes e idear en cambio
soluciones multilaterales que mejoren el sistema del comercio mundial.
Vulnerabilidades de los mercados emergentes
Los conflictos comerciales también están exacerbando la
situación, ya de por sí complicada, de los mercados emergentes. El aumento de
las tasas de interés estadounidenses ha ejercido presión en muchas economías en
desarrollo, por ejemplo Brasil y Turquía. En mayo y junio de este año, los
inversionistas han retirado en total más de USD 14.000 millones de los mercados
emergentes. En respuesta, los responsables de política económica de varios
mercados emergentes han aumentado sus tasas de interés y algunos han
intervenido directamente para apuntalar su moneda nacional.
Hasta la fecha, esta presión se ha limitado a unos pocos
países y está lejos de generar efectos tan generalizados como los del “taper
tantrum” de 2013 [es decir, la conmoción causada por el repliegue del estímulo
monetario de 2013]. No obstante, como las tasas de interés estadounidenses
siguen subiendo, existe el riesgo de que más países puedan experimentar una
agudización de la presión. ¿Qué pueden hacer los mercados emergentes? Usar
todos los instrumentos que tengan a su alcance.
Los tipos de cambio deben seguir siendo flexibles para
absorber los shocks y ayudar a los países a hacer frente a la salida de los
inversionistas.
Los organismos de regulación deben actuar de manera
coordinada para evitar que el crecimiento excesivo del crédito redunde en una
nueva crisis, por ejemplo, garantizando la liquidez en los mercados
financieros.
Dados los altos niveles de deuda en muchos países, se debe
recurrir a la política fiscal para preservar y reponer las reservas en los
casos necesarios.
El FMI seguirá brindando orientación en esta esfera y nos
comprometemos a hacer todo lo posible para ayudar a nuestros miembros a
fortalecer sus economías y aumentar la resiliencia frente a las circunstancias
adversas.
La repercusión de la tecnología en el empleo
Al afrontar las amenazas inmediatas a la economía mundial no
podemos darnos el lujo de desatender los retos a largo plazo. Uno de ellos es
la repercusión de la tecnología en el empleo. Los avances de la inteligencia
artificial y la automatización prometen aumentar la productividad y el
crecimiento, ¿pero qué sucederá después? La pérdida de empleo podría exacerbar
la desigualdad y, a su vez, deteriorar aún más nuestro tejido social.
El primer paso para resolver el problema es comprender su
dimensión. Nuestro nuevo documento sobre la labor futura del G-20 muestra que
muchos países no tienen una comprensión cabal de la forma en que la tecnología
está afectando a la fuerza laboral.
La falta de información sobre el alcance de la economía de
trabajo esporádico dificulta la elaboración de estadísticas sobre el mercado
laboral. Al mismo tiempo, las estimaciones de nuestra productividad, es decir,
el valor agregado a la economía por el fruto de nuestro trabajo, suelen pasar
por alto la forma en que la tecnología está aumentando la eficiencia. Pensemos
por ejemplo en un reloj digital. La palabra reloj no capta totalmente su valor.
En 2018, su reloj puede ser también un teléfono celular, una sala de cine, una
herramienta de navegación y una supercomputadora. Las estadísticas muchas veces
no llegan a representar esta realidad.
No hay duda de que mejorar las mediciones es solo una parte
del rompecabezas. Cualquier dato nuevo será inútil si no se adoptan medidas
audaces que ayuden a los ciudadanos a afrontar las consecuencias de la
automatización y las perturbaciones derivadas de las nuevas tecnologías. Estas medidas
pueden ser, entre otras, modernizar las redes de protección social, reformar
los sistemas educativos para brindar educación en todas las etapas de la vida,
y asumir el compromiso de invertir considerablemente en infraestructura
digital. Singapur, que este año participa en la reunión del G-20, es un buen
ejemplo a seguir. En los últimos 10 años ha priorizado la inversión en
infraestructura y, hoy en día, es el país con la infraestructura digital más
avanzada del mundo.
No cabe duda de que cada país tiene que subsanar diferentes
carencias, pero una cosa es clara para todos ellos: es hora de prepararse para
las perturbaciones que comporta la tecnología, ya que se acelerarán aún más en
los próximos años.
Creo que podemos resolver todos los retos que enfrenta la
economía mundial, y hasta convertirlos en ventajas, pero únicamente si
reconocemos que este momento de crecimiento no durará para siempre.
Todos los días, cuando baja la marea, la orilla queda a la
vista. La pregunta para el G-20 es qué elegirán construir a lo largo de esa
orilla. ¿Será un sistema frágil y vulnerable a las tormentas o un cimiento
económico sólido y confiable? Desde la crisis financiera mundial de hace casi
10 años, los países del G-20 han elegido sistemáticamente esto último y en el
proceso han logrado marcar una diferencia positiva para miles de millones de
personas de todo el mundo. Confío en que los ministros de Hacienda y
gobernadores de bancos centrales continúen en esta senda en los próximos días y
aprovechen al máximo su oportunidad en Buenos Aires.
No hay comentarios:
Publicar un comentario