De la Mesa de Redacción
Foto: Carlos Aguiar Retes escuchar al Papa Francisco |
El pasado 1 de julio, México vivió una verdadera fiesta
cívica. Los actos de violencia y las prácticas clientelares que se registraron,
no lograron ensombrecer la intensa participación ciudadana ni poner en duda la
decisión de un pueblo que ha optado por la alternancia en el poder.
La democracia mexicana camina con paso firme hacia la
madurez; muestra de ello, fue el reconocimiento que, aún sin un conteo oficial,
hicieron al Presidente Electo los tres candidatos que no fueron favorecidos en
las urnas. Un hecho histórico que parece poner fin a los conflictos
postelectorales que tanto daño hicieron al país en otros tiempos.
De igual modo, todo parece indicar que la transición hacia
una nueva etapa en la historia de México será pacífica. El Lic. Andrés Manuel
López Obrador, como Presidente Electo, y la Dra. Claudia Sheinbaum, como jefa
de Gobierno de la Ciudad de México, han sido legitimados no sólo con la
confianza que les han dado millones de mexicanos con su voto, sino también por
el reconocimiento de diversas autoridades y organizaciones internacionales, con
lo que empieza a desvanecerse el clima de incertidumbre generado por las
campañas electorales.
El Presidente Electo ha dejado en claro cuáles serán sus
prioridades, que en el fondo tienen que ver con extirpar los vicios que más han
dañado a México. Entre sus promesas están combatir la corrupción y la
impunidad, promover la austeridad gubernamental, impulsar fondos para el
desarrollo, rescatar el campo de la situación de deterioro en que se encuentra,
y poner en el centro de las políticas sociales a los pobres y a las comunidades
indígenas. Todas ellas son demandas legítimas que el pueblo mexicano en general
apoya y aplaude.
Este escenario, no obstante, corre el riesgo de venirse
abajo si todos los mexicanos no logramos dejar atrás las divisiones y
confrontaciones propias de las contiendas políticas, y dar el paso a la
reconciliación, un factor vital para enfrentar en la unidad todo lo que se
interponga en el camino hacia el desarrollo nacional.
Por ello, la Iglesia no sólo ha manifestado su disposición a
trabajar con las nuevas autoridades en aquellos temas que favorezcan un
auténtico bien común, sino que también ha insistido en la importancia de
caminar por la senda del perdón hasta alcanzar un país en el que no haya vencedores
ni vencidos, sino una sociedad con esperanza y a la altura de los desafíos que
enfrenta este gran país.
No hay comentarios:
Publicar un comentario