De la Mesa de Redacción Rafael Castilleja
De Arcano Político
Aunque no es museo, la Antigua Academia de San Carlos,
plantel origen de la actual Facultad de Artes y Diseño (FAD), cumple esa
función con visitas abiertas al público. El emblemático sitio, enclavado en el
Centro Histórico, exhibe esculturas del arte griego-romano clásico y
renacentista, además de impartir clases, cursos y diplomados de diversas
manifestaciones artísticas.
Sede de la Coordinación de Estudios de Posgrado de la FAD,
donde se cursan maestrías y doctorados en Artes y Diseño, brinda enseñanza
incluso desde antes que la nación adquiriera el nombre de México. Recientemente
cumplió 234 años (4 de noviembre) de funcionar como punto neurálgico de la
cultura y en su larga trayectoria sólo cerró sus puertas 36 meses, durante el
imperio de Iturbide.
Al entrar al recinto centenario, lo primero que ve el
visitante es la copia de la Victoria de Samotracia, la diosa griega Niké, la de
la victoria, cuyo original, carente de brazos y cabeza, fue rescatado del fondo
del mar. En la antigüedad fue la preferida de marineros para colocarla en la
proa de todo tipo de embarcaciones, sobre todo de guerra.
Como otras de gran formato que están en el patio central de
la Academia, la también llamada victoria alada es una reproducción en yeso; las
originales fueron trabajadas en mármol y se encuentran en museos europeos, como
el Louvre de París. Antaño era permitido sacar copias de estatuas originales,
fue así que llegaron a México, para fines de enseñanza.
Arribaron a territorio nacional en tres lotes. El primero en
los años iniciales de la Academia, alrededor de 1791. Así, brazos, manos y
pies, en formatos pequeños, fueron utilizados por Manuel Tolsá como modelos
para impartir clases.
El segundo, de esculturas en gran formato, como la de Baco,
dios del vino (también en el patio central), llegó a mediados del siglo XIX,
época que coincidió con el auge económico de la Academia, en gran parte por las
rentas de la Lotería Nacional. Esa bonanza permitió a algunos alumnos estudiar
en Europa y que profesores foráneos vinieran a compartir sus conocimientos.
El tercer y último lote fue traído a principios del siglo XX
por el arquitecto Carlos Lazo, profesor de esa entidad y colaborador cercano
del director de entonces, Antonio Rivas Mercado, personaje que terminó la
columna de la Independencia.
Las últimas reproducciones en yeso son conjuntos funerarios
que se pueden observar en el patio central; tres de un lado, e igual número del
otro. Son copias de las esculturas de Miguel Ángel, cuyos originales se hallan
en la Basílica de San Lorenzo, en Florencia, Italia.
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