martes, 15 de diciembre de 2015

Museo de San Carlos, un punto de referencia del Centro Histórico

De la Mesa de Redacción Rafael Castilleja
De Arcano Político

Aunque no es museo, la Antigua Academia de San Carlos, plantel origen de la actual Facultad de Artes y Diseño (FAD), cumple esa función con visitas abiertas al público. El emblemático sitio, enclavado en el Centro Histórico, exhibe esculturas del arte griego-romano clásico y renacentista, además de impartir clases, cursos y diplomados de diversas manifestaciones artísticas.

Sede de la Coordinación de Estudios de Posgrado de la FAD, donde se cursan maestrías y doctorados en Artes y Diseño, brinda enseñanza incluso desde antes que la nación adquiriera el nombre de México. Recientemente cumplió 234 años (4 de noviembre) de funcionar como punto neurálgico de la cultura y en su larga trayectoria sólo cerró sus puertas 36 meses, durante el imperio de Iturbide.

Al entrar al recinto centenario, lo primero que ve el visitante es la copia de la Victoria de Samotracia, la diosa griega Niké, la de la victoria, cuyo original, carente de brazos y cabeza, fue rescatado del fondo del mar. En la antigüedad fue la preferida de marineros para colocarla en la proa de todo tipo de embarcaciones, sobre todo de guerra.

Como otras de gran formato que están en el patio central de la Academia, la también llamada victoria alada es una reproducción en yeso; las originales fueron trabajadas en mármol y se encuentran en museos europeos, como el Louvre de París. Antaño era permitido sacar copias de estatuas originales, fue así que llegaron a México, para fines de enseñanza.

Arribaron a territorio nacional en tres lotes. El primero en los años iniciales de la Academia, alrededor de 1791. Así, brazos, manos y pies, en formatos pequeños, fueron utilizados por Manuel Tolsá como modelos para impartir clases.

El segundo, de esculturas en gran formato, como la de Baco, dios del vino (también en el patio central), llegó a mediados del siglo XIX, época que coincidió con el auge económico de la Academia, en gran parte por las rentas de la Lotería Nacional. Esa bonanza permitió a algunos alumnos estudiar en Europa y que profesores foráneos vinieran a compartir sus conocimientos.

El tercer y último lote fue traído a principios del siglo XX por el arquitecto Carlos Lazo, profesor de esa entidad y colaborador cercano del director de entonces, Antonio Rivas Mercado, personaje que terminó la columna de la Independencia.


Las últimas reproducciones en yeso son conjuntos funerarios que se pueden observar en el patio central; tres de un lado, e igual número del otro. Son copias de las esculturas de Miguel Ángel, cuyos originales se hallan en la Basílica de San Lorenzo, en Florencia, Italia.

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