De la Mesa de Redacción Rafael Castilleja
De Arcano Político
Gasta México cada año mil 200 millones de pesos en
prevención y 400 millones en atención clínica del dengue, observó Luis Durán
Arenas, exjefe del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina
(FM) de la UNAM y actual director del Centro de Estudios Mexicanos del Reino
Unido.
Sin embargo, se registran más casos y se preguntó Durán
Arenas: “Si gastamos mucho en cosas que no son efectivas, ¿por qué no hacerlo
en acciones que han demostrado que sí lo son?”
Señaló que es necesario evaluar si las acciones son
adecuadas o no para que los recursos sean mejor empleados. Una posible
alternativa sería vacunar, pero otra podría ser mejorar las condiciones de las
viviendas, con lo cual no sólo se ataca al dengue, sino también muchas otras
enfermedades.
El dengue es una enfermedad infecciosa producida por un
virus que transmite el mosquito Aedes aegypti. Una persona con este
padecimiento es portador del virus y un probable diseminador, pues en caso de
ser picado por un mosquito no infectado, éste adquirirá el virus y, a su vez,
contagiará a individuos sanos.
Se conocen dos variantes. Una es el dengue clásico, cuyos
síntomas son similares a los de una gripe intensa: fiebre alta, de 39 grados o
más; fuertes dolores de cabeza, musculares, articulares, de huesos, detrás de
los ojos o retroocular. “Lo consideramos un ataque al estado general. En estas
condiciones los pacientes se sienten muy mal”, dijo Luis Durán Arenas, exjefe
del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM y
actual director del Centro de Estudios Mexicanos del Reino Unido.
Es una enfermedad muy molesta y dolorosa, pero en general es
autolimitada a siete días. Puede ser incapacitante, pero no del todo. Hay
quienes continúan su rutina con ayuda de analgésicos, y otros soportan las
molestias sin medicamentos. “En todo caso, el paciente sabe que en una semana
se recupera”.
La otra variante es el hemorrágico, muy peligroso, pero con
pocos casos. “En las grandes epidemias, sólo un porcentaje muy pequeño es de
este tipo”, añadió el investigador.
“Sin embargo, puede
llevar a la muerte, en especial si el sistema de salud es malo, y el nuestro es
ineficiente. Ahora bien, aunque sean pocos casos, son peligrosos y la persona
puede fallecer porque en una enfermedad hemorrágica no sólo aparecen manchas en
la piel, sino en los riñones y en el hígado; en los órganos internos hay
hemorragias. Al paciente se le tiene que manejar como si estuviera en cuidados
intensivos”, subrayó.
No hay certeza de que alguien que haya enfermado de dengue
clásico tenga mayor riesgo de desarrollar la variedad hemorrágica. Algunas
teorías plantean que si se tuvo contacto con el virus y se reinfecta puede
desarrollar esta última, pero sólo son hipótesis, aclaró.
“Se conocen casos de
personas sin antecedentes que al ser infectadas desarrollaron esa variante, que
es una reacción exagerada del organismo. No hay un virus de dengue hemorrágico
y otro clásico, el origen de cada uno es la respuesta del individuo”.
El problema con un padecimiento como éste, que dura siete
días y no deja secuelas graves, es que hay riesgo de ser parte del siete por
ciento que desarrolla el hemorrágico, y si a ello se aúna un sistema de salud
ineficiente, el peligro se detona, expresó Durán Arenas.
Vacunar ¿solución al problema?
Como es una enfermedad viral, se piensa en una vacuna, que
se justifica si las consecuencias son graves. Por ejemplo, con la viruela
cientos de miles de personas podían quedar ciegos o morir. Igual con el
sarampión. “En esos casos, una vacuna está más que justificada”.
Pero es complicado desarrollarla, pues aunque se cuente con
la inoculación sería poco atractiva por su costo y por estar destinada a una
enfermedad autolimitada, reconoció el universitario.
Debido a las características de esta afección y las cepas
del virus que la producen, la vacunación deberá ser analizada con cuidado. La
alternativa de inoculación a grupos geográficamente definidos y de alto riesgo
pudiera estar justificada, más no la vacuna universal.
Por otra parte, se tiene que pensar hasta dónde resolverá el
problema y discutir con cuidado qué hacer para que la gente esté protegida
contra el virus del dengue o el chikungunya, o cualquier otro que se transmita
por un mosquito, expresó.
“Cada año, el costo epidemiológico de prevención es de mil
200 millones de pesos, y el clínico es de alrededor de 400 millones más. Sin
embargo, se registran más casos. Si gastamos mucho en cosas que no son
efectivas, ¿por qué no hacerlo en acciones que han demostrado que sí lo son?”,
se preguntó Durán Arenas.
Es necesario evaluar si las acciones son adecuadas o no para
que los recursos sean mejor empleados. Una posible alternativa sería vacunar,
pero otra podría ser mejorar las condiciones de las viviendas, con lo cual no
sólo se ataca al dengue, sino también muchas otras enfermedades.
Mejorar las viviendas
En algunas regiones en las que es común Aedes aegypti, como
en el Golfo de México y la costa del Pacífico, en las casas hay espacios
abiertos por donde ingresa el mosquito, como puertas y ventanas en las que no
hay telas metálicas o de plástico. Las condiciones son propicias para que
entren.
“Invertir en vivienda no es una acción médica, sino de salud
pública, y las intervenciones en ese ámbito también tienen que ser probadas y
evaluadas. En el caso del dengue, las que sean efectivas debemos impulsarlas”,
remarcó.
“En mi opinión no es suficiente descacharrizar. Es
importante tomar en cuenta que hay lugares en los que ya no se transmite el
virus porque las viviendas han sido mejoradas”.
¿En qué consistieron esas mejoras? Pusieron mosquiteros, no
hay espacios en las ventanas por donde pueda entrar el insecto, las puertas
están cerradas.
“El dengue no es una
enfermedad tan peligrosa ni tan mortal como para ser considerada un problema de
salud pública inevitable. Es importante y si hay una epidemia puede haber más
casos de la variante hemorrágica, pero la historia nos dice que los casos no
son tantos como para justificar una vacunación universal”, finalizó el investigador.
En Arcano Radio, asociada a RNU y a RFI, otra forma de
escuchar para ver el mundo, los conceptos de Luis Durán Arenas, exjefe del
Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM y
actual director del Centro de Estudios Mexicanos del Reino Unido:
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