viernes, 17 de junio de 2016

Migrantes 17 por ciento de los trabajadores domésticos

* 5º aniversario del Convenio nº189 de la OIT
* ¿Quién cuida de los cuidadores?


De la Mesa de Redacción Rafael Castilleja
De Arcano Político


El Día Internacional de los Trabajadores Domésticos celebrado el 22 de julio, viene con buenas noticias sobre la protección de los trabajadores domésticos vulnerables – lea la editorial sobre el Convenio sobre los trabajadores domésticos, por el Director General de la OIT Guy Ryder.

El Día Internacional del Trabajo Doméstico se declaró oficialmente en 1983 el 22 de julio, durante el Segundo Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, para reconocer la contribución de las labores de las mujeres en los hogares, actividades que siguen siendo objeto de discriminación, sobre todo desde el punto de vista económico.

Cuidan de nuestros niños, ancianos, de las personas con discapacidad, de nuestros hogares. ¿Pero estamos haciendo lo necesario para cuidar de ellos?

Estimamos que, en general, los trabajadores domésticos ganan un sueldo inferior al salario promedio y, algunas veces, no es más del 20 por ciento. Sus jornadas laborales son largas e imprevisibles, y el 90 por ciento no tienen acceso a los beneficios de la seguridad social – por ejemplo, prestaciones por desempleo o pensiones.

Al menos el 80 por ciento de todos los trabajadores domésticos son mujeres, lo cual significa que las mujeres están afectadas de manera desproporcionada por la carencia de trabajo decente. Además, las trabajadoras domésticas representan cerca del 4 por ciento de la fuerza de trabajo femenina. En América Latina, por ejemplo, el 14 por ciento de todas las trabajadoras asalariadas son trabajadoras domésticas.

Hay asimismo un componente transnacional - estudios recientes de la OIT  indican que el 17 por ciento de los trabajadores domésticos son migrantes.

Está en juego el bienestar de decenas de millones de trabajadores domésticos y de las familias para las cuales trabajan. Estimaciones recientes de las Naciones Unidas sobre la población y el envejecimiento confirman que es probable que siga creciendo la demanda de trabajadores domésticos debido al envejecimiento de la población, la reducción de las políticas públicas en materia de cuidado y el número creciente de mujeres que se incorporan al mercado laboral. Las familias dependen cada vez más de los trabajadores domésticos para que se hagan cargo de sus hogares, niños y ancianos.

Si bien con frecuencia la naturaleza de su trabajo es oculta, los trabajadores domésticos son una parte fundamental de la economía del cuidado, pues prestan sus servicios a domicilio tanto en la economía informal como en la formal. Preocupados por los costes y la complejidad de formalizar su trabajo, muchos evitan este trámite, lo cual se traduce en altos niveles de empleo informal y trabajo no declarado.

Si bien estos problemas no son nuevos, me motiva la manera extraordinariamente positiva en la que han respondido los legisladores del mundo a este desafío.

Hace cinco años, la OIT adoptó el Convenio sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos, 2011 (núm. 189)  y la Recomendación 201  que lo acompaña. Esta es la primera norma internacional sobre trabajo decente para los trabajadores domésticos, dirigida precisamente a extender los derechos y protecciones fundamentales a los 67 millones de trabajadores domésticos que trabajan en hogares privados alrededor del mundo.

Que este Convenio haya sido adoptado casi por unanimidad por los Estados miembros de la OIT puso en evidencia que, a pesar de suministrar servicios vitales a las familias y a las sociedades en la economía del cuidado, los trabajadores domésticos sufren una grave discriminación en lo que se refiere a las condiciones de trabajo y los derechos humanos.

La respuesta por parte de los países ha sido impresionante, con reformas legislativas y de las políticas en todo el mundo.

En 2010, la OIT estimaba que sólo el 10 por ciento de los trabajadores domésticos estaban protegidos por la legislación laboral en la misma medida que otros trabajadores. Desde 2011, más de 70 países han adoptado medidas dirigidas a garantizar trabajo decente para los trabajadores domésticos.

De éstos, 22 ratificaron el Convenio, otros 30 realizaron reformas legislativas y de las políticas y, al menos, otros 18 están comprometidos a extender la protección a los trabajadores domésticos. La OIT se ha asociado con los mandantes de 60 de estos países, apoyándose en la amplia experiencia de la Oficina a fin de fortalecer su capacidad en una gran diversidad de ámbitos políticos.

Si bien estas medidas constituyen los primeros pasos del largo camino dirigido a combatir la exclusión, no son suficientes para responder al desafío de proteger a los trabajadores domésticos. Denuncias de numerosos casos de explotación y abusos siguen siendo difundidas por los medos de comunicación. Las estadísticas que cité al principio hablan por sí mismas en muchos aspectos.

Al adoptar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, las Naciones Unidas se comprometieron a no dejar a nadie atrás. En lo que se refiere al derecho a un trabajo decente para los trabajadores domésticos tuvimos un buen inicio.

Pero esta tarea requiere una atención constante a fin de garantizar un progreso real. Si verdaderamente queremos alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de poner fin a la pobreza, a las desigualdades y garantizar trabajo decente para todos, en particular para las mujeres, entonces es esencial corregir las carencias de los trabajadores domésticos.


Por su parte la OIT seguirá trabajando en colaboración con los gobiernos, sindicatos, empleadores y la comunidad internacional a fin de aprovechar el impulso positivo y garantizar que, para 2030, el derecho al trabajo decente sea una realidad para los trabajadores domésticos.

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