* 5º aniversario del Convenio nº189 de la OIT
* ¿Quién cuida de los cuidadores?
De la Mesa de Redacción Rafael Castilleja
De Arcano Político
El Día Internacional de los Trabajadores Domésticos celebrado
el 22 de julio, viene con buenas noticias sobre la protección de los
trabajadores domésticos vulnerables – lea la editorial sobre el Convenio sobre
los trabajadores domésticos, por el Director General de la OIT Guy Ryder.
El Día Internacional del Trabajo Doméstico se declaró
oficialmente en 1983 el 22 de julio, durante el Segundo Encuentro Feminista
Latinoamericano y del Caribe, para reconocer la contribución de las labores de
las mujeres en los hogares, actividades que siguen siendo objeto de
discriminación, sobre todo desde el punto de vista económico.
Cuidan de nuestros niños, ancianos, de las personas con
discapacidad, de nuestros hogares. ¿Pero estamos haciendo lo necesario para
cuidar de ellos?
Estimamos que, en general, los trabajadores domésticos ganan
un sueldo inferior al salario promedio y, algunas veces, no es más del 20 por
ciento. Sus jornadas laborales son largas e imprevisibles, y el 90 por ciento
no tienen acceso a los beneficios de la seguridad social – por ejemplo,
prestaciones por desempleo o pensiones.
Al menos el 80 por ciento de todos los trabajadores
domésticos son mujeres, lo cual significa que las mujeres están afectadas de
manera desproporcionada por la carencia de trabajo decente. Además, las
trabajadoras domésticas representan cerca del 4 por ciento de la fuerza de
trabajo femenina. En América Latina, por ejemplo, el 14 por ciento de todas las
trabajadoras asalariadas son trabajadoras domésticas.
Hay asimismo un componente transnacional - estudios
recientes de la OIT indican que el 17
por ciento de los trabajadores domésticos son migrantes.
Está en juego el bienestar de decenas de millones de
trabajadores domésticos y de las familias para las cuales trabajan.
Estimaciones recientes de las Naciones Unidas sobre la población y el
envejecimiento confirman que es probable que siga creciendo la demanda de
trabajadores domésticos debido al envejecimiento de la población, la reducción
de las políticas públicas en materia de cuidado y el número creciente de
mujeres que se incorporan al mercado laboral. Las familias dependen cada vez
más de los trabajadores domésticos para que se hagan cargo de sus hogares,
niños y ancianos.
Si bien con frecuencia la naturaleza de su trabajo es
oculta, los trabajadores domésticos son una parte fundamental de la economía
del cuidado, pues prestan sus servicios a domicilio tanto en la economía
informal como en la formal. Preocupados por los costes y la complejidad de
formalizar su trabajo, muchos evitan este trámite, lo cual se traduce en altos
niveles de empleo informal y trabajo no declarado.
Si bien estos problemas no son nuevos, me motiva la manera
extraordinariamente positiva en la que han respondido los legisladores del
mundo a este desafío.
Hace cinco años, la OIT adoptó el Convenio sobre las
trabajadoras y los trabajadores domésticos, 2011 (núm. 189) y la Recomendación 201 que lo acompaña. Esta es la primera norma
internacional sobre trabajo decente para los trabajadores domésticos, dirigida
precisamente a extender los derechos y protecciones fundamentales a los 67 millones
de trabajadores domésticos que trabajan en hogares privados alrededor del mundo.
Que este Convenio haya sido adoptado casi por unanimidad por
los Estados miembros de la OIT puso en evidencia que, a pesar de suministrar
servicios vitales a las familias y a las sociedades en la economía del cuidado,
los trabajadores domésticos sufren una grave discriminación en lo que se
refiere a las condiciones de trabajo y los derechos humanos.
La respuesta por parte de los países ha sido impresionante,
con reformas legislativas y de las políticas en todo el mundo.
En 2010, la OIT estimaba que sólo el 10 por ciento de los
trabajadores domésticos estaban protegidos por la legislación laboral en la
misma medida que otros trabajadores. Desde 2011, más de 70 países han adoptado
medidas dirigidas a garantizar trabajo decente para los trabajadores
domésticos.
De éstos, 22 ratificaron el Convenio, otros 30 realizaron
reformas legislativas y de las políticas y, al menos, otros 18 están
comprometidos a extender la protección a los trabajadores domésticos. La OIT se
ha asociado con los mandantes de 60 de estos países, apoyándose en la amplia
experiencia de la Oficina a fin de fortalecer su capacidad en una gran
diversidad de ámbitos políticos.
Si bien estas medidas constituyen los primeros pasos del
largo camino dirigido a combatir la exclusión, no son suficientes para
responder al desafío de proteger a los trabajadores domésticos. Denuncias de
numerosos casos de explotación y abusos siguen siendo difundidas por los medos
de comunicación. Las estadísticas que cité al principio hablan por sí mismas en
muchos aspectos.
Al adoptar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, las
Naciones Unidas se comprometieron a no dejar a nadie atrás. En lo que se
refiere al derecho a un trabajo decente para los trabajadores domésticos
tuvimos un buen inicio.
Pero esta tarea requiere una atención constante a fin de
garantizar un progreso real. Si verdaderamente queremos alcanzar los Objetivos
de Desarrollo Sostenible de poner fin a la pobreza, a las desigualdades y
garantizar trabajo decente para todos, en particular para las mujeres, entonces
es esencial corregir las carencias de los trabajadores domésticos.
Por su parte la OIT seguirá trabajando en colaboración con
los gobiernos, sindicatos, empleadores y la comunidad internacional a fin de
aprovechar el impulso positivo y garantizar que, para 2030, el derecho al
trabajo decente sea una realidad para los trabajadores domésticos.
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