De la Mesa de Redacción Rafael Castilleja
De Arcano Político
Este miércoles 1 de junio es el Día Mundial de las Madres y
los Padres, declarado por Asamblea General de la ONU, en su resolución
A/RES/66/292 del 17 de septiembre de 2012, para reconocer su labor y honrar su
trabajo en todo el mundo a partir del 2013.
Los padres de todas las razas, religiones, culturas y
nacionalidades en todo el mundo son los que primero cuidan y enseñan a sus
hijos, para que puedan llevar una vida feliz y productiva. Los padres son los
pilares de la estructura familiar, de las comunidades y de la sociedad.
Rendimos homenaje a su devoción, compromiso y sacrificio para asegurar el
futuro de sus hijos.
La responsabilidad fundamental de la familia siempre ha sido
la de cuidar y proteger a los niños y asegurar el desarrollo armonioso de su
personalidad. La familia garantiza que puedan crecer en un ambiente de
felicidad, amor y comprensión para afrontar mejor el futuro.
Los padres y los derechos de los niños
Los principios que se señalan en el marco internacional de
derechos humanos se aplican tanto para los niños como para los adultos. La
infancia está mencionada concretamente en muchos de los instrumentos de
derechos humanos; las normas se modifican o se adaptan específicamente cuando
las necesidades y preocupaciones en torno a un derecho se aplican concretamente
a la niñez.
La Convención sobre los Derechos del Niño reúne los derechos
humanos de la infancia que estaban articulados en otros instrumentos internacionales.
Esta Convención articula los derechos de un modo más completo y proporciona una
serie de principios rectores que conforman el concepto fundamental que tenemos
de la infancia.
Todos los niños y niñas tienen los mismos derechos. Todos
los derechos están mutuamente relacionados y tienen la misma importancia. La
Convención hace hincapié en estos principios y se refiere la responsabilidad de
los niños y niñas de respetar los derechos de los demás, especialmente sus
progenitores. Por el mismo motivo, la comprensión que tienen los niños de los
temas que se suscitan en la Convención depende de su edad.
Ayudar a la niñez a
comprender sus derechos no significa que los progenitores deben obligarles a
tomar decisiones cuyas consecuencias no puede asumir aún debido a su edad.
La Convención reconoce expresamente que la función principal
en la crianza de los niños recae en sus progenitores. El texto alienta a padres
y madres a abordar con sus hijos cuestiones relacionadas con sus derechos «en
consonancia con la evolución de sus facultade» (artículo 5). Los progenitores,
que conocen intuitivamente el nivel de desarrollo de su hijo, llevan a cabo
esta tarea de forma natural. Los temas que debatan, la forma en que respondan a
las preguntas, o los métodos disciplinarios que utilicen, dependerán de si el
niño o niña tiene 3, 9 o 16 años.
Padres
Tradicionalmente, en muchas sociedades, el padre ha sido
quien imparte las enseñanzas morales, impone disciplina y trae el pan al hogar.
En muchos países se da ahora una importancia mayor al papel del padre como
coprogenitor, como alguien que participe plenamente en los aspectos emocionales
y prácticos de la crianza de los hijos. Investigaciones recientes han afirmado
los efectos positivos de la participación activa de los padres en el desarrollo
de sus hijos.
Sin embargo, todavía se plantean desafíos para los padres y,
por ende, para la sociedad y la política social. Son demasiados los hombres que
tienen dificultades para asumir las responsabilidades de la paternidad, lo cual
suele tener consecuencias perjudiciales para la familia e, inevitablemente,
para la sociedad en general. Algunos padres cometen actos de violencia
doméstica o incluso de abuso sexual, lo cual es devastador para las familias y
deja en los hijos hondas cicatrices físicas y emocionales. Otros sencillamente
abandonan a sus familias y no les proporcionan sustento.
Los investigadores
siguen estudiando de qué forma la presencia o ausencia de los padres afecta a
sus hijos en esferas tales como el rendimiento escolar y la delincuencia.
A nivel internacional, la migración obliga a muchos padres a
separarse de sus familias. Puede ser que los padres migrantes encuentren en el
país de destino conceptos de la paternidad totalmente diferentes de los de sus
países de origen, y hasta pueden llegar a ser rechazados por los hijos que
crecen en una sociedad nueva. La crisis del VIH/SIDA plantea un desafío a los
padres de todo el mundo y demuestra la importancia crucial de la
responsabilidad sexual de los padres y de los hombres en general.
La crisis
también plantea a los hombres el desafío de tener que convertirse en figuras
paternas para los niños que han quedado huérfanos a causa de esa enfermedad.
Todos estos desafíos ponen de relieve la necesidad profunda
y universal de que haya figuras paternas positivas en las familias. A medida
que aumenta nuestra comprensión del significado de la paternidad, se plantea la
oportunidad de que los hombres vuelvan a visualizar imaginativamente lo que
significa ser padre y busquen formas de hacer una aportación positiva en la
comunidad.
Madres
Las madres tienen un rol decisivo en las familias, que son
una fuente potente de cohesión social e integración. La relación madre-hijos es
fundamental para el desarrollo sano de los niños. Las madres, además, no son
únicamente fuente de cuidados: también contribuyen al sustento de sus familias.
Sin embargo, la maternidad sigue causando para las mujeres problemas serios e
incluso peligro para su vida.
El nacimiento de un hijo, que tiene que ser causa de
regocijo, es un riesgo grave para la salud para demasiadas mujeres en los
países en desarrollo. La mejora de la salud de las madres es el Objetivo de
Desarrollo del Milenio para el que se ha registrado el grado de progreso más
bajo.
Una mujer que vive en uno de los países menos adelantados corre un riesgo
300 veces mayor de morir dando a luz o a causa de complicaciones resultantes
del embarazo que una mujer que vive en uno de los países desarrollados.
Debemos reducir los peligros del embarazo y el parto
preparando a los sistemas de salud para que presten servicios de planificación
familiar, asistencia profesional durante el parto y atención obstétrica de
emergencia.
Los actos de violencia contra las mujeres, muchas de las
cuales son madres, siguen figurando entre las infracciones más frecuentes de
los derechos humanos en la actualidad. Tienen consecuencias de gran alcance,
porque ponen en peligro la vida de mujeres y niñas, causan daños a sus familias
y comunidades y corroen la estructura misma de la sociedad. Poner fin a la
violencia contra las mujeres y prevenirla debe ser una prioridad clave para
todos los países.
También debemos asegurar el acceso universal a la educación.
La educación de las mujeres y las niñas tiene beneficios no sólo para cada
familia sino también para los países en su totalidad, porque moviliza la
contribución que las mujeres pueden hacer al esfuerzo general en pro del
desarrollo.
Las estadísticas también demuestran que es mucho más probable que
las madres que han recibido educación aseguren la asistencia de sus hijos a la
escuela, lo que significa que los beneficios de la educación trascienden las
generaciones.
Para apoyar a las madres en su misión de prestar cuidados a
sus familias, tenemos que desarrollar y ampliar políticas y servicios de
asistencia familiar, como guarderías infantiles, que alivien parte de la carga
de trabajo que tienen las mujeres. Tanto las mujeres como los hombres necesitan
un apoyo público más eficaz para compartir por igual las responsabilidades
laborales y familiares.
Las familias constituidas sobre la base del
reconocimiento de la igualdad entre mujeres y hombres ayudarán a crear
sociedades más estables y productivas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario