En las nubes
Carlos RAVELO GALINDO, afirma:
De tan breve y preciso que
la reseña del colega, escritor, periodista y amigo Octavio Raziel García
no tiene desperdicio. Sin consultárselo la repetimos, con todo y gerundios.
Empecemos, sin embargo, con algo que también llama la
atención. Es de la doctora sicóloga,
poeta y escritora doña Rosa Chávez Cárdenas en relación al comentario sobre el
género femenino de hace tres días
“Buenos días, nos dicen con afecto:
Escribe, no te rindas.
Hay quienes escriben muchos mensajes que derraman miel, y
ponen a las mujeres como santas y yo me siento fuera de...no me gustan.
La vida real es otra.
Todos los días me pongo el uniforme de Soila.
Soy la que lava los platos, la que hace la comida, la que va
a las compras, que es lo que menos me
gusta.
Y Soila también se transforma como la Cenicienta:
Una mujer que abre las alas y que disfruta las invitaciones.
Asistir a una conferencia, al cine, a inauguraciones, eventos y que no tiene
nadie que le pregunte donde estaba.
Hay otra Soila, la psicóloga de consultorio, pero a la psicóloga de calle, me comparten sus
historias, antes de que se enteren a qué me dedico.
Ayer una amiga me dijo "derramas pueblo" se
refiere al lenguaje, ese sin rebuscamientos.
Se despide la Soila, que te manda un abrazo y muy buenas
vibras con la siguiente reflexión:
"Ser virgen no te hace santa, pero tener sexo no te
hace puta".
Frase, decimos, de gran profundidad. A poco no.
Y sigue otra vez el
relato de don Octavio:
“Que voy a Costco para comprar un costal de comida para
perro. Estando en la fila para pagar en caja, una mujer atrás de mi me preguntó si tenía un perro. Me le quedé
mirando (los que me conocen sabrán cómo mirada intensa y penetrante jajajjaja)
y pensé: "¿Por qué estaría comprando comida para perro si no lo tuviera no
soy de las personas que compran cosas si no las ocupan?
Así que por impulso le dije que no, que yo no tenía perro.
Le dije que compraba las croquetas porque estaba empezando de nuevo la dieta a
base de comida para perro, y que probablemente no debería porque la última vez
bajé 10 kilos pero terminé en el hospital.
Le dije que la dieta era perfecta, que sólo consistía en
comer uno o dos trocitos cada vez que tenía hambre (tengo que mencionar que
prácticamente todo el mundo en la fila estaba interesado con mi historia).
Espantada la mujer me preguntó que si terminé en el hospital
debido a que la comida de perro me había envenenado.
Le conteste: "¡Claro que no! Eso me pasó porque me bajé
de la banqueta a olerle la cola a un Labrador y me atropelló un coche".
Pensé que el hombre que estaba detrás de ella iba a tener un
ataque cardíaco por las carcajadas que echaba.”
También lloré, pero de risa.
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