Por el jesuita Guillermo ORTIZ
Reflexiones en Frontera
Una constelación de los santos
desconocidos, como aquellos
del panteón familiar.
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A estas personas conocidas sólo por Dios y sus seres
queridos, que reconocemos en el panteón familiar y que forman parte de la
constelación de los santos desconocidos, es decir no “canonizados” por la
Iglesia para el culto universal, el mismo catecismo dice que podemos pedirles
su intercesión de manera privada. Por aquello de “la comunión de los santos”
que confesamos en el Credo de nuestra fe, podemos pedirles a los familiares y
amigos que se adelantaron a nosotros en la peregrinación y que ya gozan del abrazo
de amor de Jesús, de la luz de sus ojos y su sonrisa, que nos miren a nosotros
y nos acompañen desde el cielo. Hasta podemos rogarles milagros y no solamente
en la fiesta de todos los santos el 1 de noviembre.
Y el 2 de noviembre, cuando la familia católica conmemora a
todos los fieles difuntos, rogamos a Dios por la intercesión de Jesucristo
muerto y resucitado, por los familiares y amigos que pasan por la purificación
que necesitan para gozar también ellos del abrazo de Jesús, con la luz de su
mirada y su sonrisa. Rogamos a Dios, por el sacrificio de Jesús, sumo y eterno
sacerdote: “Dales Señor el descanso eterno y brille para ellos la luz que no
tiene fin”.
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