En las nubes
Carlos RAVELO GALINDO, afirma:
Del abuso sexual a la denuncia tardía nos comenta doña Rosa
Chávez Cárdenas. Y abre interesante dialogo. Aquí lo exponemos para el análisis
externo.
No sin antes advertir que nada tiene que ver con el
aniversario de la Revolución.
Históricamente se ha intentado explicar la violencia como un
problema de naturaleza sexual en donde el hombre satisface impulsos
irrefrenables, con la justificación que la hormona, mata la neurona.
En años recientes se habla en voz alta del tema como un
fenómeno que atenta contra la integridad psicofísica de la víctima,
considerándola como la manifestación extrema de la desvalorización y
discriminación y la falta de respeto por sus derechos humanos.
El abuso sexual no es privativo de las mujeres, también los
hombres han sufrido abuso sexual, por otros hombres, y hasta por mujeres, con
la diferencia que por vergüenza pocos varones lo comparten.
En esencia el abuso sexual es un acto en el que se impone
una relación desigual entre el agresor y la víctima. Un niño inocente frente a
un pedófilo, se queda paralizado por miedo y confusión, además las amenazas que
el agresor obliga para que no se lo cuente a nadie.
En cuanto el abuso a la mujer, la violencia basada en género
es producto de una socialización diferenciada que considera a la mujer un ser
inferior y al hombre se le cataloga superior con impulsos instintivos por su
naturaleza.
Cuando era niña, explica doña Rosa no se hablaba del abuso
sexual. Parecía que no existía, de manera que las víctimas cargábamos con la
confusión del hecho.
En la búsqueda de recuperación, en mi vida profesional,
añade, me convertí en especialista, al
tratar tantos casos de hombres y mujeres que sufrieron abuso sexual de niños.
No entiendo esta campaña de las actrices de Hollywood (sin
duda, una de las industrias más poderosas de los norteamericanos). Denunciar a
los famosos, es una cacería de brujas
contra los poderosos, esos, que les dieron trabajo.
Preguntaríamos por qué no los denunciaron en su momento. Y
la respuesta es fácil: se convirtieron en cómplices por conveniencia, porque de
alguna manera obtenían beneficios.
Ahora que son famosas se desata la campaña, hasta llamadas
telefónicas, acusaciones que rayan en lo ridículo. Ventilan intimidades en plan de víctimas, cuando lo
que buscaban en su momento eran privilegios.
Claro que es muy
diferente el abuso sexual a un niño que a una mujer adulta. Ahora resulta que a
las mujeres no nos pueden tocar ni con el pétalo de una rosa. Afirma doña
Rosa que
por supuesto que hemos tenido insinuaciones. Y reconoce que no
causan miedo, no estamos
atadas para defendernos.
Superado este el problema de niña, no etiqueta a todos los
hombres como agresores.
Añade doña Rosa, que al
pensar en un equilibrio de
género, quisiera escuchar la contraparte, a los hombres, que también son
seducidos por mujeres para obtener beneficios laborales y económicos. Tienen
acuerdos respetables entre ellos y ellas.
Supone, acaso con razón, que estas denuncias seguramente son
distractores de tantas críticas al Presidente Trump, quien, dicen, no puede
controlar sus impulsos y hasta puede llevar al mundo a otra guerra.
Sorprende, advierte doña Rosa, cómo esa sociedad americana tan puritana, hace
escándalos por las infidelidades de los famosos, como el de Bill Clinton, sin
importarles los abusos económicos que se hacen a otros países. Los atentados en
su territorio por fanáticos. O los adolescentes que entran a las escuelas y
matan a sus compañeros.
No quieren dar su brazo a torcer en cuanto a la facilidad de
comprar armas hasta en los mercados de pulgas.
Qué le pasa a las
sociedades capitalistas, que no pueden llenar sus vacíos existenciales, y se
vuelven consumidoras de drogas, en la ley de la oferta y la demanda. En las
broncas que causan a los países productores como el nuestro, para el beneficio
de los grupos productores.
Es decir, compartimos,
tanta descomposición social, un intercambio perverso: venta de armas
contra venta de drogas.
O como la campaña de colocar a la mujer como víctima y al
hombre como agresor no ayuda para abonar a la equidad de género, necesitamos
campañas inteligentes, educación sexual desde pequeños, sin prejuicios y
fomentar, actitudes como autonomía y confianza en sí mismos.
Más comunicación y menos oscurantismo, para encontrar
fortaleza en la debilidad.
Hombres y mujeres no somos iguales, no somos diferentes
somos complementarios. Coincidimos.
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