La vida como es…
Por Octavio RAZIEL
Para Arcano Radio
Todavía son tiempos en que no hay manifestación, marcha,
bloqueo y demás movimientos que se precien de aguerridos en la que los
participantes mexicanos no griten con vigor:
“Somos un chingo y
seremos más…”
¡Pamplinas!
México está en riesgo de sufrir los efectos negativos del
invierno demográfico por la caída en la tasa de fecundidad que traerá, como
consecuencia, menos jóvenes y más adultos mayores; además de ruptura del
sistema de pensiones, mercado laboral y las finanzas públicas.
En el sexenio de Luis Echeverría, de triste memoria, se
dictó la Ley de Población (1994) y su consecuente, el Consejo Nacional de
Población, como organismo rector de la política demográfica de México.
“La familia pequeña vive
mejor” fue el slogan que nos metieron hasta la médula; y así, en las últimas
cuatro décadas pasamos de una tasa de fecundidad de 7 a l.6 hijos por mujer en
edad fértil. Con esto, hemos llegado a la tasa cero de reposición poblacional y
sus problemas económicos, sociales y culturales que ya son evidentes en el
país. Para lograr el equilibrio poblacional sería necesario incrementar la tasa
a 2.1 hijos por mujer fértil en las próximas dos décadas.
El problema de la implosión demográfica se presenta en
varios países desarrollados; el caso más dramático es el europeo donde la
población nativa ha caído catastróficamente. Así como el Imperio Romano tuvo su
declive con la aparición del cristianismo, para el llamado Viejo Continente el
islam se ha encargado de cambiar la balanza poblacional. Europa no sobrevivirá
al siglo XXI. Debemos recordar que las civilizaciones no mueren asesinadas, se
suicidan.
El occidente cristiano ha iniciado su extinción o
desaparición para dar lugar al islam, los “bárbaros” que en forma de
“proletariado externo” están creando Eurabia.
Quienes se preocupaban por detener el crecimiento
poblacional a toda costa para dar pan a todos; ahora se percatan de que el
alimento comienza a escasear, pues no hay manos para sembrar, cosechar, amasar,
hornear y vender.
Regresando a la historia, en 1985 Juan Pablo II ya había
utilizado la expresión “suicidio demográfico” para explicar lo que pasaba en
Occidente. Europa se muere, demasiado rápido y, para naciones como Rusia,
España o Italia, el declive es ya imparable con un agotamiento civilizatorio,
muerte cultural y carente de energías y ganas de afrontar retos.
En la década de los 70, el ministro brasileño de salud
recomendó a sus conciudadanos que practicaran más sexo para poblar el inmenso
territorio, además de reducir los riesgos de la hipertensión; mientras que
Mahmud Ahmadineyad, entonces presidente iraní pretendía convencer a sus
ciudadanos a ser más prolíficos. Les prometió ayudas de hasta 10 millones de
riales (unos 540 mil pesos) por hijo.
Ahmadineyad dijo: “Los occidentales decidieron controlar la
población hace 40 años… y míreles. Su población es vieja y (continúa)
envejeciendo”.
En su momento, el ex presidente de la antigua República
Socialista de Rumania, Nicolau Ceausescu, promovió aumentar el número de
rumanos; “ellos son la fortaleza de la nación” decía.
Qué tiempos aquellos cuando Mao Tse Tung amenazó con qué si
se iniciara una guerra con los Estados Unidos los chinos podrían perder unos
300 millones de soldados, pero con los otros 300 millones que le quedaran,
advertía, les partirían su mandarina a los gringos.
Países como Omán, Marruecos, Siria, Arabia Saudita e Irán,
han disminuido su fecundidad hasta en 70% en los últimos treinta años, Corea
del Sur y Taiwán en menos tiempo, mientras que Japón y China están envejeciendo
rápidamente.
El gobierno echeverrista siguió las pautas norteamericanas
que veían en el aumento de mexicanos un peligro y frenó nuestro crecimiento
poblacional. Con todo y eso, en Estados Unidos tenemos ya 13 millones de
ilegales que les hemos mandado y que se han quedado ahí…hasta ahora.
A manera de final, diremos que cuando Nació Jesús, en
Nazaret, la Tierra alcanzó los 300 millones de habitantes. Afortunadamente las
guerras, infecciones, calamidades climáticas y otros factores se encargaban del
equilibrio poblacional. Hoy, los ambientalistas aseguran que necesitaremos tres
planetas para alimentar a los terrícolas; esto es, requerimos producir la misma
cantidad de alimentos que los creados a lo largo de los pasados 8,000 años.
La conclusión es que ni somos muchos, ni seremos más.
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