Análisis a Fondo
* Nos espera una perversa estanflación, con amenaza militar
* En tanto, se le mete mano al Erario para que “gane” Meade
Por Francisco GÓMEZ MAZA
Para Arcano Radio
La inflación, lo que llamo con razón el impuesto de los
pobres, no fue controlada en 2017 ni por Videgaray ni por Meade (que tiene
vocación de tapadera) y menos por Peña Nieto, que sabe de ciencia económica lo
que yo sé de las artes de negociar pingües contratos con sus atractivísimos
moches.
Y en este 2018 menos será controlada por José Antonio
González Anaya, quien si no pudo más que privatizar a Pemex, menos podrá con la
inflación, además de que ni a Peña ni a nadie le importará, en tiempo
electoral, lo que le pase a la economía. Que se la lleve el carajo, que
nosotros vamos a vaciar el Erario para comprar los millones de votos que
requiere Meade para cruzarse la banda tricolor y sentarse en la silla y
comenzar de nuevo la misma historia sin final.
Al tiempo, la planta productiva no da señales de vida y
menos ahora que Trump les rebajó considerablemente los impuestos a sus
inversionistas y a las empresas para que no se vayan de territorio
estadounidense y para que retornen las que están establecidas principalmente en
México, lo que le dará en la torre a la economía por múltiples razones, pero
principalmente porque habrá una abultada fuga de capitales y traslado de
empresas de territorio mexicano a zonas industriales gringas.
No nos espera un año prometedor, ni siquiera bueno sino una
agudización de la estanflación, perversa combinación de alta inflación y nulo
crecimiento económico. Pero esta desgracia, a quién le importa, querido lector,
si hay harto dinero para llevar a la presidencia a Meade, que lo que importa es
que garantice la seguridad de varios pillos que se han servido con la cuchara
grande como lo hizo Javier Duarte de Ochoa en Veracruz, y tantos otros priistas
que ahora son aparentemente perseguidos y encarcelados sólo para taparle el ojo
al macho.
En medio de todo este desbarajuste económico, que es
resentido fuertemente por las clases trabajadoras, están empezando las campañas
político electorales (precampañas, les llaman, pero en realidad ya son
campañas), que se antojan una faramalla, pues la gente, aunque está, perdón la
expresión, hasta la madre de Peña Nieto,
está muerta de miedo por la eventual férrea militarización con olor de
golpe de estado, autorizada legalmente por la aprobada Ley de Seguridad
Interior, que le da luz verde a la soldadesca a intervenir en todo so pretexto
de combatir a la delincuencia organizada (con la que en mucho es socia y
cómplice). Y lo advirtió en su momento el inolvidable Octavio Paz, cuando
advirtió que las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha
sido inyectado el veneno del miedo.... del miedo al cambio.
Lo han advertido también expertos, analistas de la realidad
político económica de México, en el sentido de que las elecciones
presidenciales podrían tornarse realmente sucias.
En México, las elecciones siempre han tenido un lado oscuro.
Ha habido candidatos asesinados, dinero ilícito que ha fluido a raudales y el
conteo de los votos alguna vez fue misteriosamente interrumpido. Por lo que
cuando los analistas dicen que la elección presidencial de este año podría ser
una de las más sucias de la historia, bien vale poner mucha atención.
El desafío es de enormes proporciones. Pero como les dije
más arriba. Esto le tendrá sin cuidado al gobierno de Peña, encargado de
mantener la legalidad, aunque hará campaña por Meade desde la ilegalidad y la
trampa. Y la ciudadanía, desbalagada, sin orden, sin organización, continuará
siendo avasallada bajo el manto de un remedo de democracia, aunque ya les dije
en varias ocasiones que democracia es sólo una palabra ficticia que sirve a las
clases dominantes para manipular y controlar a los pueblos.
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