En las nubes
Carlos RAVELO GALINDO, afirma:
Cuando nuestro amigo el médico Fernando Calderón Ramírez de Aguilar
con su plática nos llena de cultura. Por eso consideramos un honor compartirla.
Hoy, es uno de esos apreciables días. Habla de la biología. Y su camino a la
modernidad.
La curiosidad humanística, estimulada por la imprenta, tenía
que orientarse necesariamente hacia el estudio del cuerpo humano.
En el sistema del mundo, la maquinaria humana es y será
siempre lo que causa más curiosidad convirtiéndose así en la fuente del
conocimiento del mismo y en su interés primordial.
Los primeros que se interesaron por conocer la forma y los
métodos de organización del cuerpo humano fueron sin duda los artistas.
Los que pintaban el cuerpo necesitaban conocer como estamos
hechos por dentro. El movimiento y los gestos de una figura no se podían
representar bien si no se sabía que músculos y nervios funcionaban para mover
los miembros.
A Alberto Durero, con su temperamento meditativo, casi
misántropo, se preocupó principalmente de las proporciones del cuerpo humano.
Pero con su libro de dibujos de la simetría humana, publicado en 1532, no entró
en la verdadera cuestión de la estructura del cuerpo y las leyes que presiden
su funcionamiento, sino trato solo de sus medidas.
En cambio, el gran Leonardo Da Vinci atacó el problema con
espíritu verdaderamente moderno. Sus cuadernos de anatomía, que no fueron
impresos hasta el año 1911 asombran por la precisión de sus observaciones,
especialmente acerca de la estructura del corazón.
Por medio de disecciones y experimentos se convenció de que
las válvulas solo permiten el paso de la sangre en una dirección e impiden que
regurgite hacia atrás.
Da Vinci no llego a precisar sistemáticamente el régimen
circulatorio. Pero sin lugar a duda fue el precursor, pero sin metodizar sus
resultados ni formar una escuela que continuara sus brillantes estudios.
Pero, para observar vísceras y hasta disecarlas se
necesitaba algo más. Fueron los médicos
quienes tenían que preocuparse por estos estudios con el fin de componerlos y
enmendarlos.
Durante la Edad Media bastó leer el texto de Avicena y los
sobados aforismos de la escuela de Salermo.
En el Renacimiento se recuperaron textos clásicos como los
de Galeno e imperaron en todas las mentes médicas estas obras. Sus teorías
obligaban al profesional a interrogar y explorar a los enfermos, gran ganancia
para ese tiempo. En la actualidad se pierde esta utilidad poco a poco debido al
gran avance de la ciencia, su técnica y tecnología que cada vez más evita la exploración física de los enfermos.
Un paso decisivo en la ciencia anatómica los dio Andrés
Vesalio con su obra- De Humanis Corporis Fabrica –.
Adicionó a esto, nos dice don Fernando, médico por excelencia, con un excelente comentario sobre la obra de
Falopio. Su sala de disección estaba constantemente llena de médicos
aventajados, monjes, cortesanos y mendigos.
Solo así pudo desechar algunas de las aseveraciones de
Galeno. Sin embargo, un día le sucedió un accidente fortuito del cual
creyéndose culpable lo alejo de la práctica médica y se marchó a tierra Santa
para lograr el perdón.
El accidente consistió en que al abrir un cuerpo humano para
su disección vio que el corazón aun latía y se sintió culpable de homicidio.
Sin embargo, nunca supero al gran Leonardo.
Si Vesalio fue el Erasmo de la medicina, a su contemporáneo
Teofrasto Bombasto Von Hohemheim – Paracelso - se le puede calificar como el
Lutero Científico.
Este personaje que nació en 1490, se inició en los estudios
de la química moderna de su época, aunque dado su carácter, no podía menos que
recaer en absurdos de alquimia y aun de magia.
Jung en su libro paracélsica lo describe con absoluta
precisión. Daba lecciones en alemán y no en latín.
Como el médico más popular de Alemania tuvo que preocuparse
de patología y de la terapéutica.
Paracelso fue el primero en observar que las enfermedades
cambiaban según el clima y aseguro que la naturaleza curaría las llagas más de
prisa que el medico con sus emplastos.
Prescribió la intervención quirúrgica. Clamó contra la
división de medicina y cirugía, abandonada esta última a los barberos.
Murió en Salzburgo en 1541, y se supone que pudo ser
asesinado por Médicos a la antigua que no le perdonaban sus ataques Vesalio y
Paracelso son los dos gigantes de la primera generación de biólogos modernos de
su época.
Mañana, el resto.
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