Textos en libertad
Por José Antonio ASPIROS VILLAGÓMEZ
Para Arcano Radio
Crónica dedicada al periodista y profesor
Manuel Pérez Miranda,
autor del libro Breve historia de la crónica
Confirma EPN: Los 43 normalistas de
Ayotzinapa están bien
muertos.
Foto de la Presidencia.
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Entre aplausos de los asistentes y reclamos de dos
galardonadas, el presidente de la República entregó el viernes en Querétaro los
premios de investigación para científicos jóvenes de la Academia Mexicana de
Ciencias y develó la placa inaugural del Centro Nacional de Tecnología
Aeronáutica (CENTA) del Conacyt, donde se exhibió el primer avión hecho con
tecnología cien por ciento mexicana.
Un terreno polvoso -como toda la región- debidamente
acondicionado, junto a los nuevos edificios del CENTA, sirvió de escenario para
que diez doctorados universitarios recibieran los diplomas que los acreditan
como los mejores en el país en sus respectivas áreas, incluida la ganadora del
Premio México de Ciencia y Tecnología.
Llamó la atención el gran despliegue de seguridad y
logística que hay en la actualidad para los actos a que asiste el jefe de la
principal de las instituciones gubernamentales del país. Miembros del Estado
Mayor llegaron muy temprano para reacomodar a su manera los cientos de sillas
-todas con personalizador- que ya estaban puestas al cabo de una jornada
fatigosa según el criterio de los anfitriones.
Cuando los espectadores comunes, los llamados “de a pie”,
llegaron, comedidamente fueron enviados a la parte posterior del escenario pues
la de adelante estaba reservada para los funcionarios federales, legisladores y
presidentes municipales que asistieron. Los premiados se encontraban en la
primera fila, también desde muy temprano.
En el exterior estuvieron estacionados todo el tiempo
pequeños vehículos, cada uno con cuatro o cinco soldados armados, así como
patrullas de la policía federal, mientras que afuera y adentro hacían su tarea
los habituales vigilantes vestidos de civiles con su corbata roja y su botón en
la solapa.
Algunos de éstos -dijeron por el altavoz- estaban para
auxiliar a quien tuviera alguna emergencia o necesidad de abandonar el sitio
durante la ceremonia que no duró más allá de 45 minutos. Al parecer sólo se dio
el caso, antes del acto, de un soldado que se desvaneció y fue atendido por sus
compañeros.
El personal de Cepropie -un centro de producción audiovisual
de la Presidencia- también llegó muy de mañana y se retiró mucho después de la
ceremonia porque tuvo que instalar y desmontar todo su equipo, incluida una
gran grúa para mover una cámara aérea de grabación que impidió ver el acto
-salvo a través de pantallas gigantes- a quienes estaban detrás.
A este tecleador todo aquello le permitió hacer la
comparación con otras experiencias. Entre ellas dos con ALM cuando encabezó las
últimas fiestas patrias de su sexenio y pudimos acercarnos lo suficiente y sin
que ningún soldado lo evitara, para retratar al mandatario cuando hablaba con
un dirigente sindical antes de subir a su automóvil y retirarse del Altar a la
Patria. Y también cuando invitó a JFK y sin impedimento alguno estuvimos al
lado del automóvil en que iban ambos gobernantes, en la avenida Juárez.
En otra ocasión pudimos intercambiar unas palabras con MMH
cuando nos entregó un reconocimiento por trabajo periodístico, y dar la mano a
otros miembros del estrado mientras que ahora a los galardonados les explicaron
que el protocolo no permitía que saludaran a nadie en el templete más que al
propio EPN, y hasta cómo pararse. Se vio, empero, que uno de los premiados no
pudo cumplir con el protocolo porque el gobernador de Querétaro que estaba a un
lado, lo llamó para felicitarlo.
Tampoco -siguen las comparaciones- fue tan complicado llegar
hasta el hangar presidencial y saludar a JLP al pie de la escalera de su avión,
cuando fuimos a pedirle que atendiera las necesidades financieras de nuestro
centro de trabajo, la agencia de noticias que entonces era oficiosamente del
gobierno federal. Ni cuando, pese al regaño de los funcionarios de comunicación
social de la Presidencia, pudimos entrevistar sin más anuencia que la de ella,
a la esposa de LEA. Los tiempos cambian.
LA CHICA DE LOS 43
Esta vez EPN llegó acompañado de su comitiva -miembros de su
renovado gabinete y otros altos funcionarios- después de haber estado en una
ceremonia previa en otro punto de Querétaro, y una voz en las muy ruidosas
bocinas anunció su presencia como quien hace la presentación de un espectáculo.
Todos de pie. Aplausos. El presidente se desvió del camino
hacia el estrado para saludar a cuantos asistentes pudo. La bienvenida estuvo a
cargo del gobernador, quien destacó toda la inversión privada que hay en la
entidad para desarrollo y producción tecnológica; luego el director del Consejo
Nacional de Ciencia y Tecnología se refirió al apoyo del erario a esos rubros,
y siguió la entrega de premios, tras la cual habló el propio gobernante
nacional y dijo que el gasto de su gobierno en ciencia y tecnología fue
superior en 40 y 75 por ciento respetivamente, a la de los dos sexenios
precedentes.
Entre los galardonados, una joven científica que en su
asiento se había quitado el saco pese a que un miembro del Estado Mayor le
pidió cubrirse, subió por su premio mostrando una camiseta blanca que atrás
decía “Nos faltan 43”, en obvia referencia a los estudiantes de Ayotzinapa
desparecidos en 2014.
El presidente la vio de reojo y al final del acto, cuando se
tomó algunas fotos y volvió a estrechar manos del público, le habría dicho,
según testimonios, que el caso ya estaba cerrado y todos estaban muertos. La
científica social que recordó a los 43, es Rosaura Martínez Ruiz, hija del
doctor Salvador Martínez della Rocca, líder estudiantil en 1968 y preso
político después, y de la doctora Rosaura Ruiz Gutiérrez, quien dirigió la
Facultad de Ciencias de la UNAM y se postuló para rectora.
Otra premiada le reclamó que no hubiera cumplido con
destinar el uno por ciento del presupuesto a ciencia y tecnología, como ofreció
en su campaña como candidato. También recibió respuesta, al parecer poco
convincente porque ella le reiteró que aún estaba a tiempo de cumplir.
Mientras el presidente se despedía de quienes se acercaron
para saludarlo, la mayoría se fue a la parte posterior del improvisado
auditorio para saciar el hambre con unos bocadillos que los esperaban dentro de
una carpa gigante, y celebrar a los jóvenes genios premiados.
Entre ellos, Ramón Castañeda Priego (Universidad de
Guanajuato), Juan Miguel Jiménez Andrade (Universidad Autónoma de Tamaulipas),
Omar Lizárraga Morales (Universidad Autónoma de Sinaloa), Fabián Herrera León
(Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo) y Roque Alfredo Osornio Ríos
(Universidad Autónoma de Querétaro).
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