En las nubes
Carlos RAVELO GALINDO, afirma:
Estamos
inmersos en problemas sociales complejos, avaricia desmedida y la intolerancia
a la diferencia de ideas. Si no piensas así, estás contra un metalenguaje en el
que cualquier cultura define sus términos y conceptos.
En
cuanto a los sistemas de autoridad, el mejor es la democracia, en teoría. En la
práctica es el más complejo. Se necesita tolerancia y respeto. Los grupos
exigen derechos y se molestan cuando no son atendidos.
Coincide
con nosotros la sicóloga, poeta y escritora doña Rosa Chávez Cárdenas y abunda:
El
sistema democrático parece viable para una sociedad tan compleja como la
nuestra, no obstante, se ha degradado en una democracia mediatizada que
prioriza los intereses de los partidos políticos y viola los derechos de la
sociedad.
A la
hora de votar, castigan al partido gobernante, en venganza o por ambición se
afilian a otro partido.
Recuerda
que Alfonso Romo coordinador del proyecto de López Obrador, al respecto de los
que se afilian a Moren les dice: “el perro está caliente y pulgas y chinches se
le trepan”.
La
avaricia, la corrupción y la impunidad son un lastre en nuestro país, la guerra
contra las drogas no tiene fin y sufrimos la gran descomposición social.
Es
notable en los políticos, que se enferman de poder. Basta observar a Duarte el
ex gobernador de Veracruz. No muestra sentimiento de culpa, con esa la sonrisa de enfermo psicótico.
La
avaricia se manifiesta en diferentes contextos: en la represión de sentimientos
y en la falta de compromiso. En lo material, ya desmedida, entre más tienen más
quieren, el fin justifica los medios, es su lema. Se olvidan que el trabajo
enaltece y la avaricia embrutece. De la avaricia pocos se libran, empresarios y
gente común despiertan el apetito por los bienes, venga de donde venga, al fin
que pocos son castigados.
Poder y
dinero son seductores, no importa la oferta. La avaricia despierta la voracidad
por los negocios ilícitos.
Empresarios
que se alían con funcionarios en el gobierno en el pago de sobornos,
falsificación de facturas y la obtención de obras públicas, así como el desvío
de fondos a empresas particulares.
Inmersos
en el consumismo, las tarjetas de crédito son un peligro para el comprador
compulsivo y para los fraudes. La avaricia despierta la creatividad, compras
con tarjetas clonadas, gastos desmedidos que luego no tienen para pagar.
En los
tiempos modernos la consciencia moral se volvió laxa, pocos sufren sentimientos
de culpa.
Anteriormente
el “pecado” acusaba la responsabilidad del acto, el temor del individuo al
castigo. Hoy en día cualquier conducta se encuadra en patologías mentales.
Se responsabiliza a una causa más allá
del individuo, como si fuera una infección de la que son víctimas y que tratan
de mitigar con fármacos.
El
individualismo ha restado capital social a la satisfacción de intereses y
necesidades colectivas.
El
detrimento de la dimensión comunitaria ha provocado desarraigo, pérdida de
identidad, egoísmo y ambición.
Se necesita que florezca la solidaridad, la vida
en comunidad. Cuidarnos unos a otros, respetar las diferencias, un Estado de
Derecho.
Hacer efectivos
los derechos humanos no solo en simulación y dispendio.
Nos
urge valor y coraje ciudadano para transformar aquello que nos impide recuperar
el orden social.
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