En las nubes
Carlos RAVELO GALINDO, afirma:
En Arcano Radio
(Son dos años ya, Bety)
“Tengan fe en la
procuración de justicia” más o menos dijo nuestro secretario de gobernación, al
hacer referencia al trabajo de la autoridad federal. Debió decir tengan confianza. Pero en fin.
Porque una fe expuesta a tantas críticas y combatida
desde tantos frentes, solo puede ser vivida con autenticidad por quienes
se ciñen a los diez preceptos de la vida. Y tener confianza de y en ellos.
No olvidamos que
Moisés recibió los Mandamientos,
en el monte Sinaí .Y los transmitió a un pueblo en total desenfreno.
Lo que ahora nos sucede.
Se nos han olvidado. Involuntaria o voluntariamente.
Sobre todo a quienes, con el pretexto de ser ateos,
agnósticos, o trabajar en un gobierno
libre de credos religiosos, los violan cotidianamente.
Lo vemos en el
desatino, el desaliento, los errores, los yerros, las pifias, las torpezas, el descuido. De quienes dicen
mandar.
Pero lo más grave la falta de integridad, rectitud,
perfección, honradez, lealtad, probidad. De los que obedecen, sin reparo
alguno.
Y si fuera poco con el aumento de la corrupción,
descomposición, podredumbre, pus. De
unos y otros. Todos, por igual.
Quienes cobran de nosotros, que no son pocos, roban, matan, violan y lo permiten con esa altanería que da el
poder. El orgullo de hacerlo. La altivez de admitirlo. La arrogancia
de presumirlo. Y todo bajo el imperio de la ley.
Esa “ley” que se aplica con severidad al que no está
conforme. Y atenuada a quienes sirven a quien manda.
Al menos para que tengan y no renieguen de la Fe, como pide
el señor de Bucareli, refresquemos ese decálogo:
“Primero.-Amarás a Dios sobre todas las cosas y a tu próximo
como a ti mismo.
Segundo.- No jurarás el nombre de Dios en vano.
Tercero.-Santificarás las fiestas.
Cuarto.-Honrarás a tu padre y a tu madre.
Quinto.- No matarás.
Sexto.- No fornicarás
(no cometerás actos impuros)
Séptimo.- No robarás.
Octavo.- No mentirás.
Noveno No desearás la mujer de tu próximo y
Décimo.- No codiciarás las cosas ajenas”.
Concluiríamos esta ad
monición con otros consejos humildes, nacidos, eso sí de nuestra fe y
esperanza:
Necesitamos hoy más que nunca orar. Hacer silencio. Curarnos
de tanta prisa y superficialidad. Abrirnos con más sinceridad y confianza al
misterio insondable del Creador.
Y también afirmar que no se puede ser cristiano por
nacimiento, sino por una decisión que se alimenta en la experiencia personal de
cada uno.
Tal como sucede hoy hacia y con las autoridades. Para no
decir los gobiernos.
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