En las nubes
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Por otro lado, el hiperrealismo, movimiento de la misma
corriente, se basa en la representación fiel, casi fotográfica, de la realidad.
Esta había sido abandonada por el arte debido a la
renovación de los lenguajes expresivos y la introducción de la fotografía.
Reitera don Fernando Calderón que cien años después, el
hiperrealismo de tradición renacentista proclama la vuelta a las convenciones
estéticas del arte tradicional y eleva al Renacimiento a un modelo a seguir.
En esta etapa uno se pregunta si acaso el tiempo no pasa en
balde. Su compañero, el hiperrealismo fotográfico, proclama su servidumbre a la
fotografía y, con técnicas del lenguaje pictórico tradicional, literalmente
copia los positivos fotográficos para no perder detalle de esa pretendida
verosimilitud.
No cabe la menor duda de que estos artistas son unos
oportunistas, ya que sus obras no han sido motivadas por una necesidad social o
expresiva.
Ante el problema del rechazo del lenguaje abstraccionista
por las grandes masas, en un bello ensayo Fernand Léger creó un lenguaje
figurativo que aspiraba a comunicarse con dichas masas. Su punto de partida fue
su convicción socialista, pero el resultado también fue incomprendido. Sus
principales representantes fueron Philip Pearlstein, Alfred Leslie y Richard
MacLean.
De la corriente neofigurativa nace el arte funk o arte
schock. Como heredero del arte del ensamblado como del arte pop, el arte funk
adoptó una actitud irónica, mordaz y destructiva, probable producto de la
impotencia de los artistas para cambiar a la sociedad en que les había tocado
vivir.
Fue una reacción frente a las manifestaciones esnob del arte
y la cultura de sus días. Producto de una actitud cáustica que escondía una
gran desilusión y profunda amargura.
Como movimiento típico de la época, no propone soluciones y
su actitud crítica desemboca en una anarquía en donde el caos refleja su estado
de ánimo y la situación de la sociedad. Su sátira se limita a señalar las
contradicciones entre la riqueza y los grupos marginados. Borrachos,
vagabundos, hippies y drogadictos son los héroes que opone a ídolos y estrellas
del arte pop, así como los hechos sangrientos y accidentes frente a la
pretendida seguridad que el sistema preconiza.
La suciedad, la vulgaridad, las heces o cualquier forma de
porquería les sirve para subrayar su
punzante objetivismo frente a las condiciones de vida de una gran parte de la
población de los países o ciudades de su tiempo. Fenómeno típicamente
estadounidense que se ha extendido con vigor a otras latitudes debido a la
corrosiva fuerza de expresión de “shock” que encierra.
Los materiales groseros, burdos, ligados a una técnica de
baja calidad, de apariencia desaliñada, mal hecha, hacen referencia a la
miseria y desolación de los habitantes de los ghettos.
Por lo regular componen escenas en donde la mordacidad y la apariencia
acentúan el efecto de morbidez, de soledad, de angustia. Son conscientes de la
naturaleza efímera de sus productos y por ello se ligan a la estética del
desperdicio, ya que, por lo regular, sus obras son destruidas después de las
exposiciones.
Abarcan una gran cantidad de temas.
En primer lugar, ridiculizan al arte, a la obra bien hecha y
bella, y engloban una extensa variedad de asuntos que no son sino los supuestos
valores del ayer, desde la religión y la moral hasta la política, pasando por
la sexualidad convencional y anodina.
Su irreverencia está ligada a los movimientos de los grupos
oprimidos, trátese de negros, chicanos, izquierdistas o drogadictos.
Su hincapié en lo feo, lo horripilante, lo sucio y lo
obsceno se dirige a destruir los pretendidos valores de la sociedad de consumo
como son el éxito, la sexualidad mojigata, la guerra económica disfrazada de
patriotismo, etcétera.
Dentro del movimiento pueden distinguirse claramente dos
tendencias: en una predomina el sentido del humor y, en la otra, aparentemente
se gozan objetos o situaciones asquerosos.
El arte cerámico no funcional fue muy importante en la Bahía
de San Francisco. Sobresalen Edward Kienholtz, Bruce Conner, Niki de Saint
Phalle y Red Grooms.
De la corriente abstraccionista vale la pena mencionar al
arte op, corriente pictórica abstracta que intenta crear efectos ópticos que
propician la ilusión del movimiento.
Crea ilusiones ópticas increíbles y fantásticas que cambian según se desplaza el observador y los
colores se vuelven más o menos refulgentes según sea el ángulo de observación,
lo cual requiere que el espectador tenga una actitud activa. Sus representantes
son múltiples y variados; entre muchos otros sobresalen Víctor Vasarely y
Michael Kidner.
El arte psicodélico,
puede encontrarse tanto en la corriente neo abstraccionista como en la
neofigurativa, y echa mano tanto del lenguaje figurativo como del
abstraccionista.
Desde nuestro punto de vista es algo maravilloso. No
tenemos la menor duda de que el
inconsciente saca a la luz lo más brillante y colorido del alma y lo despliega
en ese arte producto de la estimulación cerebral por las drogas,
fundamentalmente el LSD (dietilamida de ácido lisérgico), motivo por el cual
también se le llama arte lisérgico.
Pretendió ser una renovación de la percepción y es el
movimiento que mayor distorsión ha sufrido al ser asimilado, comercializado,
por la industria de la diversión, dado que no se sufre aparentemente adicción y
su acción es muy potente.
Intentó plasmar, expresar artísticamente, las experiencias
con drogas alucinógenas, de ahí su nombre.
En su origen fue una manifestación estadounidense y pronto
encontró imitadores en casi todos los países. Se trató de un fenómeno derivado
del hippismo y de su pretendido rechazo al sistema.
Ese movimiento
incorporado por el mundo de los negocios, fue puesto en boga por tiendas
de carteles, boutiques y centros nocturnos, con lo que perdió su intención
renovadora.
La mayor parte de sus obras no son conocidas y las mejores
son anónimas.
Algunos nombres son típicos productos de las galerías de
arte, como Fuchs, Abrams, Casen, Okamura, etcétera.
Otros son producto de la industrialización comercial en
carteles, como Peter Max o Wes Wilson.
La manifestación más novedosa e interesante de esta
corriente fue la pintura corporal o arte ep (epidermal art) que no se
practicaba en grande desde el derrumbe de los indígenas americanos frente a los
europeos.
Sin duda, lo más sobresaliente fue su concepción colorista
(brillante, rica, intensa, multicolor, contrastante). Tiene patrones parecidos
a los de un caleidoscopio y a veces muestra un desbordamiento inquietante y
estremecedor de la fantasía.
En oposición al hiperrealismo, este movimiento sí estuvo
motivado socialmente (Herbert Marcuse) en la intención de los jóvenes de ver y
sentir las cosas de una manera distinta, novedosa.
No deja de interesar que sea precisamente el arte el que
cumpla esta función, y que los jóvenes se sientan desligados de las
pretensiones de las otras corrientes.
Los artistas más representativos de este arte fueron Michael
Garfield, Jonathan Solter, Eric Nez, Pouyan Khosravi, Dennis Konstantin, Ted
Wallace, Adam Scott Miller, Kelsey Brookes y Randal Roberts.
A cien años, reitera don Fernando.
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