En las nubes
Carlos Ravelo Galindo, afirma:
Este trabajo sobre la
voluptuosidad de Morir, del escritor Yukio Mishima, lo confirmó don
Fernando Calderón Ramírez de Aguilar. Es extenso. Pero por lo
mismo interesante. No tiene, creemos. Estamos seguros, desperdicio.
Hablar de los países de Oriente, comprenderlos en su forma
de comportamiento, su cultura, su sistema de vida, sus creencias y su lengua
que tiene un sonido muy especial, no muy grato para los oídos acostumbrados al
sonido dulce de casi todas las lenguas del poniente.
Es difícil para los occidentales, pues muchas veces se
confunden y no alcanzan a obtener una total comprensión de estos países, mucho
menos de la vida socioeconómica de sus pobladores.
Esta es la biografía de un hombre joven, célebre en la
literatura japonesa y leIdo en todas partes del mundo con gran placer. Envidiado por muchos y por lo tanto algunas
pocas veces rechazado.
Fue una vida azarosa que vino al mundo el 14 de enero de
1925 en Tokio, Japón, existencia que mostraría al mundo que su narcisismo y su
ego eran más grandes que el universo. Su vida
mostraría al género humano que padecía una enfermedad del alma que se
incrementaría con los años a través de vivir y padecer en este mundo nada
idílico sus amargas experiencias.
Mishima fue hijo de Azusa Hiraoka y Shisue Hiraoka, por lo
que su nombre real era Kimitake Hiraoka. El padre fue secretario de pesca del
Ministerio de Agricultura. Burócrata de clase media empeñado en que su hijo
tuviera una carrera más lucrativa y lograra una buena posición, a lo que el
niño y el joven se resistían con angustia.
Se conoce una escena
especialmente triste en donde a la edad de ocho años el padre de Mishima le
retira con violencia un cuaderno en donde estaban escritos una gran cantidad de
cuentos de su autoría y los rompe furiosamente ante él. Su madre, que observa
la escena, no puede intervenir y ve desolada como por esa carita de alevín de
bonzo ruedan lágrimas como garbanzos.
Este es el clima familiar en el que Mishima realiza su
creación literaria de niño prodigio. Se presume que esa vida le lleva
comportarse siempre oculto dentro de una máscara.
Su abuela Natzu al parecer retira a Mishima de la casa
materna durante varios años y por su sentimiento aristocrático, lo inscribe en
la escuela Peers para nobles a la cual ingresa después de mucha insistencia de
su parte. No eran nobles. Habían sido desplazados al perder su nobleza por
apoyar al shogun perdedor. Sirvió como base para su ingreso la gran
inteligencia de Mishima y quizá de alguna manera los antecedentes de su abuela,
quien como noble tuvo samuráis a su servicio.
En esa escuela sufrió en un principio el despreció de los
alumnos pertenecientes a la nobleza que no pudo rebatir en sus inicios ya que
era de cuerpo enclenque y sin fuerzas.
Su mente privilegiada lo salvaría al demostrar a sus
compañeros sus grandes dotes literarias. Gana así su reconocimiento.
Posteriormente pasa a la prestigiada universidad de Tokio en donde termina su
carrera de derecho.
Conquistó el poder y la fama desde corta edad por la
prodigiosa inteligencia que poseía y la belleza literaria de sus obras. Grande
en todo lo que emprendía: escritor, poeta, dramaturgo, ensayista, cuentista,
guionista, artista, sobre todo en el teatro kabuki, etcétera.
La ocupación de escritor era mal vista en Japón y la nobleza
lo despreciaba.
Durante toda su vida,
siempre de intenso trabajo, dio a su madre sus escritos para que esta
los leyera y juzgara.
Durante la Segunda Guerra Mundial se inscribe como kamikaze
voluntario, pero es rechazado ya que el médico que lo reviso confundió un
fuerte resfriado con una tuberculosis y debido a este diagnóstico no fue
aceptado, lo cual le causó una enorme frustración. Para el japonés la figura
del emperador es sagrada y él quería servirle, además se sumó a esto su figura
enclenque.
Todo esto bastó para que en un futuro ejercitara su cuerpo
intensamente hasta llegar a ser un individuo musculoso. Como quiera que fuera,
el cuidado obsesivo de su cuerpo marca para Mishima un cambio radical en su
estilo de vida.
Practica diariamente el culturismo, se entrena arduamente en
el manejo de la katana (literalmente espada japonesa) la cual llega a manejar
con maestría. Estudia y practica el arte marcial moderno de la misma llamado
kendo. Compra una de las katanas más famosas de la escuela Magoruko del siglo
XVI, que lleva una inscripción que dice Mitsu-do setsudan (Tres cuerpos de un
golpe) y que es tasada por la familia Honnami, probadores del corte de la
espada.
Frecuenta con sus amigos bares gay, de ahí que se le acuse
de homosexualidad, pero parece ser que sólo tomaba notas acerca del
comportamiento y la vida de los gais.
¿Cómo puede un joven escritor de 24 años narrar tan
certeramente el drama interno de un homosexual sin haberlo vivido?
Es claro que sólo como él lo hizo y todo se plasmaría
posteriormente en una de sus novelas: Confesiones de una máscara.
Al casarse en 1958 lo hace con la joven apropiada Yoko
Hiraoka con la que tendría dos hijos, Noriko Tomita e Ichiro Hiraoka.
Para entonces Mishima adquiere una fama inusitada en Japón.
Sus obras literarias se venden enormemente por miles y su fama se extiende por
el mundo. Visita Europa en donde es muy bien recibido y le brindan un trato
afectuoso y gran reconocimiento en todas las ciudades del viejo mundo que
visita. Igual sucede a su paso por América.
Regresa a Japón muy satisfecho de sus giras y con el
reconocimiento universal que requería; sus obras se venden por millares e
inundan los mercados con traducciones estupendas.
Su extravagancia no tiene límite. Posa para unas fotografías
en donde aparece como el mártir San Sebastián del boloñés Guido Reni
(1575-1642), con flechas clavadas en los costados. Es como una premonición de
lo que pasará en el futuro, su muerte.
En 1967 se alista en las fuerzas de autodefensa de Japón y
tiene un entrenamiento básico. En 1968 forma la Sociedad del Escudo llamada
Tatenokai constituida por jóvenes escolares patriotas que estudiaban principios
de artes marciales y disciplinas físicas. Les diseña un uniforme militar muy
marcial, ajustado en la cintura y marchan por todos lados como su ejército
particular, pero sin armas.
Para ese entonces, Mishima ya es un ídolo mundial. Su
literatura se extiende por todo el orbe y
llena los escaparates de las librerías.
Al ser nominado para
el Premio Nobel de Literatura, todo el
mundo lo da por hecho. También está propuesta su mentor Kawabata, lo acercó a
todos los grupos literarios, un hombre mayor muy calmado y maduro. Al
parecer cede su espacio a este hombre
como muestra de fidelidad. Lo cierto es que al final, el jurado se decide por su
maestro, lo que a pesar de todo le causa una gran tristeza, ya que se siente
merecedor del mismo junto con él. Un avatar que al parecer no logra superar.
Con su ejército acude a las oficinas del general Mashita
para cumplir una cita concertada a las once de la mañana. Mishima goza de la
simpatía de los militares por su afición e interés en el ejército. Al general
le halaga esta audiencia con un personaje tan famoso y, además, entre sus
subordinados hay varios admiradores de Mishima.
Tras los saludos de rigor, el general hace comentarios
elogiosos de los uniformes de opereta que llevan los visitantes. Y le llama la
atención la espada que Mishima lleva al cinto y hace bellos recuerdos de su
juventud y aprecia la gran calidad de la espada y pide un pañuelo para
limpiarla.
El grupo, que ya estaba informado con la señal de dame un
pañuelo, al ver que Mishima le pide a Chibi Koga que le dé un pañuelo, se pone
en alerta y amordaza al general. Mashita aún no comprende lo que ocurre.
Durante el juicio referirá luego que pensó le hacían una demostración estúpida
pero inocente de su preparación de comando. Atado ya no le queda más que
enfurecer y sumar gran indignación a su asombro inicial.
El general había ordenado un pequeño refrigerio y un soldado
se asoma por el ojo de la cerradura para ver si ya puede llevar las viandas,
encuentra al general atado a la silla y
comunica el hecho a sus oficiales, quienes piden la apertura inmediata
de la puerta. Al no recibir respuesta tratan de forzar los picaportes.
En ese momento Mishima, el escritor, pide
serenamente sus exigencias y las vocea a un grupo de coroneles que excitados
gritan y golpean la puerta. Saca sus dos espadas cortas y las pone en el cuello
del general.
Posteriormente Morita, uno de sus subalternos, empuña otra
daga y sus soldados Ogawa y Furo Koga toman del despacho los objetos más
contundentes para defenderse.
Un grupo de oficiales y soldados fuerzan la puerta, pero Mishima, campeón de
Kendo, es harina de otro costal. Saca su katana y la esgrime hiriendo a doce
militares, de entre ellos a un general. Les infringe lesiones graves, pero no
mortales, según se demuestra posteriormente, y da a conocer sus peticiones ante
el público congregado fuera del balcón intrigado por la concentración de
fuerzas que tratan de evitar daños mayores.
A estas se suman los medios de comunicación, la radio, la
televisión, los reporteros de los periódicos y los representantes de los medios
extranjeros. Todo el mundo comprende claramente que el gran Yukio Mishima
siempre será una gran noticia. Su perorata se inicia diciendo que el ejército
siempre ha tratado bien al Tate no kai (Sociedad de los Escudos).
Pregunta: ¿Por qué mordemos las manos que nos ha tendido?
Precisamente porque al Japón que amamos, reverenciemos a nuestro Emperador.
Arroja las octavillas, mismas que rápidamente son recogidas
por todos los medios y el público.
A su vera siempre está Morita, quien junto con Mishima grita
tres veces Tenno Heika Banzai (Larga vida al Emperador).
Al regresar a la terraza lleva el sonido de la maldición de
las fuerzas del orden público “Bakayaro” (idiota, tonto, estúpido) que zumba en sus oídos.
Se despoja paulatinamente de su chaqueta y tras quitarse las
botas y dejarlas a un lado desabrocha el pantalón y cae sobre los muslos
flexionados.
Toma la espada corta en sus manos y con los tres dedos
medios de la mano izquierda busca el punto del abdomen en donde ingresará la
espada.
La daga entró a fondo y cruzó rápidamente el abdomen
empujada por una fuerza y una voluntad hercúlea.
La sangre sale a borbotones, así como las vísceras.
Cuando en un último esfuerzo logra llegar al lado derecho,
cae hacia delante.
Morita, el encargado de decapitarlo, lo intenta varias
veces, pero falla en tres ocasiones dado que la cabeza no había quedado en una
posición adecuada.
Entrega la katana a Furu Kuga, que también es un hábil
esgrimidor y logra la decapitación total al primer golpe.
Ogawa toma de la mano de Mishima la daga y se la entrega a
Morita que ya ha tomado posición para continuar también él en su persona el
rito del seppuku (o harakiri como le llaman los occidentales) y pide que acaben
rápido”.
La muerte de Mishima se difunde rápidamente por el mundo y
encabeza las noticias de los medios de comunicación. Al suicidio se le atribuye
como causa la frustración y depresión por no haber recibido el Premio Nobel que
le correspondía.
Nada más falso.
Su mente era otra y su manera de pensar también.
Fue uno de los más grandes escritores contemporáneos.
A su muerte había escrito cuarenta novelas, 18 obras de
teatro, veinte libros de relatos y más de veinte libros de ensayos.
Sus obras son de las más aclamadas por los críticos y
lectores, todas son importantes y se publican en varios idiomas.
Si se da la casualidad que no lo hayan leído, vale la pena
que lo hagas. Se los recomendamos.
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