martes, 19 de diciembre de 2017

Basura electrónica y consumismo navideño

Constelación Andrómeda


Norma L. VÁZQUEZ ALANÍS
Para Arcano Radio


El consumismo desenfrenado e irracional de fin de año, que se inicia con el llamado ‘viernes negro’, le sigue al ‘Día de acción de gracias’ y concluye con la llegada de los ´Reyes magos’, propició que la organización ecologista Amigos de la Tierra iniciara una campaña contra las compras excesivas de esta temporada, con el propósito de hacerlas más responsables y acordes con los límites del planeta.

Ambientalistas de este organismo hicieron en el centro de Madrid, España, un árbol de dos metros de altura a partir de residuos electrónicos y textiles como teléfonos móviles y bufandas, así como otros desperdicios, con el cual pretenden visibilizar de manera simbólica que los desechos en realidad son recursos.

Para tal efecto promueven dar una segunda vida a los objetos a través de ‘Alargascencia’, un directorio de establecimientos de reparación, alquiler, o compra y venta de objetos de segunda mano a fin de evitar el consumo de ‘usar y tirar’, que pone en peligro los recursos naturales de la Tierra por el excesivo dispendio de energía, la deforestación, la contaminación de suelos y acuíferos, además de la desmesurada generación de residuos y los consecuentes problemas para su adecuada gestión.

En este sentido, Amigos de la Tierra busca ofrecer a los ciudadanos alternativas al consumismo y a la obsolescencia para lo cual es necesario reclamar a las administraciones la implementación de medidas que favorezcan el alargamiento de la vida útil de los productos, pero también ejercer un consumo responsable.

Cada vez los productos son menos duraderos, así como más difíciles de reparar y reutilizarse, pero el sistema económico actual promueve esta situación en perjuicio de la ciudadanía, por ello dicha organización ambientalista intenta darle la vuelta a este modelo de consumo basado en la denominada obsolescencia programada, que acorta deliberadamente la vida útil de los productos y los hace prácticamente desechables.

Si la demanda de consumo continúa su actual espiral de crecimiento, el reciclaje y reutilización no será suficiente para solucionar el problema de vertederos e incineradores a los cuales van a parar los residuos de todo tipo, ni tampoco para reducir el desperdicio de recursos naturales requeridos para los procesos de producción, de manera que es indispensable reducir el consumo y apostar por el uso de bienes duraderos reparables, compartidos, así como comunales.

En todo el planeta se producen cada año 50 millones de toneladas de basura electrónica y se considera que cada habitante del mundo origina en promedio 3.5 kilogramos de este tipo de chatarra, especialmente teléfonos celulares, los cuales contienen componentes altamente tóxicos como el litio, el níquel o el cadmio. La vertiginosa producción de nuevos móviles dificulta la situación de su reciclaje.

La sociedad global basada en el ‘estatus’ conlleva a que los productos considerados ‘viejos’ -que generalmente todavía funcionan- son tirados a la basura por el simple hecho de que hay en el mercado una nueva versión superior a la existente y es indispensable tenerla cuanto antes para estar a la moda.

Datos del Programa de Naciones Unidas para Medio Ambiente (PNUMA) señalan que China y Estados Unidos producen en forma conjunta un tercio de todos los desechos electrónicos del mundo, que terminan en vertederos como el de Agbogloshie, en Ghana, donde las tierras ya están contaminadas por plomo, cadmio y bromo, entre otros minerales, lo cual afecta la salud de sus habitantes.

De acuerdo con el noruego Erik Solheim, director ejecutivo del PNUMA, el mal manejo de este tipo de basura genera cada vez mayores daños a la salud de los humanos y deterioro del medio ambiente, ya que los expertos afirman que si esos desechos no se reciclan de manera adecuada, las personas y el hábitat estarán expuestos a agentes cancerígenos y gases tóxicos emanados de los productos electrónicos obsoletos que son arrojados en los vertederos de todo el mundo y contaminan suelo, agua y aire.

Además, dijo Solheim, “es una tontería económica porque la gente está tirando a la basura una gran cantidad de materiales que pueden reciclarse como el oro, la plata y otros residuos minerales que están dentro de los teléfonos celulares, computadoras y diversos aparatos electrónicos que se desechan; este tipo de desperdicios es lo que algunos llaman ’minería urbana’, en virtud de que esos desperdicios tienen residuos minerales que muchas veces exceden las cantidades disponibles en los yacimientos bajo tierra.

Recientemente Google y Motorola presentaron el ‘Proyecto Ara’, un teléfono modular en el cual se pueden reemplazar piezas, de tal forma que se pueden actualizar la batería o el procesador sin tener que tirar todo el dispositivo.

La organización ambientalista Greenpeace opina que, tomando en cuenta los residuos electrónicos que genera la sociedad actual y el daño que estos producen en el planeta, es hora de cambiar hacia una economía circular que incluya la recuperación de metales preciosos y minerales, así como el diseño de productos que puedan ser fácilmente reparados, reciclados o reutilizados.


Dejamos al lector reflexionar sobre el consumismo absurdo de fin de año, en especial de los enajenantes teléfonos celulares.

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