En las nubes
Carlos RAVELO GALINDO, afirma:
Luis Donaldo Colosio, candidato a suceder en Los Pinos a
Carlos Salinas de Gortari, pronunció, el 6 de marzo de 1994, un mensaje,
palabras que le costaron la vida 17 días después.
En Lomas Taurinas, Tijuana, BC, frente a una muchedumbre dos
tiros lo silenciaron.
Hasta el día de hoy, solo el tricolor y morena tienen
candidato a la silla presidencial.
Y en breve el resto de los nueve partidos políticos.
Pero ya los golpes bajos iniciaron.
Todo ello nos motivó a repetir aquellas frases que siguen
vigentes en nuestros días.
Enseguida las palabras del sonorense Luis Donaldo Colosio:
“En estos meses de
intensos recorridos por todo el país, de visita a muchas comunidades, de
contacto y diálogo con mi Partido y con la ciudadanía entera, me he encontrado
con el México de los justos reclamos, de los antiguos agravios y de las nuevas
demandas; el México de las esperanzas, el que exige respuestas, el que ya no
puede esperar.
Ese es el México que nos convoca hoy; ese es el México que
convoca a mi conciencia; ese es el México al que habremos de darle seguridad,
al que habremos de darle rumbo en la nueva etapa del cambio.
Yo veo un México de comunidades indígenas, que no pueden
esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad y de progreso; de
comunidades indígenas que tienen la gran fortaleza de su cohesión, de su
cultura y de que están dispuestas a creer, a participar, a construir nuevos
horizontes.
Yo veo un México de campesinos que aún no tienen las
respuestas que merecen. He visto un campo empobrecido, endeudado, pero también
he visto un campo con capacidad de reaccionar, de rendir frutos si se
establecen y se arraigan los incentivos adecuados.
Veo un cambio en el campo; un campo con una gran vocación
productiva; un campo que está llamado a jugar un papel decisivo en la nueva
etapa de progreso para nuestro país.
Yo veo un México de trabajadores que no encuentran los
empleos ni los salarios que demandan; pero también veo un México de
trabajadores que se han sumado decididamente al esfuerzo productivo, y a los
que hay que responderles con puestos de trabajo.
Adiestramiento, con capacitación y con mejores salarios
Yo veo un México de jóvenes que enfrentan todos los días la
difícil realidad de la falta de empleo, que no siempre tienen a su alcance las
oportunidades de educación y de preparación.
Jóvenes que muchas veces se ven orillados a la delincuencia,
a la drogadicción; pero también veo jóvenes que cuando cuentan con los apoyos,
que cuando cuentan con las oportunidades que demandan, participan con su
energía de manera decisiva en el progreso de la Nación.
Yo veo un México de mujeres que aún no cuentan con las
oportunidades que les pertenecen; mujeres con una gran capacidad, una gran
capacidad para enriquecer nuestra vida económica, política y social. Mujeres en
suma que reclaman una participación más plena, más justa, en el México de
nuestros días.
Yo veo un México de empresarios, de la pequeña y la mediana
empresa, a veces desalentados por el burocratismo, por el mar de trámites, por
la discrecionalidad en las autoridades. Son gente creativa y entregada,
dispuesta al trabajo, dispuesta a arriesgar, que quieren oportunidades y que
demandan una economía que les ofrezca condiciones más favorables.
Yo veo un México de profesionistas que no encuentran los
empleos que los ayuden a desarrollar sus aptitudes y sus destrezas.
Un México de maestras y de maestros, de universitarios, de
investigadores, que piden reconocimiento a su vida profesional, que piden la
elevación de sus ingresos y condiciones más favorables para el rendimiento de
sus frutos académicos; técnicos que buscan las oportunidades para aportar su
mejor esfuerzo.
Todos ellos son las mujeres y los hombres que mucho han
contribuido a la construcción del país en que vivimos y a quienes habremos de
responderles.
Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México
de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la
ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de
las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales.
Veo a ciudadanos angustiados por la falta de seguridad,
ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos que les cumplan.
Ciudadanos que aún no tienen fincada en el futuro la derrota; son ciudadanos
que tienen esperanza y que están dispuestos a sumar su esfuerzo para alcanzar
el progreso.
Yo veo un México convencido de que ésta es la hora de las
respuestas; un México que exige soluciones. Los problemas que enfrentamos los
podemos superar.
Yo me propongo encabezar un gobierno para responderle a
todos los mexicanos. El cambio con rumbo y con responsabilidad no puede
esperar.
Manifiesto mi más profundo compromiso con Chiapas. Por eso
debemos escuchar todas las voces, no debemos admitir que nadie monopolice el
sentimiento de los chiapanecos.
Expreso mi solidaridad a todos aquellos chiapanecos que aun
no han dicho su verdad, a todos aquellos que tienen una voz que transmitir y a
todos aquellos que tienen una palabra que expresar.
Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México
de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la
ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de
las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales.
Veo a ciudadanos angustiados por la falta de seguridad,
ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos que les cumplan.
Ciudadanos que aún no tienen fincada en el futuro la derrota; son ciudadanos
que tienen esperanza y que están dispuestos a sumar su esfuerzo para alcanzar
el progreso.
Yo veo un México convencido de que ésta es la hora de las
respuestas; un México que exige soluciones. Los problemas que enfrentamos los
podemos superar.
Yo me propongo encabezar un gobierno para responderle a
todos los mexicanos. El cambio con rumbo y con responsabilidad no puede
esperar.
Debemos de asumir y debemos de decidir. Debemos de decidir
si nos asumimos plenamente como una sociedad plural o si concesionamos sólo a
algunos la interlocución.
Mi compromiso es con todos los mexicanos; mi compromiso es
luchar contra la desigualdad y evitar crear nuevos privilegios de grupo o de
región.
Los mexicanos ante el conflicto hemos ratificado nuestra
unidad esencial bajo una bandera y nuestro ánimo de concordia.
Desde aquí manifiesto mi reconocimiento al Ejército Mexicano
por su patriotismo, lealtad y entrega en la defensa del interés y la unidad
nacionales.
Recuperemos esos valores.
Empecemos por afirmar nuestra identidad, nuestro orgullo militante y
afirmemos nuestra independencia del Gobierno.
Por eso, el nuevo crecimiento económico tiene que ser
distribuido con mayor equidad, con empleos crecientes, con ingresos
suficientes.
Es la hora de la confianza para todos, la de traducir las
buenas finanzas nacionales, en buenas finanzas familiares.
Es la hora de convertir la estabilidad económica en mejores
ingresos para el obrero, en mejores ingresos para el campesino, para el
ganadero o para el comerciante, para el empleado o para el oficinista, para el
artesano o el profesionista, para el intelectual y para las maestras y los
maestros de México.
Es la hora de los apoyos efectivos y del impulso al esfuerzo
que realizan las mujeres y los hombres al frente de micro, pequeñas y medianas
empresas. Que se les lleve a superar sus dificultades, que se les apoye a
ampliar sus negocios con mejores tecnologías para que sean más competitivos en
los mercados.
Es la hora del gran combate a la desigualdad, es la hora de
la superación de la pobreza extrema, es la hora de la garantía para todos de
educación, de salud, de vivienda digna de vida de los campesinos.
Es la hora de que el Artículo 27 de la Constitución se
exprese en bienestar, en justicia, en libertad para los hombres del campo. Y es
la hora de acabar para siempre con todo vestigio de latifundio; es la hora de
dar certidumbre al ejido, a las tierras comunales y a la pequeña propiedad.
Es la hora de impulsar la reforma agraria para nuestro
tiempo. Es la hora de promover más y mejor inversión en el campo; de alentar de
manera mejor y más eficaz, con libertad, la participación de los campesinos.
Es la hora de dar solución a los problemas de la cartera
vencida en el campo, del crédito escaso y caro.
Es la hora de asociar los esfuerzos de los productores; es
la hora de constituir más cajas de ahorro, más uniones de crédito y de poner en
marcha nuevos mecanismos de comercialización.
Es la hora de las regiones de México, para aprovechar mejor
los recursos, para aprovechar mejor la capacidad y el talento de cada una de
las comunidades del país, de cada ciudad de nuestro país, de cada estado de la
República.
Un desarrollo regional que abra las esperanzas de cada
rincón de México, que canalice recursos para mantener la infraestructura carretera,
ferroviaria, portuaria, hidráulica y energética.
Es la hora de superar la soberbia del centralismo, como lo
dije en Jalisco; de apoyar decididamente al municipio. Es la hora de un nuevo
Federalismo; es la hora de dotar de mayor poder político y financiero, a
nuestros estados, como lo dije en Tabasco; es la hora de garantizar plenamente
la conservación de nuestros recursos naturales, de nuestro medio ambiente, de
nuestra ecología.
Es la hora de una educación nacionalista y de calidad; es la
hora de una educación para la competencia; es la hora de nuestras escuelas, de
nuestros tecnológicos; es la hora de la universidad pública en México; es la
hora de la gran infraestructura para la capacitación de todos los mexicanos que
quieran progresar.
La educación es nuestra más grande batalla para el futuro. A
ella destinaremos mayores recursos.
Es la hora de reformar el poder, de construir un nuevo
equilibrio en la vida de la República; es la hora del poder del ciudadano. Es
la hora de la democracia en México; es la hora de hacer de la buena aplicación
de la justicia el gran instrumento para combatir el cacicazgo, para combatir
los templos de poder y el abandono de nuestras comunidades.
¡Es la hora de cerrarle el paso al influyentismo, a la
corrupción y a la impunidad!
Es la hora de la Nación. Es la hora de ser fuertes todos
haciendo fuerte a México. Es la hora de reafirmar valores que nos unen. Es la
hora del cambio con rumbo seguro para garantizar paz y tranquilidad a nuestros
hijos”.
Pero dos tiros acabaron con ese atisbo de esperanza. Y ha
pasado casi un cuarto de siglo, sin que nada de ello se haya hecho
realidad.
Por
el contrario el país va como los
cangrejos: para atrás, pese a las palabras rimbombantes de los funcionarios.
Todos.
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