Análisis a Fondo
* El NYT hace un recuento de los periodistas asesinados
* Y a nadie le importa que se castigue o no a los asesinos
* “La impunidad es la libertad de expresión de los asesinos”
Por Francisco GÓMEZ MAZA
Para Arcano Radio
Dejemos a un lado, por un momento, la política y la
simulación de la democracia, que además por la política nos han llegado y nos
siguen envolviendo los peores infortunios, en este país atravesado por balas de
grueso calibre, en una guerra idiota de nunca acabar y con enormes daños
colaterales, perpetrados por elementos enajenados, o cómplices de la
delincuencia, de las fuerzas de seguridad. O de los propios sicarios del otro
bando.
Soldados con rol de policías (ahora con la nueva ley estarán
autorizados a lo que se les ocurra. Son entrenados para matar, ¿no?), armados
hasta los dientes, con órdenes precisas de hacer “limpiezas” criminales y
sociales, operadas por escuadrones especializadísimos en la limpieza social, y
soldados desertores o barones de la droga, comandando bandas de las familias
del narco (así todo queda en familia), pero causando, en su confrontación
armada, un sinfín de daños colaterales, en esta ocasión de periodistas que con
sus reportes no sólo informan, sino que se convierten en blanco de tirios y
troyanos.
Por ello, asegura el New York Times en su edición digital de
este martes 19 de diciembre, México se ha constituido en el segundo país más
mortífero, a nivel global, para ejercer el periodismo de investigación
criminal, o temas de corrupción, conflicto de intereses enriquecimientos
extralegales, o denuncias de incongruencias de las clases políticas dominantes
o de la mafia criminal.
El diario contabiliza once periodistas víctimas durante
2017. Coincide con todas las organizaciones defensoras de periodistas tanto
extranjeras como nacionales. Recuerda el periódico neoyorquino que, en este
año, treinta y nueve periodistas han sido víctimas de homicidio en todo el
mundo, por hacer su labor, según un informe de Reporteros Sin Fronteras. Pero
la nota que más nos atañe, porque nos pega directamente, es que casi un tercio
de ellos –once reporteros– fueron asesinados en México. Casi el 20% de esos
asesinatos sucedió en menos de seis meses.
Esta situación convierte a México en el segundo país más
mortífero para los periodistas de entre todas las naciones del globo. El
segundo después de Siria (que registró doce asesinatos de periodistas, este año
que corre aún): una nueva muestra de la crisis de la libertad de expresión que
se vive en estos dos países.
“Los periodistas que abordan temas como el crimen organizado
o la corrupción de los políticos sufren, de manera casi sistemática, amenazas,
agresiones y pueden ser ejecutados a sangre fría”, indica un informe de
Reporteros Sin Fronteras (organización defensora de los periodistas en el
hemisferio occidental), que elabora un balance anual de muertes de integrantes
del gremio desde 1995, ficha reportada por el periódico neoyorquino.
El organismo también recalca que la mayoría de los
asesinatos acumulados en todo México, tanto de este año como de anteriores,
siguen sin castigo. “La impunidad se explica por la corrupción generalizada que
reina en el país, patente sobre todo a escala local, ámbito en el que los
miembros del gobierno, a veces, están coludidos con los cárteles” del narcotráfico.
Por ejemplo, no ha habido avances en el caso de Miroslava
Breach, corresponsal del periódico La Jornada, asesinada en marzo, ni en el de
Javier Valdez, uno de los más destacados reporteros dedicados a cubrir temas de
narcotráfico, asesinado en mayo.
Tampoco se han reportado logros en las investigaciones de
los homicidios de periodistas muertos el año pasado, como el de Pedro Tamayo,
que incluso ya contaba con el presunto resguardo del Estado –un botón de
pánico– como parte del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de
Derechos Humanos y Periodistas.
El Comité para la Protección de Periodistas estima que sigue
impune el homicidio de 35 de los 43 periodistas que contabiliza como asesinados
desde 1992.
Sin embargo, el homicidio no es la única violencia que los
periodistas mexicanos han enfrentado este año, recuerda el NYT y cita que la
organización de defensa de la libertad de expresión, Artículo 19, también
contabiliza por lo menos veintitrés reporteros desaparecidos. En un balance
semestral, en agosto, dijo haber recibido reportes de 60 amenazas, 56 ataques
físicos o al material de trabajo y de 67 actos de intimidación durante el año.
La mayoría de estos fueron cometidos por funcionarios, de acuerdo con Artículo
19.
Este año salió a la luz - en parte por un trabajo de The New
York Times, junto con los grupos de
investigación especializados, R3D y Citizen Lab -, que algunos de los
periodistas más críticos del gobierno, o que han destapado casos de corrupción
y de conflicto de intereses muy sonados durante el gobierno de Peña Nieto,
fueron espiados por medio de un programa llamado Pegasus, con el que se
intervienen los teléfonos celulares –el programa puede encender, a distancia,
la cámara, el micrófono, revisar todos los contactos, correos y más– a partir
de una liga adjunta en un mensaje. Los mexicanos afectados por el programa
espía recibieron esa liga en mensajes alarmantes que, por ejemplo, pretendían
tener información sobre un presunto amorío de su pareja o una emergencia
familiar. Y a estas alturas ya nadie habla de Pegasus. Y menos de la impunidad
en que vive el asesino.
La revista Gatopardo ha enlistado los nombres de los
periodistas asesinados en México en 2017:
Cecilio Pineda Brito fue asesinado el 2 de marzo en Ciudad
Altamirano, Guerrero. Era director del diario La Voz de la Tierra Caliente y
colaborador del periódico El Universal. Cubría la fuente policiaca del diario y
según Proceso, unos días antes de ser asesinado el periodista publicó un video
en su cuenta personal de Facebook en el que hablaba de la relación del gobierno
de Héctor Astudillo Flores con el grupo delictivo “Los Tequileros”, liderado
por Raybel Jacobo de Almonte. Hasta la fecha no hay acusados.
Ricardo Monlui Cabrera fue asesinado el 19 de marzo en el
municipio de Yanga, en Veracruz. Era director del impreso El Político; y dueño
del portal digital elpolitico.com.mx, además presidente de la Asociación de
Periodistas y Reporteros Gráficos de Córdoba y la Región y fue también jefe de
prensa de la Unión Nacional de Productores de Caña de Azúcar CNC. Escribía la
columna “Crisol”, que aparecía en El Sol de Córdoba y en El diario de Xalapa,
en la que trataba temas cañeros. CPJ publicó que el tema en torno a la
industria azucarera y los intereses económicos en la zona han llevado a varios
enfrentamientos violentos.
Hasta la fecha no hay acusados.
Miroslava Breach Velducea fue asesinada el 23 de marzo en
Chihuahua. Era corresponsal del diario La Jornada, colaboraba con el periódico
El Norte de Chihuahua y fue directora editorial de El Norte de Ciudad Juárez.
La BBC la definió como “periodista incómoda” porque sus publicaciones
continuamente hablaban sobre corrupción política, violación a derechos humanos,
agresiones a comunidades indígenas y la narcoguerra. Ya fueron identificados
sus presuntos asesinos, pero no han sido capturados.
Maximino Rodríguez Palacios fue asesinado el 14 de abril en
La Paz, Baja California Sur. Llevaba dos años trabajando para un portal de
denuncia ciudadana, noticias sobre corrupción, discriminación y abusos llamado
Colectivo Pericú. Escribía la sección policial y tenía una columna titulada “Es
mi opinión”. Hasta la fecha no hay acusados.
Filiberto Álvarez Landeros fue asesinado el 29 de abril en
el municipio de Tlaquiltenango, Morelos. Trabajaba para la estación de radio
“La Señal”, en donde fue interceptado después de su programa que comenzaba a
las ocho de la noche. Hasta la fecha no hay acusados.
Javier Valdez Cárdenas fue asesinado el 15 de mayo en
Culiacán, Sinaloa. Trabajaba como reportero del semanario local RíoDoce –del
que fue fundador– y era corresponsal del periódico La Joranda. En septiembre
del 2016 Valdez publicó el libro Narcoperiodismo, en el que narra historias de
periodistas que han sido víctimas de la delincuencia. En una entrevista con La
Jornada dijo: “No hablamos sólo de narcotráfico, una de nuestras acechanzas más
feroces. Hablamos también de cómo nos acecha el gobierno.” Hasta la fecha no
hay acusados.
Jonathan Rodríguez fue asesinado el 15 de mayo en Jalisco.
Rodríguez era reportero del diario El Costeño, del municipio de Autlán,
Jalisco. El auto en el que viajaba con su madre, Sonia Córdova –directora de
información del diario– fue emboscado por cinco sujetos armados. El vehículo
recibió 25 impactos de bala. Jonathan Rodríguez falleció en el lugar y su madre
sobrevivió. El Costeño había recibido amenazas en días anteriores. El reportero
era hijo de Héctor Rodríguez, director del medio informativo.
Salvador Adame desapareció el 18 de mayo en Michoacán. El
periodista era director de Canal 6tv, en Nueva Italia, Michoacán. Su familia y
colaboradores denunciaron la desaparición el 19 de mayo. El 26 de junio, la
Procuraduría de Michoacán anunció el hallazgo de los restos de Adame en estado
de calcinación, en Barranca del Diablo, en el municipio Gabriel Zamora, en
Michoacán.
Luciano Rivera fue asesinado la madrugada del lunes 31 de
julio en un bar en Playas de Rosarito, en Baja California. Rivera dirigía la
revista Dictamen y era accionista del canal CNR, donde era conductor de
noticieros. Rivera fue asesinado con disparos de arma de fuego.
Cándido Ríos fue el primer periodista asesinado bajo la
protección del gobierno federal a través del Mecanismo de Protección para
Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas. Ríos fue asesinado el 22
de agosto en el municipio Hueyapan de Ocampo, en Veracruz; el periodista entró
en 2013 al programa de protección pues se sentía amenazado por el ex alcalde de
dicho municipio, Gaspar Gómez Jiménez.
Edgar Esqueda fue un fotoperiodista que colaboró de forma
recurrente de los portales digitales Metrópoli SLP y VoxPópuliSLP. Su
desaparición fue reportada por la organización Artículo 19 el 5 de octubre. CPJ
reporta que el periodista, quien cubría la nota roja local, fue “levantado” en
su domicilio, por hombres armados vestidos de policías. El viernes 6 de octubre
se dio a conocer que su cuerpo fue encontrado cerca del aeropuerto de San Luis
Potosí.
El escritor Francisco Goldman dijo durante la FIL del 2016:
“La impunidad es la libertad de expresión de los asesinos”, y eso es lo que se
está viviendo en México, al tener una tasa del 98% según el reporte realizado
por la ONU a principios de este año.
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