De la Mesa de Redacción
De nuestra afiliada La Voz de América
Con información de Reuters
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Por Mireia Bonilla
Periodista de Radio Vaticana
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En su último evento público del año, un servicio en vísperas
de Año Nuevo en la Basílica de San Pedro, el pontífice afirmó que la humanidad
“desperdició e hirió” al año “en muchas formas con obras de muerte, con
mentiras e injusticias”.
Aunque la guerra fue la señal más obvia del “orgullo
impenitente y absurdo”, muchas otras transgresiones provocaron “una degradación
humana, social y medioambiental”.
“Debemos asumir la
responsabilidad por todo ante Dios, nuestros hermanos y nuestra creación”,
sostuvo.
Aunque el Papa no mencionó eventos específicos de 2017, hizo
oír su voz sobre muchos de los principales temas del mundo durante el año.
En abril, condenó la “masacre inaceptable” de civiles
inocentes en un ataque con armas químicas en Siria. Hace sólo un mes visitó
Myanmar, donde más de 600.000 musulmanes rohinyá se han visto forzados a huir
de sus hogares hacia el vecino Bangladés y conversó con autoridades en un
intento por mitigar la crisis.
El Papa también intentó alentar la paz en Colombia durante
un viaje en septiembre y llamó al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, a
enfrentar temas vinculados con el cambio climático en mayo. Ante el aumento de
las tensiones entre Corea del Norte y Occidente, Francisco manifestó
preocupación por la existencia de arsenales nucleares.
Al finalizar la misa, el Sumo Pontífice caminó por la Plaza
de San Pedro, donde saludó a feligreses y posó para fotos con ellos al visitar
brevemente un pesebre de tamaño real colocado en el lugar.
El 1 de enero, el líder de los 1.200 millones de católicos
del mundo oficiará una misa para conmemorar el Día Mundial de la Paz de la
Iglesia.
Traducción del texto al español
Una celebración que tal y como aseguró el Papa “respiró la
atmósfera de la plenitud del tiempo”, y no precisamente porque se trate de la
última noche del calendario solar, sino porque “la fe nos lleva a contemplar y
sentir que Jesucristo, Palabra hecha carne, ha dado plenitud al tiempo del
mundo y a la historia humana” expresó.
Y la primera en experimentar este sentido de “plenitud”
donada por la presencia de Jesús fue “María”, dijo Francisco. Una plenitud que
fluyó, “a través de su corazón humilde y lleno de fe” así como “a través de su
carne impregnada del Espíritu Santo”.
Es de María que la Iglesia ha heredado y hereda
continuamente “esta percepción interior de plenitud” que alimenta un
sentimiento de gratitud como “la única respuesta humana digna del inmenso don
de Dios”. Se trata de un agradecimiento conmovedor, que, a partir de la
contemplación de aquel Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre, “se
extiende a todo y a todos, al mundo entero” exclamó el Santo Padre. Es por tanto
un "gracias" que refleja la Gracia y no viene de nosotros sino “de
él”. No proviene del ego, sino “de Dios”.
En este año 2017 que Dios nos ha dado íntegro y sano –
aseguro Francisco - nosotros los humanos “lo hemos desperdiciado y herido de
muchas maneras con obras de muerte, con mentiras e injusticias”. Además, las
guerras - concretizó el Santo Padre-, “son el signo notorio de este orgullo
reincidente y absurdo, pero también lo son todas las pequeñas y grandes ofensas
a la vida, a la verdad, a la fraternidad, que causan múltiples formas de
degradación humana, social y ambiental” y es por ello que el Papa invitó a
“asumir ante Dios” a nuestros hermanos y a nuestra creación.
El Obispo de Roma aseguró que lo que prevalece esta noche es
la “gratitud” que siente en su alma al pensar en todas aquellas personas que
viven “con el corazón abierto” en esta ciudad. Esas personas que “contribuyen
cada día con pequeños pero preciosos gestos concretos para el bien de Roma” y
para ello citó, a base de ejemplo, una serie de comportamientos propios de
aquellas personas que expresan concretamente el amor por Roma: aquellas que
tratan de hacer de la mejor manera su deber,
aquellas que se mueven en el tráfico con sabiduría y prudencia
respetando los lugares públicos, así como aquellas que prestan atención a las
personas mayores o en dificultad.
También expresó su inmensa estima por los padres, maestros y
educadores que - con el mismo estilo aseveró- , “intentan formar a los niños y
jóvenes en un sentido cívico y en una ética de responsabilidad”. “Estos y miles
de otros comportamientos” - dijo Francisco – expresan, sin discursos y sin
publicidad, “un estilo de educación cívica cooperando silenciosamente en el
bien común”.
Antes de concluir, afirmó que estas personas, aunque no sean
noticia, “son la mayoría de las personas que viven en Roma”. Personas que a
pesar de encontrarse muchas de ellas en condiciones de dificultades económicas
“no lloran, ni albergan resentimientos y rencores, sino que se esfuerzan por
hacer su parte todos los días para mejorar un poco las cosas”.
Por último el Pontífice invitó a los fieles presentes a
“expresar la gratitud por todos estos artesanos del bien común”, que aman su
ciudad “no con palabras sino con hechos”.