Por Beatriz BARRAL
Periodista de nuestra asociada RNU
Niños centroamericanos esperan a que se
tramiten
sus visas humanitarias mientras dibujan
en un centro
de UNICEF en la frontera entre México y
Guatemala.
UNICEF / Bindra
|
“Cuando preguntas a los niños centroamericanos, por qué les
gusta estar en México, te dicen ‘porque podemos dormir tranquilos’”. Paloma
Escudero, la directora de comunicación de UNICEF, ha sido testigo de cómo los
menores centroamericanos que migran no consiguen dejar atrás el miedo y la
violencia que han sido cotidianos para ellos.
Más de 3000 niños, algunos acompañados de sus familias y
otros solos han cruzado la frontera entre Guatemala y México en las últimas
semanas. Son parte de la última caravana que ha recorrido Centroamérica hacia
el norte.
Los pequeños llegan exhaustos, tras días o semanas caminando
bajo el sol. “Es prioridad garantizar no solo el apoyo básico tras una travesía
durísima”, cuenta Escudero. “Les estamos atendiendo con alimentación, ducha,
letrinas…”
En la mayoría de los casos, los niños se reponen
rápidamente, pero las heridas psicológicas tardan más en curar. “Han vivido situaciones muy duras en sus
países. Eso es lo que obliga a alguien a abandonar su casa en mitad de la
noche”, dice Escudero. “Las psicólogas que trabajan con UNICEF hablan de
cuadros de depresión, ansiedad, disociación de personalidad para intentar
separarse de lo que vieron o vivieron y muchos cuadros de miedo”.
A Escudero le impresionaron especialmente las adolescentes,
“muchas de ellas jovencísimas, con bebés o embarazadas” y las historias que
cuentan “de abusos, de violencia”.
Algunas han vivido de cerca problemas de trata. “Te deja impresionada
que chicas tan jóvenes han vivido ya toda una vida y cómo están buscando huir
de las bandas callejeras, el crimen organizado, la violencia y buscan un futuro
diferente para ellas que son también niñas, pero también, sobre todo para sus
bebés”.
Al temor a lo que dejaron atrás se une la incertidumbre de
lo que vendrá por delante. La prioridad para UNICEF es que los niños no sean
detenidos. La agencia propone que se busquen alternativas “como albergues de
puertas abiertas, acogida en familias, asegurando que estos niños nunca están
encerrados bajo llave y no son separados de sus familias”.
El nuevo Gobierno mexicano se ha comprometido oficialmente a
poner fin a la detención de todos los niños migrantes. UNICEF y otras
organizaciones están ayudando a desarrollar e implementar alternativas a la
detención.
Entrada legal
Además, México ha abierto la vía legal de entrada a estas
familias. En octubre, cuando llegó la primera caravana, muchas personas
cruzaron irregularmente, saltando las barreras o atravesando el río que hace de
frontera con Guatemala. Esta vez, Escudero destaca “lo ordenado del proceso”,
que ha logrado que “no sea un drama, no sea caótico”. “Cuando fui al centro de detención había 3000
personas que estaban al sol, pero estaban en fila, ordenados, con un proceso
que ellos sabían que tenían que seguir”, relata. “Es un buen ejemplo de que
cuando hay un proceso seguro, ordenado, una vía legal de poder emigrar, esto
supone una grandísima protección para los menores”.
Mientras los padres gestionan los papeles de entrada, los
niños son atendidos por equipos de UNICEF.
Una vez se encuentran en el lado mexicano, se da apoyo legal
a las familias y se les brinda información sobre las opciones que tienen:
tarjeta de visitante por razones humanitarias, solicitar asilo o retorno
voluntario.
Las autoridades han entregado hasta ahora 12.000 visas
humanitarias, que permiten a los centroamericanos viajar libremente por el país
y trabajar.
Muchas familias se quedarán en México si encuentran trabajo
y otras intentarán el camino al norte, hacia Estados Unidos. “Siempre es una
realidad que la mayor parte del tránsito de Centroamérica a Estados Unidos se
queda en México y es un porcentaje pequeño el que llega hasta Estados Unidos”,
explica Escudero.
En las anteriores caravanas, muchos recorrieron más de 3500
kilómetros hasta Tijuana, en la frontera norte con Estados Unidos, donde la
mayoría se han quedado varados ante la dificultad de cruzar ilegalmente o
solicitar asilo. Una nueva política del Gobierno de Estados Unidos obliga a
algunos solicitantes se asilo a esperar en México mientras sus casos se
tramitan, lo que puede tardar meses o incluso años.
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