Las economías del ASEAN-5, Indonesia, Malasia, Filipinas, Tailandia y Vietnam, también muestran un buen desempeño. Además, México, América Central y el Caribe se benefician de la recuperación de Estados Unidos y, en la mayoría de los casos, del descenso del precio del petróleo.
De la Mesa de Redacción Rafael Castilleja
De Arcano Político
Continúa el crecimiento mundial, pero a ritmo lento. Aumenta
riesgos para la economía mundial, según la última edición de Perspectivas de la
economía mundial (informe WEO) publicada este martes 11 de abril en Washington por
el FMI. Proyectó el crecimiento de México en 2.4 por ciento en 2016 y 2.6 por
ciento en 2017, baja 0.2 y 0.3 por ciento.
En el informe WEO se pronostica que la economía crecerá a un
ritmo del 3,2% en 2016 y del 3,5% en 2017, lo que representa una revisión a la
baja del 0,2% y el 0,1%, respectivamente, en comparación con la Actualización
de las perspectivas de la economía mundial del mes de enero de 2016 (véase el
cuadro).
En un reciente discurso, la Directora Gerente del FMI
Christine Lagarde, advirtió que la recuperación sigue siendo lenta y demasiado
frágil, y que existe el riesgo de que la persistencia del crecimiento débil
tenga efectos perjudiciales para el tejido social y político de muchos países.
“Un nivel más bajo de crecimiento significa que hay menos
margen para el error”, afirmó Maurice Obstfeld, Consejero Económico y Director
del Departamento de Estudios del FMI. “La persistencia de un crecimiento lento
deja secuelas que, de por sí, reducen el producto potencial y, por ende, la
demanda y la inversión”, agregó.
Las actuales perspectivas de deterioro exigen una respuesta
inmediata y proactiva, señaló Obstfeld. Para apuntalar el crecimiento mundial,
subrayó, es necesaria una combinación de políticas más enérgicas: una
estrategia de tres pilares basada en políticas estructurales, fiscales y
monetarias.
“Si las autoridades nacionales encargadas de formular las
políticas reconocieran claramente los riesgos en común que enfrentan y actuaran
de forma conjunta para prepararse a afrontarlos, los efectos positivos en la
confianza mundial podrían ser sustanciales”, observó Obstfeld.
Recuperación moderada en las economías avanzadas
En el informe WEO se pronostica que el crecimiento en las
economías avanzadas seguirá siendo moderado y se situará en el orden del 2%. La
recuperación se ve obstaculizada por una demanda débil, en parte causada por el
legado no resuelto de la crisis, además de factores demográficos desfavorables
y un bajo crecimiento de la productividad.
En Estados Unidos, se prevé que el crecimiento se mantenga
sin variaciones en un 2,4%, y registre un repunte moderado en 2017. El
fortalecimiento de los balances, la ausencia de nuevos aumentos del lastre
fiscal y la mejora del mercado inmobiliario apuntalarán la demanda interna. Se
espera que estos factores neutralicen el freno a las exportaciones netas
ejercido por el fortalecimiento del dólar y el deterioro de la actividad
manufacturera.
En la zona del euro, los bajos niveles de inversión, los
altos niveles de desempleo y el deterioro de los balances perjudican el
crecimiento, que se mantendrá moderado en una tasa del 1,5% este año y del 1,6%
el próximo.
En Japón, tanto el crecimiento como la inflación tienen un
menor nivel de lo esperado, como reflejo de un descenso especialmente
pronunciado del consumo privado. Se proyecta que el crecimiento permanezca en
el 0,5% en 2016, antes de reducirse a un nivel levemente negativo del -0,1% en
2017, cuando entre en vigor el aumento programado de la tasa del impuesto al
consumo.
Mayor desaceleración en las economías emergentes y en
desarrollo
Mayor desaceleración en las economías emergentes y en
desarrollo
Aunque en 2016 los mercados emergentes y las economías en
desarrollo seguirán dando cuenta de la mayor parte del crecimiento mundial, las
perspectivas siguen siendo desiguales para los diferentes países y, en general,
más débiles que en las últimas dos décadas.
En el informe WEO se proyecta que el crecimiento aumentará
de forma apenas moderada en relación con 2015, al 4,1% este año y el 4,6% el
próximo.
Este pronóstico refleja una variedad de factores:
• La desaceleración del crecimiento en los países
exportadores de petróleo, debido al descenso de los precios del petróleo, y las
perspectivas todavía débiles para los exportadores de materias primas distintas
del petróleo, incluidos los países de América Latina.
• La leve desaceleración de China, donde el crecimiento
sigue reorientándose del sector manufacturero y la inversión al de los
servicios y el consumo.
• Las profundas recesiones en Brasil y Rusia, y el débil
crecimiento en algunos países de América Latina y Oriente Medio, en particular
aquellos fuertemente afectados por el descenso del precio del petróleo y la
intensificación de los conflictos y los riesgos para la seguridad.
• El deterioro de las perspectivas de crecimiento en muchos
países africanos y de bajo ingreso debido a la desfavorable coyuntura
internacional.
Como aspecto positivo, en India la situación sigue siendo buena,
al registrar un crecimiento sólido y un aumento del ingreso real. Las economías
del ASEAN-5, Indonesia, Malasia, Filipinas, Tailandia y Vietnam, también
muestran un buen desempeño. Además, México, América Central y el Caribe se
benefician de la recuperación de Estados Unidos y, en la mayoría de los casos,
del descenso del precio del petróleo.
Aumento de los riesgos
En la coyuntura actual de débil crecimiento, los riesgos
para las perspectivas son más pronunciados.
Estos riesgos son, entre otros:
• El retorno de las perturbaciones financieras, que merman
la confianza. Por ejemplo, una nueva ronda de depreciaciones del tipo de cambio
en las economías de mercados emergentes podría perjudicar aún más los balances
de las empresas, y un descenso pronunciado de las entradas de capitales podría
obligar a la demanda interna a comprimirse rápidamente.
• Si los precios del petróleo se mantienen bajos durante un
período prolongado, las perspectivas de los países exportadores podrían seguir
desestabilizándose.
• Una desaceleración en China más marcada de lo esperado
actualmente, podría tener pronunciados efectos de contagio a nivel
internacional por la vía del comercio, los precios de las materias primas y la
confianza, lo que podría llevar a una desaceleración más generalizada de la
economía mundial.
• Los shocks de origen no económico, vinculados con
tensiones geopolíticas, desavenencias políticas, terrorismo, afluencias de
refugiados o epidemias mundiales, acechan a algunos países y regiones, y si no
se controlan podrían tener repercusiones significativas en la actividad
económica mundial.
Por el lado positivo, el reciente descenso de los precios
del petróleo puede brindar un mayor impulso a la demanda de los países
importadores de esta materia prima que el previsto actualmente, por ejemplo, al
sembrar entre los consumidores la idea de que los precios seguirán más bajos
durante más tiempo.
El repunte del crecimiento sigue siendo una prioridad
La aplicación de medidas más enérgicas en materia de
políticas para apuntalar la demanda y la oferta potencial podría fomentar el
crecimiento, tanto en el mediano como en el largo plazo.
El informe WEO destaca la necesidad de poner en práctica una
estrategia basada en tres pilares que se refuercen mutuamente. Estos son: 1)
las reformas estructurales, 2) el respaldo fiscal, con una combinación de
ingresos y gastos que propicie el crecimiento, y el estímulo fiscal en los
casos en que sea necesario y haya el suficiente margen fiscal para aplicarlo, y
3) las medidas de política monetaria.
Existe una necesidad acuciante y hay margen para poner en
práctica más reformas estructurales. La labor analítica que se presenta en el
informe WEO constata que las reformas del mercado laboral y el mercado de
productos en las economías avanzadas pueden brindar un impulso significativo a
las perspectivas de crecimiento en el mediano y largo plazo. Es fundamental priorizar y secuenciar
cuidadosamente las reformas para potenciar sus efectos en el corto plazo.
Las reformas que estén unidas al estímulo fiscal serán las
más valiosas en esta coyuntura, como por ejemplo, reducir los impuestos
ineficientes al trabajo, aumentar el gasto público en investigación y
desarrollo y aplicar políticas activas para el mercado laboral (reformas
dirigidas a reincorporar a los desempleados al mercado laboral, como los
programas de capacitación). Es apremiante poner en marcha reformas del mercado
de productos, que apunten a estimular la competencia entre empresas y faciliten
la creación de empresas o atraigan la inversión, ya que estas medidas brindan
impulso a la producción aun en condiciones macroeconómicas débiles y no
significan un peso para las finanzas públicas. En los casos en que sea posible,
las medidas de reducción de las prestaciones por desempleo y la flexibilización
de la protección del empleo deben ir acompañadas de otras políticas que
contrarresten los prejuicios a corto plazo para los grupos vulnerables.
En muchas economías avanzadas, la política monetaria
acomodaticia sigue siendo esencial para fomentar la actividad económica y
apuntalar las expectativas de inflación. En muchas economías de mercados
emergentes y en desarrollo, la política monetaria debe luchar contra el efecto
del debilitamiento de las monedas en la inflación y los balances del sector
privado. En los casos en que sea viable, se debe emplear la flexibilidad
cambiaria para amortiguar el efecto de los shocks sobre la relación de
intercambio.
Por último, es fundamental seguir fortaleciendo al sector
financiero para crear un contexto en el que las políticas monetarias, fiscales
y estructurales puedan surtir su máximo efecto.
El informe WEO advierte que las autoridades a cargo de las
políticas públicas también deben elaborar planes de contingencia y medidas
colectivas para afrontar futuras consecuencias en caso de que se concreten los
riesgos de deterioro. Cooperar en favor del fortalecimiento de la red mundial
de protección financiera y el régimen normativo internacional también es
fundamental para que el sistema internacional y financiero tenga capacidad de
recuperación.
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