De la Mesa de Redacción Rafael Castilleja
De Arcano Político
Falta estrategia promover la productividad del campo
mexicano porque los programas de apoyo se convierten en “electoreros” y se deja
de lado el mejoramiento de las capacidades de las mujeres y hombres campesinos,
señaló el diputado federal panista guanajuatense José Erandi Bermúdez Méndez, presidente
de la Comisión de Desarrollo Rural.
El desarrollo rural debe ser un pilar prioritario de la
política económica y social del Estado, ya que de las actividades agropecuarias
dependen casi 25 millones de personas y, no obstante, solamente generan el 5
por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), indicó.
En entrevista, el diputado por Guanajuato consideró que el
nivel de la producción de bienes y servicios del agro, vinculada a la población
que la ejerce, “genera poca riqueza y productividad”, a causa de que los apoyos
se diluyen y no fomentan la producción sostenida.
Muchos programas agrarios, afirmó, carecen de una estrategia
precisa sobre qué buscan desarrollar. Además, deben conocerse a los que han
sido exitosos para replicarlos en otros estados e inyectarles más recursos, y
los que no han dado resultados, cambiarlos o eliminarlos para evitar que el
dinero se malgaste o se subejerza, destacó.
Identificar esos éxitos es una misión del Poder Legislativo
para etiquetar recursos a programas que desarrollen realmente al sector, a fin
de “apoyarlos y darles el seguimiento, y a los que han fracasado, denunciarlos
y cerrar la llave del dinero, para hacer otras estrategias. Asimismo, solicitar
al Ejecutivo que actúe en donde los legisladores detecten este tipo de
situaciones”.
Bermúdez Méndez refirió que se eliminaron 33 programas del
agro en el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) 2016; otros se
fusionaron, pero hasta hoy todavía no se sabe cuáles son. Entonces, ¿para qué
se fusionan si se desconoce qué van hacer y lograr?, cuestionó.
“Se fusionaron por aquél famoso decálogo de las buenas
intenciones y también por el Presupuesto Base Cero, que no tuvo nada que ver.
Hace falta una estrategia integral para empujar la producción del campo
nacional”, aseguró.
Sobre la ruptura del tejido social, la inseguridad, la
presencia del narcotráfico y el futuro del sector agropecuario, urgió a
desplegar una estrategia de emprendedores con apoyos efectivos tanto
financieros como productivos que arraiguen a los jóvenes de entre 20 y 30 años,
a fin de que estén a cargo de sus parcelas y las hagan producir al convencerse
de seguir trabajándolas y encontrar verdaderas opciones para tener una vida
plena.
Sólo con apoyos y oportunidades reales se logrará recomponer
ese tejido social a través de programas y experiencias agrarias exitosas, para
que la juventud redescubra en las actividades del campo un futuro y vuelva a
trabajar en él.
Consideró preocupante que actualmente laboren en este sector
sólo ciudadanos mayores de 40 años, mientras las nuevas generaciones están
afuera. “Eso es muy grave”, por lo que insistió en que los legisladores
conozcan los programas exitosos para saber cuáles se tienen que reforzar y
exigir al gobierno federal hacer su parte.
A poco más de 20 años del Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLCAN), Bermúdez Méndez destacó que ha habido grandes
avances sólo para algunos sectores económicos, pero el PIB rural de 5 por
ciento es mínimo.
Precisó que hace 10 años, era de 4 por ciento; en una
década, creció un punto porcentual, “lo cual es ínfimo comparado con el repunte
de otras actividades”. Por eso, remarcó, es básica la evaluación de los
programas del agro para conocer de manera fidedigna si las proyecciones se han
logrado o si hay pérdidas.
Señaló, como ejemplo, el Programa Especial Concurrente (PEC)
que tiene etiquetados 323 mil millones de pesos para este 2016. Estimó que debe
investigarse el impacto que genera esa inversión en el PIB. “Va a ser
interesante conocer cómo se comporta e identificar si hay pérdidas o ganancias
para cambiar proyectos. Ese dato es muy interesante y lo debemos tener a la
mano”, apuntó.
Consideró que un problema prevaleciente en los programas
campesinos es hablar sólo de cifras, de los miles de millones de pesos
asignados que deben gastarse para no incurrir en subejercicios, incluso sin
verificar si se cumplieron al 100 por ciento las reglas de operación.
Muchas veces se exige el mínimo, por lo que la productividad
de las dependencias del sector se mide en función del dinero que gastan y no
por el resultado de los proyectos, agregó.
“Tenemos que hacer estrategias integrales que garanticen
éxito de los programas que impulsen a los campesinos a desarrollar sus
capacidades productivas y humanas”, concluyó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario