De la Mesa de Redacción Rafael Castilleja
De Arcano Político
La mentira existe en la naturaleza: los animales utilizan el
camuflaje a fin de esconderse de los cazadores o capturar a su presa; se trata
de una estrategia para poner las circunstancias a su favor. La humanidad la
emplea con frecuencia, pero si se exagera se habla de mitomanía.
En algún momento, todos hemos elucubrado historias para
conseguir algo, pero una persona con la condición referida lo hace
compulsivamente, por sistema y hábito, afirmó Dolores Mercado Corona, profesora
de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Psicología (FP) de la
UNAM.
Para la especialista, los propensos a engañar generan una
realidad alterna y llegan a creer en ella. En ciertos casos son personas
carismáticas, lo que ayuda a que los demás acepten sus falacias.
Si esto se vuelve costumbre, los individuos ni siquiera lo
piensan, sólo les da por inventar y generar cuentos destinados a proyectar una
mejor imagen de sí mismos. Ello implica un abuso de poder, pues al inducir una
idea falsa buscan obtener beneficios.
¿Por qué se da?
Se argumenta que detrás de este fenómeno está la inseguridad
y los deseos de sobresalir, pues el mentiroso piensa que si se presenta como es
no obtendrá sus anhelos. “Son seres con baja autoestima que tratan de
compensarse. Si no tienen lo suficiente deben crearlo a base de engaños”, dijo.
¿Cómo reconocerlos? Es sencillo, para contar falsedades es
preciso apuntalarlas en otra afirmación, y así subsecuentemente. Hay quienes
inventan tanto que les resulta imposible no caer en olvidos ni contradecirse.
Además, para relatar algo inexistente es necesario considerar que el otro es
incapaz de darse cuenta. “Nos pueden engañar una, dos o tres veces, pero tras
una serie de embustes es fácil detectarlos”.
Esto hace que los mitómanos lleven una vida inestable, pues
no persisten en sus empleos y sus relaciones interpersonales no perduran. “Nos
desagrada tratar con un mentiroso; nos generan incertidumbre. Por lo tanto,
ellos se crean problemas y si no son buenos al elaborar sus artificios
experimentan ansiedad y miedo de que se descubra lo endeble de sus historias”,
resaltó Mercado Corona.
No aceptan su condición
Los mitómanos no están cómodos con quienes son y promueven
ficciones de ellos para sentirse bien ante los demás. Una vez que lo han hecho,
sobre todo si llevan mucho tiempo, les es difícil aceptar que no han sido
veraces y prefieren seguir en la falsedad.
¿Qué se puede hacer ante un mentiroso? Una opción es
confrontar las contradicciones, la otra es alejarse de este sujeto. Lo
incongruente, añadió la investigadora, es que establecen una imagen ficticia
para no ser rechazados y al ser descubiertos generan repulsa.
Para su tratamiento, recomendó una psicoterapia enfocada en
la cognición (a fin de alejarse de ese hábito) y trabajar en los aspectos
emocionales (probablemente ése sea el disparador de la mitomanía).
En Arcano Radio, asociada a RNU y a RFI, otra forma de
escuchar para ver el mundo, los conceptos de Dolores Mercado Corona, profesora
de la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Psicología (FP) de la
UNAM.
No hay comentarios:
Publicar un comentario