De la Mesa de Redacción Rafael Castilleja
De Arcano Político
Conmemora el mundo este viernes 6 de noviembre el Día
Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra
y los Conflictos Armados, instituido el 13 de noviembre de 2001 en la
resolución A/res/56/4 de la Asamblea General de la ONU.
Aunque la humanidad siempre ha contado sus víctimas de
guerra en términos de soldados y civiles muertos y heridos, ciudades y medios
de vida destruidos, con frecuencia el medio ambiente ha sido la víctima olvidada.
Los pozos de agua han sido contaminados, los cultivos
quemados, los bosques talados, los suelos envenenados y los animales
sacrificados para obtener una ventaja militar.
Además, el Programa de las Naciones Unidas para el Medio
Ambiente (PNUMA) señala que en los últimos 60 años al menos el 40% de los
conflictos internos han tenido alguna relación con la explotación de los
recursos naturales, tanto por ser considerados de «mucho valor», como madera, diamantes,
oro, minerales o petróleo, como por ser escasos, por ejemplo, la tierra fértil
y el agua.
Cuando se trata de conflictos relativos a los recursos
naturales se duplica el riesgo de recaer en el conflicto.
Mensaje del Secretario General con motivo del Día
Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la
Guerra y los Conflictos Armados:
La guerra y los conflictos armados destrozan el tejido del
desarrollo sostenible. Propagan la pobreza, lastran las oportunidades y socavan
los derechos humanos fundamentales. Ningún país afectado por conflictos ha
logrado todavía uno solo de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Dirigiendo
la vista más allá del plazo de 2015 para cumplir los Objetivos de Desarrollo
del Milenio, debemos reconocer que la paz y la seguridad constituyen una
«cuarta dimensión» crucial del desarrollo sostenible.
También tenemos que reconocer que la paz duradera y el
desarrollo después de los conflictos dependen de la protección ambiental y la
buena gobernanza de los recursos naturales. No puede haber paz si la base de
recursos de la que depende la gente para su sustento y sus ingresos queda
dañada o destruida, o si su explotación ilegal financia o provoca conflictos.
Desde 1990, al menos 18 conflictos violentos se han visto
alimentados por la explotación de recursos naturales como la madera, los
minerales, el petróleo y el gas. En ocasiones, esto se debe a daños ambientales
y a la marginación de poblaciones locales que no llegan a beneficiarse
económicamente de la explotación de los recursos naturales. Más a menudo, se
debe a la avaricia.
En el Afganistán, algunos han expresado el temor de que los
depósitos minerales recién descubiertos cuyo valor se estima en 1 billón de
dólares puedan perpetuar el conflicto civil. En la zona oriental de la
República Democrática del Congo, las ricas reservas de estaño, tantalio,
tungsteno y oro, que podrían utilizarse para mejorar el nivel de vida de
millones de personas, se están destinando a financiar grupos armados y
prolongar la violencia. Y en toda África, se está diezmando la población de
elefantes a causa del comercio mundial ilícito de marfil, que a su vez está
financiando a rebeldes, redes de delincuencia y otras fuerzas desestabilizadoras.
Hasta la fecha, se ha encomendado a seis misiones de
mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas el mandato de apoyar la
capacidad de su país anfitrión para restablecer el control de su base de
recursos y detener la extracción ilícita por parte de grupos armados. Sin
embargo, necesitamos un mayor énfasis internacional en la gestión de los
recursos naturales en la prevención de conflictos, el mantenimiento y la
consolidación de la paz.
Reafirmemos en este Día Internacional nuestro compromiso con
la gestión sostenible y la salvaguardia de recursos minerales vitales en
tiempos de guerra y paz. Hagamos más por prevenir los conflictos por los
recursos naturales y maximizar los beneficios derivados de estos recursos para
mantener y consolidar la paz. Debe impedirse que la maldición de los recursos
siga socavando la seguridad de Estados frágiles y asolados por los conflictos y
los fundamentos del desarrollo sostenible.
Ban Ki-moon
Secretario General de la ONU
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