domingo, 4 de abril de 2021

Bajo el signo de los Poetas Malditos (videos)

 Arcano literario


Por Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ
Arcano Político

Todo poeta es maldito… por lo menos para las esferas de poder que sienten el riesgo de mostrar sus entrañas con sus patrañas para sostener su comodidad y nivel de vida a costa de la explotación y sumisión esclavizante a las mayorías. Y, oh paradoja del destino! Cuanta burla en una experiencia religiosa de mirar que los poetas escriben con el Dedo de Dios y los falsos redentores al servicio de la oscuridad son ¡los malditos!

Una realidad milenaria. Los acólitos del infierno se sienten a gusto cuando controlan a los poetas, con limosnas humillantes, con figuras irrisorias de mecenas, o en legaloides sistemas de becas o premios y reconocimientos, a aquellos que su supuesto talento lo disponen al elogio y quema de incienso al que se siente un poderoso inmortal con facultad de ordenar a sus eunucos intelectualoides como describan su persona, sin percatarse de que son condenados hasta en su quinta generación por sus excesos.

Así, el intelectual se convierte en una pieza social incómoda, maldita, recipiendario de los vicios y excesos de los que realmente los cometen. Un presente efímero en las difamaciones y calumnias tan incapaces de ocultar el talento de la denuncia valiente que se desempolva en escaso tiempo y desnuda a los que impusieron el culto a su personalidad.

Así, es apadrinada la Tertulia Literaria de Arcano Radio y el Capítulo Chiapas del Club Primera Plana con el Movimiento Literario Los Equidistantes y Foro del Arte, por coincidir este viernes 9 de abril con el ducentésimo Aniversario del Natalicio del poeta, ensayista, crítico de arte y traductor francés, Charles Pierre Baudelaire, y a 164 años que su magna obra Las Flores del Mal escandalizó al mundo y sufrió la censura.

El Dante de una época decadente, como lo llamó Barbey d'Aurevilly, periodista y escritor francés, es posiblemente el poeta de mayor impacto en el simbolismo francés y Paul Verlaine (Metz, 30 de marzo de 1844-París, 8 de enero de 1896) lo incluyó entre los poetas malditos de Francia del siglo XIX, debido a su vida bohemia y de excesos.

En sí, se consideran a seis como Los poetas malditos, un libro de ensayos del poeta francés Paul Verlaine publicado por primera vez en 1884, y luego en una versión aumentada y definitiva en 1888.

El concepto de Verlaine de poeta maldito fue tomado del poema de Charles Baudelaire llamado Bendición, que inicia su libro Las flores del mal. Expuso que dentro de su individual y única forma, el genio de cada uno de ellos había sido también su maldición, alejándolos del resto de personas y llevándolos de esta forma a acoger el hermetismo y la idiosincrasia como formas de escritura.

Sin embargo, el uso de esta expresión y del término malditismo se generalizó y popularizaron luego para referirse a cualquier poeta (o a un escritor de otros géneros o incluso a un artista plástico) que, independientemente de su talento, es incomprendido por sus contemporáneos y no obtiene el éxito en vida; especialmente para los que llevan una vida bohemia, rechazan las normas establecidas (tanto las reglas del arte como los convencionalismos sociales) y desarrollan un arte libre o provocativo.

Su obra supuso un antes y un después en la corriente simbolista francesa, y sus escritos promovieron la revolución estilística que condujo al nuevo modo de hacer poesía.

Encontró una gran influencia en los escritos de Edgar Allan Poe, a quien tradujo en numerosas ocasiones.

A Baudelaire se le atribuye la creación del concepto “modernidad” como sinónimo de la ferviente decadencia social asociada a los entornos metropolitanos y urbanos de su época. Murió el 31 agosto de 1867.

Estos son los primeros poetas malditos

Tristan Corbière,

Arthur Rimbaud,

Stéphane Mallarmé,

Marceline Desbordes-Valmore,

Auguste Villiers de L'Isle-Adam, y

Pobre Lelian ("Pauvre Lelian" en el original francés, anagrama del propio Paul Verlaine).


Bendición

[Poema - Texto completo.]

 

Charles Baudelaire

 

Cuando, por un decreto de las potencias supremas,

El Poeta aparece en este mundo hastiado,

Su madre espantada y llena de blasfemias

Crispa sus puños hacia Dios, que de ella se apiada:

 

-“¡Ah! ¡no haber parido todo un nudo de víboras,

Antes que amamantar esta irrisión!

¡Maldita sea la noche de placeres efímeros

En que mi vientre concibió mi expiación!

 

Puesto que tú me has escogido entre todas las mujeres

Para ser el asco de mi triste marido,

Y como yo no puedo arrojar a las llamas,

Como una esquela de amor, este monstruo esmirriado,

 

¡Yo haré rebotar tu odio que me agobia

Sobre el instrumento maldito de tus perversidades,

Y he de retorcer tan bien este árbol miserable,

Que no podrán retoñar sus brotes apestados!”

 

Ella vuelve a tragar la espuma de su odio,

Y, no comprendiendo los designios eternos,

Ella misma prepara en el fondo de la Gehena

Las hogueras consagradas a los crímenes maternos.

 

Sin embargo, bajo la tutela invisible de un Ángel,

El Niño desheredado se embriaga de sol,

Y en todo cuanto bebe y en todo cuanto come,

Encuentra la ambrosía y el néctar bermejo.

 

El juega con el viento, conversa con la nube,

Y se embriaga cantando el camino de la cruz;

Y el Espíritu que le sigue en su peregrinaje

Llora al verle alegre cual pájaro de los bosques.

 

Todos aquellos que él quiere lo observan con temor,

O bien, enardeciéndose con su tranquilidad,

Buscan al que sabrá arrancarle una queja,

Y hacen sobre El el ensayo de su ferocidad.

 

En el pan y el vino destinados a su boca

Mezclan la ceniza con los impuros escupitajos;

Con hipocresía arrojan lo que él toca,

Y se acusan de haber puesto sus pies sobre sus pasos.

 

Su mujer va clamando en las plazas públicas:

“Puesto que él me encuentra bastante bella para adorarme,

Yo desempeñaré el cometido de los ídolos antiguos,

Y como ellos yo quiero hacerme redorar;

 

¡Y me embriagaré de nardo, de incienso, de mirra,

De genuflexiones, de viandas y de vinos,

Para saber si yo puedo de un corazón que me admira

Usurpar riendo los homenajes divinos!

 

Y, cuando me hastíe de estas farsas impías,

Posaré sobre él mi frágil y fuerte mano;

Y mis uñas, parecidas a garras de arpías,

Sabrán hasta su corazón abrirse un camino.

 

Como un pájaro muy joven que tiembla y que palpita,

Yo arrancaré ese corazón enrojecido de su seno,

Y, para saciar mi bestia favorita,

Yo se lo arrojaré al suelo con desdén!”

 

Hacia el Cielo, donde su mirada alcanza un trono espléndido,

El Poeta sereno eleva sus brazos piadosos,

Y los amplios destellos de su espíritu lúcido

Le ocultan el aspecto de los pueblos furiosos:

 

-“Bendito seas, mi Dios, que dais el sufrimiento

Como divino remedio a nuestras impurezas

Y cual la mejor y la más pura esencia

Que prepara los fuertes para las santas voluptuosidades!

 

Yo sé que reservarás un lugar para el Poeta

En las filas bienaventuradas de las Santas Legiones,

Y que lo invitarás para la eterna fiesta

De los Tronos, de las Virtudes, de las Dominaciones.

 

Yo sé que el dolor es la nobleza única

Donde no morderán jamás la tierra y los infiernos,

Y que es menester para trenzar mi corona mística

Imponer todos los tiempos y todos los universos.

 

Pero las joyas perdidas de la antigua Palmira,

Los metales desconocidos, las perlas del mar,

Por vuestra mano engastados, no serían suficientes

Para esa hermosa Diadema resplandeciente y diáfana;

 

Porque no será hecho más que de pura luz,

Tomada en el hogar santo de los rayos primitivos,

Y del que los ojos mortales, en su esplendor entero,

No son sino espejos oscurecidos y dolientes!”

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