Arcano Literario
Por Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ
-“…el amor y el dinero jamás, pero jamás podrán ocultarse! Es un acto reflejo. Si alguien gana la lotería, le dan aumento de sueldo o recibe una herencia considerable, responden al instinto de mostrar a todos los que le rodean, su buena suerte de haber abandonado la pobreza…”, le interrumpe el interlocutor:
-“Bueno, eso pasa con todo mundo, sobre todo en los delincuentes que después de un robo, desfalco o fraude, en el sector público o privado, o producto de sus actividades altamente peligrosas como el narco, la trata de personas o tráfico de armas, muestran su “grandeza” en pesadas cadenas con medallas de oro, esclavas y otras joyas, sin descuidar las armas con cachas de marfil, oro, plata y diamantes, autos y lujos exagerados que muestran rodeados de ambiciosas personas del sexo opuesto y que son alegremente sexosometidas por sus ambiciones…”, la palabra es arrebatada por una tercera en la charla:
-“¿De qué hablan? ¿De las leguleyas?”, interviene una política cincuentona, y escucha:
-“Bueno, también hay leguleyos abusadores del nepotismo, como ese candidato a gobernador que a sus 55 años nunca ejercicio lo que dice haber estudiado, leyes, y que junto a sus hermanos saltan de cama en cama para obtener un cargo, siempre protegidos por el máximo ejemplo que le regalaron el título de licenciado con 7.8 de promedio y fue “iniciado” por un poeta que era su paisano…”, todos mueven la cabeza en signo afirmativo y escuchan a un narrador:
-“Creo que entre más bajo es el nivel en que se encuentran y proyectan “crecer” y “escalar” por braguetazo (bragas en las mujeres o bragueta del pantalón en los hombres), más grotesca es la exposición del supuesto poder…”, es atajado por el primer contertulio:
-“Es normal, los vuelos decían que el que nunca ha tenido y llega a tener, loco se quiere volver. ¿O no?”
-“Estamos de acuerdo, expresa un joven con tristeza por confirmar que los ideales parecen haberse perdido en la segunda década del tercer milenio, y apunta: “Lo más doloroso es que se expande esa aberración a los más puros sentimientos de la humanidad como sería el amor…”, le arrebata la palabra la cincuentona:
-“¿Amor en el Imperio de la Mentira? Es imposible pensarlo. Hay intereses en donde todos juegan al mismo juego con el hilo conductor de mostrar el éxito real o falso. Vivimos en una sociedad en que la célula es la familia. Pero se respeta y admira a la persona que le pone casa a su amante. Se inculca la honestidad y se alaba al cínico. Se pondera la honradez y al que se atreve a serlo, se le vitupera y escupe…”, le interrumpen:
-“Por eso, para escalar en las esferas sociales, se adoctrinó con el evangelio del Menor Esfuerzo con su teología de evadir las responsabilidad y culpar a otros, siempre protegidos en la manada…”, una joven expresa:
-“Lo grave es la profunda misoginia y el Pacto Patriarcal…”, le impide terminar el narrador:
-“Eso era cuando había la diferencia real entre Patriarca y Matriarca, ¡pero en nuestros tiempos tan confusos! Es más difícil. Una ministerio público cae al poder de dinero para hacerle justicia a otra mujer. Un padre que aspira a una mísera limosna, permite actos de pederastia en sus hijos de parte de sus potenciales benefactores. ¡La máxima expresión es una educadora veinteañera que desde el inicio de campaña en su estado, estaba decidida, se presentaría a las elecciones para Presidenta del Gobierno en su natal ‘lugar de flores nobles o hermosas’ ¡y nada ni nadie se interpondría a su proyecto! Y después de ser “balconeada” cuando la manosea un correligionario que aspira a servirse del “Lugar donde abunda el zacate” ¡lo defiende públicamente y dice que es muy respetuoso…”, le interrumpe con una carcajada la política:
-“¡Jajaja! ¡La manoseo respetuosamente! Luego entonces, esas muestras de afecto en la campaña electoral, infiere una relación de pareja, imposible de ocultar. Falta saber lo que diga la esposa ante esa humillación pública. Y ustedes: ¿No conocen a las leguleyas? Ellas, las leguleyas incrustadas en todos los partido y organizaciones sociales, son las que prostituyen el oficio de la política que es el arte hacer de posible y lo reducen a la observación de un desparecido maestro: La política es el arte de comer mierda sin hacer gestos”.
Cuánta miseria y podredumbre se maneja, en aras del poder y el dinero; sí, no importa el rango social o moral manejado. Su felicidad la otorga la corrupción.
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