¡Fuera AMLO y MORENA!
A pocos meses de las Elecciones Federales de México 2021, el
Cardenal Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo Emérito de San Cristóbal de Las
Casas, comparte con Vatican News una reflexión sobre la vocación de servicio
que tienen que poseer los candidatos a la Cámara Federal de Diputados de este
país.
Por el Cardenal Felipe ARIZMENDI ESQUIVEL Obispo Emérito de
San Cristóbal de Las Casas, MéxicoVatican NewsEspecial para Arcano Radio
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El próximo 6 de junio, en nuestro país elegiremos a 500 diputados
federales. Muchos de los actuales, sobre todo del partido mayoritario, se han
postulado para ser reelectos. Se elegirán también 1,124 diputados locales en
diversos Estados. Las diferentes opciones partidistas ya nos están inundando
con su propaganda, para convencernos de que son los mejores. Hemos de pensar
mucho a quién favorecemos con nuestro voto, pues hace tres años jaló mucho
hacia el color morado el atractivo que entonces suscitó el actual Presidente de
la República, no tanto la persona concreta de los candidatos.
Advierto en el ambiente menos interés por la elección de
diputados, en comparación con la efervescencia que hay por las gubernaturas y
las presidencias municipales. Sin embargo, los diputados, tanto federales como
estatales, son de primera importancia, pues de las leyes que emitan dependen
mucho la vida, la educación, la economía, la salud, la familia, e incluso la
libertad religiosa. La mayoría de los legisladores y candidatos se declaran
creyentes, pero parece que su fe no les ilumina ni les importa; lo que les
interesa es seguir los dictados de sus líderes, la línea que les llega desde la
Presidencia de la República y de la Secretaría de Gobernación (del Interior),
para no perder la oportunidad de escalar a otros puestos. Se defienden diciendo
que somos un Estado laico y que, por tanto, la religión nada tiene que ver con
la vida pública. No han entendido la laicidad del Estado, que implica que no
debe haber una religión oficial, pero sí total respeto a las opciones
religiosas de los ciudadanos. Tampoco han entendido lo que significa la fe
cristiana, que engloba todos los aspectos de la vida, para iluminarlos, no para
encadenarlos.
Se han aprobado, por la mayoría parlamentaria del partido en
el poder, leyes discutibles en cuestiones económicas y en la liberación de la
marihuana, por ejemplo. Ahora están en proceso propuestas para liberalizar más
el aborto y legitimar cualquier forma de unión de personas del mismo sexo como
si fuera un matrimonio. Le llaman “igualdad sustantiva”, un término atractivo,
pero que encierra graves argucias. Intentan aprobar la eutanasia, calificándola
como una “muerte digna”. Los hijos de las tinieblas son muy hábiles para
ocultar el veneno en una sabrosa manzana… Están por limitar nuestra libertad
religiosa, con la buena intención de evitar discriminaciones, pero coartando lo
que la misma ley nos reconoce: el derecho a difundir nuestros criterios de fe.
Es verdad que nadie debe discriminar a otra persona por ningún motivo, pero los
creyentes tenemos derecho y obligación de difundir la Buena Nueva liberadora y
plenificante de Jesús, sin imponerla a nadie, sino sólo proponiéndola.
Respetamos a todos; que ellos también nos respeten.
Desde la más alta tribuna diaria, se aboga por evitar la
corrupción, pero ésta se introduce donde quiera y contamina todo; parece estar
fuera de control. Se quiere avanzar en madurez democrática, pero se descalifica
y se amenaza a los opositores. Se proclama defender la libertad, siempre y
cuando alguien esté de acuerdo con la postura oficial. Parece que no hay
legisladores capaces y valientes para contradecirle.
Pensar
Los Obispos mexicanos, en nuestro Proyecto Global de
Pastoral 2031-2033, afirmamos: “Frente a las autoridades de su tiempo, Jesús
nos enseñó a actuar con absoluta libertad. Siempre cuestionó el usar las leyes
como argumento para excluir y someter y no como un recurso para proteger al
hombre, especialmente al más desamparado según la tradición heredada desde el
Antiguo Testamento (cfr. Dt 22,21; Ex 23,9; Lv 19,13). Jesús no excluye a
nadie, siempre predicó un Dios para todos, por esta razón su persona se fue
volviendo cada vez más incómoda para las autoridades judías. Para las
autoridades romanas, Jesús desmitifica la imagen del César que se
autoproclamaba Dios (cfr. Mt 22,15-22). Jesús siempre sostuvo que por encima de
cualquier ser humano solo estaba Dios y que la fraternidad para ser auténtica,
siempre exigirá relaciones de respeto y de igualdad, e impedirá toda clase de
abuso de poder (cfr. Mt 23,9.11). En la era del Reino, quienes aspiren a
ejercer la autoridad han de convertirse en servidores de sus hermanos, a
ejemplo del Hijo del hombre que no ha venido a ser servido, sino a servir (Mt
20,28)” (PGP 121).
Actuar
Es muy importante elegir buenos legisladores, que nos lleven
por caminos justos y dignos, por el bien del país. Por tanto, hay que analizar
si un candidato respeta la vida, la familia, la educación en valores
verdaderamente humanos, la justicia, la reconciliación y la paz, la plena
libertad religiosa. Fijémonos si ha defendido la vida humana desde su inicio en
el seno materno, hasta la muerte natural; si vive en una familia estable y la
defiende; si le interesa la gente, sobre todo los más desprotegidos, no sólo en
tiempos electorales; si cuida el medio ambiente; si es capaz de expresar sus
convicciones profundas y no las esconde, aun con el peligro de perder un
puesto.
En las comunidades indígenas que conservan su cultura original, nadie hace propaganda de sí mismo. Es la comunidad la que le pide a alguien que ocupe un cargo, a veces contra su voluntad, en base a la historia de servicio que ha desarrollado en su vida. No nos dejemos embaucar por promesas y dádivas, sino que elijamos a quien ha demostrado que tiene un corazón noble.
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