Arcano tecnológico
“Estás en mute”: Porque el acceso a internet no es suficiente para la digitalización inclusiva de América Latina y el Caribe
Niños guatemaltecos estudian desde su casa siguiendolas
guías del Ministerio de Educación durante lapandemia de COVID-19. ©
UNICEF/Daniele Volpe
En países en desarrollo, las suscripciones a teléfonos celulares cayeron por primera vez en la historia de 103 por cada 100 habitantes en 2019, a 99 por 100 habitantes en 2020 (ITU 2020). Sin embargo, a pesar de que el 84% de las personas tiene un teléfono móvil, tan sólo el 69% tiene internet. A partir de este punto, el acceso a tecnologías digitales comienza a ser profundamente desigual.
De la mesa de redacciónDe nuestra asociada RNU
El subsecretario general adjunto de la ONU y director
regional de América Latina y el Caribe, Luis Felipe López-Calva, analiza en
este artículo* cómo la participación electoral está cambiando durante la
pandemia de COVID-19.
Si durante el último año has escuchado repetidamente la
frase “Estás en mute” durante reuniones virtuales - ya sean de trabajo o
sociales - probablemente estás dentro del grupo de personas para quienes la
digitalización permite expandir sus opciones de vida. ¿Cuántos personas de América
Latina y el Caribe no tienen la misma fortuna?
A pesar de los importantes avances en la cobertura de banda
ancha en la región, y el gran porcentaje de personas que poseen teléfono móvil,
la mayoría de la población se encuentra lejos de tener las herramientas,
conocimientos y oportunidades para hacer uso de la digitalización como motor
para mejorar sus condiciones de vida. Es así como la digitalización en la
región toma forma de una pirámide invertida que en cada escalón va dejando a
millones de personas en América Latina y el Caribe atrás.
Al momento en que el Covid-19 se arraigó en el mundo, el
acceso a tecnologías digitales se convirtió, de forma repentina, en uno de los
determinantes más importantes del bienestar de las personas. El acceso a
internet en los hogares es la principal herramienta con la que las personas han
hecho frente a la pandemia, ya que les ha permitido continuar con algunas de
sus actividades cotidianas, entre ellas trabajar, estudiar y socializar aun
estando en aislamiento.
Sin embargo, la desigualdad digital persiste en América
Latina y el Caribe, tanto en el interior de los países como entre ellos. En la
región, el acceso a tecnologías básicas ha ganado terreno. Prácticamente la
totalidad de las zonas urbanas en América Latina y el Caribe tiene cobertura de
banda ancha móvil, y poco más de un 84% de la población tiene ya un teléfono
móvil.
Un peatón camina mirando su teléfono móvil por lascalles de
la Ciudad de México durante la pandemia deCOVID-19. UN Mexico/Alexis Aubin
El problema es que, si solo tomamos en cuenta estos dos
elementos, la posibilidad de continuar con estudios o actividades laborales de
manera remota no es del todo factible. Por lo general, un teléfono móvil solo
tiene acceso a internet si paga por un servicio de banda ancha móvil y tenerla
con acceso amplio cuesta una cantidad importante de dinero. De hecho, la
contracción económica ha obligado a muchas personas a suspender su suscripción
de telefonía celular.
En países en desarrollo, las suscripciones a teléfonos
celulares cayó por primera vez en la historia de 103 por 100 habitantes en
2019, a 99 por 100 habitantes en 2020 (ITU 2020). Sin embargo, a pesar de que
el 84% tiene un teléfono móvil, tan sólo el 69% de las personas reporta hacer
uso de internet. A partir de este punto el acceso a tecnologías digitales
comienza a ser profundamente desigual.
Siguiendo con la posibilidad de realizar tareas remotas, el
principal determinante es que tu hogar cuente con acceso a un servicio de banda
ancha fija, aquí la heterogeneidad se vuelve cada vez más relevante.
Una gran desigualdad
En países como Chile y Costa Rica se reporta que más del 85%
de los hogares tiene internet, pero en países como Bolivia y Guatemala este
porcentaje no llega al 25%. Una vez con acceso a la red en casa, la posibilidad
de realizar trabajo o estudios de manera remota requiere en su gran mayoría de
una computadora. Ahí, el porcentaje de hogares que cuentan con una es todavía
menor. La desigualdad entre países va de 65% y 68% en Argentina y Uruguay, a
17% en países como Honduras, El Salvador y 11% en Haití.
Tomando en cuenta el acceso a internet en el hogar y que
éste tenga al menos una computadora podemos ver que la marginación digital
—laboral y educativa— en tiempos de confinamiento alcanza a cerca del 60% de la
población de América Latina.
En el interior de los países, las desigualdades están muy
marcadas por la dimensión urbano/rural. Por ejemplo, la adopción de internet
muestra niveles muy superiores en áreas urbanas como lo muestra el caso de
Brasil donde, al año 2017, el nivel de adopción era de 65% en áreas urbanas y
de solo 33,6% en áreas rurales; o el caso de Ecuador que, al año 2017, el nivel
de adopción era de 46% en áreas urbanas y de solo 16.6% en áreas rurales (CAF,
2020).
Una niña en el campo de Colombia. Antonio Herrera
¿Qué se puede hacer virtualmente?
Otro factor relevante es el uso que se le está dando a
internet, el cual determina si la persona está siendo capaz de realizar tareas
de forma virtual (que antes requerían contacto físico) o en su mayoría solo se
utiliza para comunicación básica en redes sociales. Según el “Índice de
resiliencia digital del hogar” creado con este objetivo por el Banco de
Desarrollo de América Latina (CAF) esta “virtualización” aún es limitada.
El índice combina cuatro indicadores: descarga de
aplicaciones para la salud, descarga de aplicaciones educativas, densidad de
plataformas fintech e intensidad del comercio electrónico para calcular la
“resiliencia digital del hogar”. Estos indicadores deben servir como indicador
de los países cuya población está más preparada para afrontar la cuarentena
sanitaria mediante la digitalización de sus hogares.
En el índice se puede ver la marcada heterogeneidad dentro
de la región. El CAF interpreta que, de manera agregada, la posibilidad de los
hogares para acceder a información sanitaria, realizar transacciones
monetarias, adquirir bienes por comercio electrónico, y contribuir a la
educación de niños en países con un índice inferior a 30, es limitada. (Por
encima de esa barrera, se encuentran Chile, Brasil, Argentina, Colombia; por
debajo, Panamá, México, Perú, Paraguay, República Dominicana, El Salvador,
Ecuador, Honduras, Guatemala, Bolivia.
Si bien el punto de partida es garantizar el acceso digital
de manera horizontal en la sociedad, para que éste pueda ser aprovechado aún se
requiere tanto de una mayor capacitación de la oferta laboral como de una
transformación paralela de parte de la demanda.
En América Latina y el Caribe, la proporción promedio de
trabajos que se puede realizar desde casa es tan solo del 20%, inferior a la de
otras economías de similar ingreso. Esta varía entre el 14% de Honduras y el
27% de Uruguay. Esta proporción es del 41% en los Estados Unidos (G4T Julio
2020).
Un motivo para el optimismo
Un motivo para el optimismo es que la pandemia ha obligado a
que las personas con recursos suficientes profundicen sus habilidades y
herramientas digitales** y, por otro lado, a que se construya un consenso de
que el Estado asuma la tarea de una digitalización incluyente como una de sus
más importantes prioridades.
Desde el inicio de los confinamientos ha habido un gran
esfuerzo por parte de los sectores tanto público como privado para aliviar los
obstáculos presentados por la enseñanza a distancia y el trabajo remoto.
Las compañías de
telecomunicaciones han tenido un rol fundamental en expandir el acceso a la
conectividad y a los recursos educativos digitales.
A lo largo de la región se han implementado nuevas
iniciativas para enfrentar estos retos, mismos que permitieron avances o, por
lo menos, el mantenimiento de la conectividad, en especial para poblaciones de
ingreso medio-bajo. Esta inercia positiva debe rebasar la coyuntura de los
confinamientos y apuntalarse un motor de largo plazo para tirar de la
productivad nacional y regional.
*El artículo original ha sido editado para adaptarlo a los
requerimientos técnicos de la plataforma Noticias ONU.
** Se estima que tan solo entre enero y marzo, 2020 las descargas de aplicaciones que facilitan trabajo remoto (como Zoom, Skype, Microsoft Teams, etc) se multiplicaron 20 veces.
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