De la Mesa de Redacción
CERIGUA
Foto: Amnistía Internacional |
Los gobiernos de Centroamérica están alimentando una crisis
de refugiados cada vez más intensa, al no abordar la violencia desenfrenada y
los altísimos índices de homicidios de El Salvador, Guatemala y Honduras, que
están obligando a cientos de miles de personas a huir, señaló Amnistía
Internacional en un informe publicado este viernes.
El documento señala que el papel de Honduras, Guatemala y El
Salvador en la creciente crisis de refugiados explora la manera en que los tres
países eluden proteger a la gente frente a la violencia; también los
responsabiliza de no establecer un plan integral de protección para las
personas deportada, a las que países como México y Estados Unidos obligan a regresar
a situaciones que amenazan su vida.
Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional,
destacó que “El Salvador, Guatemala y Honduras se han convertido prácticamente
en zonas de guerra en las que la vida parece prescindible y en las que millones
de personas viven con el terror constante a lo que los miembros de las maras o
las fuerzas de seguridad pública pueden hacerles a ella o a sus seres queridos.
Estos millones de personas son ahora las protagonistas de
una de las crisis de refugiados menos visibles del mundo, agregó.
Asimismo, el secretario general de AI consideró que, aunque
países como México y Estados Unidos están eludiendo por completo su
responsabilidad de proteger a las personas refugiadas y solicitantes de asilo
procedentes de Centroamérica, ya es hora de que las autoridades de El Salvador,
Guatemala y Honduras reconozcan su papel en la crisis y tomen medidas para
abordar los problemas que obligan a estas personas a abandonar sus hogares.
Millones de personas centroamericanas se encuentran en un
callejón sin salida, víctimas de países que no cumplen con su responsabilidad
de proporcionarles la protección internacional que necesitan, y de la falta
absoluta de capacidad y de voluntad de sus propios gobiernos para mantenerlas a
salvo del más trágico de los finales, indicó Shetty.
La implacable violencia ha provocado un repentino aumento de
las solicitudes de asilo de ciudadanos y ciudadanas de Centroamérica en México,
Estados Unidos y otros países, hasta alcanzar niveles que no se habían vuelto a
ver desde que, hace décadas, terminaron los conflictos armados de la región.
Según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados
(ACNUR), el número de solicitudes de asilo de personas procedentes de los tres
países se ha multiplicado por más de seis en los últimos cinco años,
especialmente en los países vecinos y en Estados Unidos.
El Salvador, Honduras y Guatemala han establecido centros
oficiales de recepción para las personas deportadas; estas personas tienen que
someterse a una breve entrevista en la que un funcionario o funcionaria de
migración les pregunta sobre los abusos que hayan podido sufrir durante el
viaje; rara vez se les pregunta por la violencia de la que huyeron en su propio
país o sobre las necesidades de protección que puedan tener, indica el informe.
“A menos que los líderes centroamericanos aborden los
alarmantes niveles de violencia en sus países, la región corre peligro de
sumergirse de nuevo en sus épocas más sombrías. En lugar de negar tozudamente
que la gente está huyendo de la violencia, quienes ocupan el poder deberían
centrar sus esfuerzos en tratar de encontrar soluciones a ese problema”,
concluye.
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